Novela

La golondrina, otra vez, en medio de un paisaje hecho de trozos de cielo, esplendente (2)

En su día escribí sobre La golondrina, unas pocas palabras verdaderas,  y a los pocos días volví sobre el tema con el título Algo más que una metáfora. Ahora lo retomo  con el adjetivo esplendente porque es el que mejor describe los alrededores de la casa en la que fue acribillada con 21 años y faltando un mes para dar a luz, que según se dice eran dos. En la memoria de los lugareños todavía pervive. Ayer día, 30 de octubre de 2011, siempre lo recordaré. Me trasladé a presentar la novela  para escuchar de viva voz a las gentes que conocieron este caso. Allí en medio de la calle, y a la puerta de la casa de la que salió La Golondrina, la señora Alicia, con la voz entrecortada, nos narró la verosimilitud de los hechos. Sinceramente a los que estábamos allí se nos encogió el corazón. A buen seguro que alguna lágrima interna fue derramada.

Después nos dirigimos a pie a donde se consumó la traición, a seis kilómetros de las Minas de santa Quiteria (Toledo). Era el año 1948. Allí fue llevada, a una casa espaciosa, con corrales para los animales con el pretexto de que iban a celebrar su venida y el nacimiento de sus hijos. De comida: matar  un cordero. En las cuadras, para no ser vistos, esperaba la Guardia Civil. Su prima la traicionó; con la frase voy a salir a sujetar la mula, se queda sola con su compañero, e inmediatamente se presentan los guardias civiles que los esperaban y son asesinados, sin mediar palabra. No se nos dice si después los que estaban allí lo celebraron con el cordero. El porqué los cuerpos no fueron sepultados en «Minas de santa Quiteria», nadie sabe nada. Fueron trasladados a otro pueblo: Sevilleja de la Jara. Eso sí, al lado del campo santo;¡qué cosas! sin duda con el consentimiento del párroco, pero, hoy no queda ni una señal. A cambio, por esta traición, recibieron «el puesto de caminero» y algo de dinero. Ahora, no vale decir eran otros tiempos; solo mantener esa idea es repugnante.

He dicho tantas veces que el amor no puede ser delito que ya mi garganta está seca de gritarlo. Esta mujer se enamoró de un «maqui», por decir algo; pero, ni su compañero y menos ella tenían delito de sangre. Entonces, ¿por qué se marcharon a la sierra? Muy sencillo: era una forma de buscarse la vida, de comer. Además, con quince años la obligó su padre como al resto de hermanos y madre. Y allí es donde conoció a su compañero.

La verdad, dice la epístola paulina, nos hace libres. Hoy, su nombre, su historia es venteada y seguro que ya ha llegado al último rincón del mundo, como ejemplo de dignidad, de fortaleza, de amor. En el debate que se suscitó en el lugar en el que fue presentada la novela, una mujer iliturgitana levantó la voz para decir que como este caso había otros y sin embargo están en el olvido. Pues, saquémoslos para que no se repitan y, sobre todo, que nadie tenga que ocultar su nombre, y triunfe esa gran palabra que es inherente a las personas: libertad, y a ser posible acallar con la palabra a los que nos la hurtan, que siempre son los mismos.

Teatro

Cincuenta años de Els Joglars

El día 1 de noviembre de 2011 se cumplen cincuenta de la creación de Els Joglars. Enhorabuena por habernos hecho reír, llorar, pensar, soñar; por esa creatividad tan ajena a la convencional.

De todos los grupos teatrales que han recibido el adjetivo de independiente por el carácter transgresor que acarrean sus representaciones en los últimos cincuenta años, destaca Els Joglars. Público y crítica estuvieron de acuerdo en la fuerza dramática de sus representaciones. Nombre y éxito se hermanan en este grupo. Sin embargo, su director Albert Boadella declara que si bien no se considera injustamente tratado, cree que “no ha tenido la consideración exacta sobre lo que ha hecho”.  Se define como “un titiritero sin patria ni dios que complica la buena marcha de la sociedad”. Aunque el grupo se crea en el año 1961-A. Boadella, Antoni Font y Carlota Soldevila son los fundadores- es a partir de la década de los setenta cuando su nombre adquiere difusión. En un primer momento, se dedican a espectáculos de mimo.

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Poesía

José Ángel Valente: el poeta recobrado

He terminado de leer Diario anónimo (Galaxia/Gutenber, 2011) de José Ángel Valente. En tiempos de tribulación no está demás acercarse a los poetas como confortación, como algo nutriente, y más si la escritura busca la perfección dentro del campo intelectual.

Son notas, trozos de una vida poética, que José Angel Valente comienza en el año 1959 y terminan con su muerte en el año 2000. Si algo llama la atención en el poeta es su heterodoxia, esta, aunque sea dificultosa siempre tendrá sentido. En su diario nos ha querido mostrar unos rasgos que podemos considerar como su autobiografía. A cualquier lector/a seguro que no se le escapa el dolor por la muerte de su hijo, acompañado de un infarto ante tanto sufrimiento («En las primeras horas del día 5, tuve un infarto»). El 27 de diciembre del mismo año se deja traslucir aún más su sentimiento( «Hoy, en el Beaubourg, la imagen de Antonio reapareció con terrible intensidad»).

