Novela

La reina en el palacio de las corrientes de aire.Millenium 3

Al terninar el segundo tomo de Millenium no tenía ganas de proseguir con la lectura. De tanto sobresalto, el corazón y la mente exigían remanso. No soy un lector mecánico en expresión de la novelista Edith Wharton. Pronto abandoné la idea. Después de una breve visita a mi madre por sus lúcidos 99 años, me zambullí en las 854 páginas de Millenium 3 con el recuerdo de la ciudad en la que viví. Son tantas las veces  que sale que su nombre no constituye lo primordial, ya que es aquí en donde se desarrollan las aciciones capitales.

Me mantengo en lo que escribí anteriormente, que con el primer tomo hubiera bastado; la lentitud de las descripciones se hacen pesadas, solo te pemanece en vilo el qué les esperan a los personajes primordiales. Tanto interrogatorio inane solo conduce a la pérdida de ese estilo brillante con que nos deleitó con la primera parte.

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Personales

La crítica literaria en la prensa escrita en el siglo XXI

La idea más extendida, hoy, es que la crítica literaria en la prensa escrita en España sirve de poco, está como en fuera de juego, valga la expresión balompédica tan en auge en el mundo.

La idea más extendida

 

Novela

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Millenium 2

Después de haber releído The waste land y escrito que dejaba por el momento el tomo segundo de Millenium sin fecha para proseguir, no he podido resistir el barbecho. Ahora que la carga docente aminora, me embargo, de nuevo, en la lectura de Larsson. Me esperan 749 páginas.

En el final del primer tomo, la nieve caía. En el inicio del segundo «: S. L.  desplazó las gafas de sol hasta…». En las páginas siguientes se nos relatan los últimos hechos para que el lector/a recuerde el final del primero. Las acciones se van incardinando con ese estilo que te absorbe, aunque algo inesperado, cual es «Dimension in mathematics». Te sumerge en lo insólito. La soledad de la investigadora le lleva a huir, a cortar con todo; el amor le ha herido, o los celos.

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Personales

De vuelta de la carrera «La hoz del Huécar»

Hay tres nombres que todo conquense memoriza: las casas colgadas, Federico Muelas(existe la «senda del hocino de Federico», en la que, al principio, podemos leer unos versos del poeta extraídos de su famoso soneto a Cuenca: ¡Oh, aventura de cielos despeñados / en volandas de celestes prados!), y J. L. Perales. En cuanto al primero, es más para el turismo, por lo que es un aspecto que queda ahí sin más, al menos para mí. Sin embargo, el poeta Federico Muelas para los docentes o amantes de la poesía, hay que tenerlo en cuenta, aunque hayamos sido injustos al no valorarlo en su justa medida, pero me alegré que en el umbral del puente san Pablo y debajo casi de las casas colgadas, un grupo de jóvenes tocasen piezas de Mozart y Bethoven; en un intervalo, entablé conversación con ellos; y una de las cuestiones que salió fue el poeta Federico Muelas al que me dijeron que lo habían estudiado en el bachillerato. Si repasamos los textos de bachillerato que están en uso en la Comunidad de Madrid, ninguno lo nombra; claro que en la universidad ni rastro. Me emocioné que la gente se parase a escuchar a Mozart-yo también lo hice-, y cuando terminaban una pieza se ofertaba con euros, que  ellos agradecían. Entendí que amaban la música, les deseé suerte, para añadir: no olvidéis que música y literatura se hermanan.

Vista del puente san Pablo y Parador de Turismo. Antiguo Convento de los PP. Paúles.

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Poesía

The waste land

¿Qué puedo leer después de haber estado «en suspenso» con esas 665 páginas de Larsson? Me refiero al autor de la novela Los hombres que no amaban a las mujeres. Me dirijo a las estanterías de mi biblioteca de literatura universal; me detengo. Casi lo he leído todo: este, aquel; pero mi vista observa The waste land de T. S. Eliot que compré y leí en los tiempos heroicos de estudiante en la Universidad Complutense. Leo: Premià editora s.a. La nave de los locos, México, 1977.

Recuerdo que me causó una enorme inquietud entonces; a veces, me perdía, no captaba, no llegaba, ante una poesía desconcertante que formaba nebulosas, que me creaba ideas confusas, desasosiego, silencio. Me pregunto el por qué ha sido denominada epopeya y el latido de la poesía contempánea.

Con este pensamiento, de nuevo, me enfrasco en la lectura. Quizá no sea muy aconsejable por la luminosidad con que nos visita el mes de junio; pero, lo he elegido.

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