He aquí algo más que una querencia que, a veces, se nos escapa cuando queremos escribir sobre alguien. Si antes se refería al hijo, también hallamos en estas páginas el pensamiento, que a mí me sobrecoge: «Coral si alguna vez lees esta página, cuando yo ya no esté, sabes que te quiero». Se refería a su compañera. Claro que es mucho mejor, que se piense que alguien te quiso, una vez fallecido; es más poético, pero también más sincero. Ahí se juntan lo claro, lo nebuloso, lo invisible.

La injusticia siempre está ahí acechando. Cómo no recordar, cuando fue eliminado «a las primeras» en el premio Cervantes. El jurado tuvo sus preferencias, y no la valía, el mérito de su poesía; el haberse entregado plenamente a libar la palabra, a sacar el mejor tú, a estar en las lindes de lo difícil, a no entender la literatura como negocio.

Su nota «Art… the one way possible / Of speaking truth, to mouths like mine at least», lo dice todo (recogido de Robert Browning). Sin fecha, en el año 2000, cita a Roland Barthes: «Es escritor aquel para quien el lenguaje crea un problema, aquel que siente su profundidad, no su instrumentalidad o su belleza».

Esperó su final tranquilo, seguro que no cantando, pero sí con pleno conocimiento (» Lenta, muy lenta, muerte, en la belleza / tan lenta del otoño./Si esta fuera la hora/ dame la mano, muerte, para entrar conmigo / en el dorado reino de las sombras»). Su sombra poética nos cobija, nos reconforta, nos insta a pensar que el mundo no busca la verdad, el conocimiento; va por otros derroteros que nada tienen que ver con su poesía, con ese humanismo tan propio de las personas.

José Ángel nos dio ejemplo con sus reflexiones sobre la palabra poética en una sociedad que huye, descentrada. Su diario me ha servido, otra vez, para la ensoñación, para buscar los escondrijos, para sentirlos, para obviar la vacuidad, para ser más persona, para vivificar la interiorización.

Novela

El nuevo lector: otra vez, Madame Bovary 9

En esta página «web», en el apartado «blog», me he adentrado en mujeres que han sentido esa gran palabra con que Don Quijote contesta, en una ocasión, a Sancho: libertad; y, sin embargo, en un  principio, las mujeres han sido señaladas, apartadas, segregadas, precisamente por ser mujer. ¡Qué desatino para los que todavía distinguen, juzgan por el sexo! Todavía en su mente no han anidado la palabra «persona», que evoca más, que une, que nos conduce a lo que somos: humanos.

Los de siempre se escandalizaron de la novela Madame Bovary de G. Flaubert. No falta detallar, si me sigues leyendo, a lo que me refiero cuando escribo «los de siempre». Seguramente por ese rechazo, la novela adquirió más acrecentamiento en su día. He vuelto a leerla y he sentido un sabor distinto, placentero, saludable, envolvente, y dejando atrás el latiguillo que con fue bautizada en el siglo XX: como precursora de la liberación de la mujer. Esta idea en sí, hoy, me parece huera. Estoy más por la actitud que toma el personaje más allá de su condición. Evidentemente que fue valiente con su forma de proceder en una sociedad opresora en las relaciones humanas. Pero lo que está mal, está mal en todo tiempo y lugar. No vale decir es que eran otros tiempos. La sociedad la formamos los humanos, y la libertad de pensamiento ha sido cercenada desde tiempos remotos porque molesta a los de siempre, aquellos que quieren que la gran mayoría seamos genuflexos, que seamos rebaño.

Sinceramente, a mí no me importan las clasificaciones tanto del autor como de la novela; lo primordial es si hoy me sirve para mi formación, para mi manera de ser. Qué más da que a Flaubert se lo sitúe al lado de Zola o Maupassant, o que la novela se la encuadre dentro del movimiento realista del siglo XIX. Es más, creo que ni siquiera al autor le interesaba. Lo que quería es contar unos hechos.

 La mujer es entronizada en la novela del siglo XIX; es la protagonista. El adjetivo infiel es negativo por lo que deberíamos buscar otro más acorde con los sentimientos que germinan en las personas, porque el problema se plantea de distinta forma si el hombre es infiel, casi se oculta.

Desterremos, por tanto, ese adjetivo con que se ha bautizado a todas las “Emmas” de la literatura universal. Y menos, todavía, cuando algunos recurren a la expresión “mujer fatal”, que sirve de reclamo y, por tanto, de perdición para el hombre. Estas ideas deben ser abolidas de nuestro diccionario.

De nuevo, la literatura es el arroyo corporal, el que nos invita al goce; esto en sí sería más bien vitalidad, no una perdición. Quizá sea el miedo a ser nosotros, y, sobre todo, a que la mujer sea.

Personales

Botella al mar 1.1

El faro del mar me ha comunicado que la botella ha sido recogida. Por una parte, alegría, pero, por otra, reflexión e inquietud. Me hubiera gustado la tardanza de años; quizá me precipité y la lancé en plena luz; pero quién sabe, el mañana no está escrito, pero ya no puede ser igual por lo que habrá que proseguir ante una realidad que te atosiga, que te persigue, te persuade. El secreto se ha deshecho mucho antes de lo esperado.

Contento, también, de que está ahí, que no ha abandonado el lugar ni el recuerdo, que las cumbres se han revestido de belleza, de canto, de querencia viva. Es que si no soñamos, ¿qué nos queda? El verso de Yeats «Be still» / Be still, solo sirve para mantener las raíces, lo sagrado; pero, conviene, de vez en cuando que el árbol se agite, aunque permanezca el sustrato, sin él vana es la esperanza.