Personales

Tiempo de recreación, tiempo de perdiz

En el verano, los/as docentes tenemos más tiempo para leer; es la hora de llenar las aceiteras para que no se apaguen, para que alumbren en todo momento. Después de los tres tomos de Larsson, más de dos mil páginas, me he zambullido en lecturas distintas para comenzar el nuevo curso con brío, como si fuese la primera vez de un profesor que le apasiona la docencia; o, al menos, lo es para mí. Hasta ahora leí, The waste land (T.S.Eliot)-relectura-, The black cat and other stories (The oval portrait, Berenice, The mask of the red death) (E. Allan Poe)-relectura- En la carretera (Mcarthy), Pantaleón y las visitadoras (Vargas Llosa)-relectura-, The Canterbury Tales (G. Chaucer)-relectura-, Emma (J. Austen), El sueño del celta, Vargas Llosa-al terminar la novela queda uno como en vilo, pidiendo justicia; hecho añicos por tanta barbaridad, por tanta muerte inútil; te viene al pensamineto, inmediatamente que la libertad se consigue con el sacrificio de unos pocos. Su goce  ha significado la muerte de muchos que nos precedieron. Otra vez, la literatura ha servido para leer tanto palimpsesto-; Iqbal´s way ( C.D. Kerrigan), El animal moribundo (P. Roth), y estoy con Atlas de Geografía humana (Almudena Grandes). En todas hallé lo que es la literatura, algo vivo, que nos concierne, que nos apasiona y nos ayuda en el camino existencial, a veces tortuoso, pero sabedores de que hay meta.

¡Qué alegría sentí cuando llegaron noticias de Corea del Sur, informándonos de que el Gobierno implantará la literatura como obligatoria en los nuevos planes de estudio! Un país que todo lo basa en la educación, es para estar contentos; por estos lares, sin embargo, no solo no se invierte en lo que da vida, conocimiento, sino que se quita. Así vamos. Por no saber, no conocemos en qué van los impuestos, salvo en aquellos que tienen como don arrebatarlos para sí. Desaparecen miles de euros y nos quedamos turulatos, sin saber a quién dirigirnos, y encima, amnistía fiscal para los defraudadores, esos que escamotean a Hacienda; pero, eso sí, se abrazan a la bandera, y se consideran los más españoles, ¡faltaría más!

Siempre he mantenido que la heterodoxia es la realidad, lo que nos hace libres y nos trae el progreso, aunque el convencionalismo esté como guardián, al acecho.

Novela

En el arca literaria: presentación del novelista Jesús Ferrero

Este es el extracto de  la presentación que hice del novelista, en la década de los noventa, en un centro público, que ahora transcribo. No lo leí-nunca lo hago, ni en la presentaciones, conferencias, y menos en clase-, pero sí lo escribo antes. Solo hago la excepción cuando presento a un académico, como fue el caso de José Luis Sampedro. No sé por qué, pero alguien me lo dijo cuando estudiaba el bachillerato, al cual agradezco.

Hace ya bastantes años, a principios de los ochenta, me ocurrió una anécdota que resultaría el embrión de mi acercamiento a la novela de Jesús Ferrero. En una clase de literatura de tercero de bachillerato, en los debates que solía hacer de las obras literarias, me soltó de sopetón una alumna que estaba harta de tanta obra clásica, y que a ella lo que le gustaba era la novela actual, que nos dejáramos de tanta Celestina; le respondí que en el C.O.U. tendríamos todo un año para leer, debatir y acercarnos a esa literatuba que añoraba. De todas formas, le pregunté qué estaba leyendo, y me dijo que Belver Yin de Jesús Ferrero, -¿lo conoce?, -le dije que no. Ni siquiera la  novela; -pues se la presto, mañana se la traigo.

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Personales

Monseñor Bargalló: con la esperanza de que estas líneas lleguen a esa Argentina en la que vive

Ahora que ya el ruido pasó, después de haber saboreado «ese cáliz de amargura», no por su proceder, sino por parte de los  de siempre, que no desean que los demás sean felices, le dirijo estas líneas de ánimo, con la esperanza de que lleguen y sirvan de sosiego, de paz, de tranquilidad, de camino en su vida espiritual.

No se achante, Monseñor, y enorgúllase de que es un hombre enamorado. ¿Desde cuándo el amor es delito? En esta sociedad hipócrita y  santurrona, en vez de «tocar a gloria» porque dos personas se han enamorado, sacamos la daga para flagelar. Me ha molestado que el periódico más leído de España, y entre los cuatro o cinco más importantes del mundo-según se dice- no haya sabido tratar la información y haya caído en decirnos algo más de su vida privada; no solo el periódico, también en varios programas estelares de la cadena más escuchada, que también pertenece al mismo grupo editorial, ha dejado su huella  con un «deje negativo». Me rebelo porque hay que ensalzar a los que predican el bien, a los que dan testimonio de Jesús de Nazaret, y sin embargo, son perseguidos. Me quedo con lo que usted dijo: que proseguiría anunciando la buena nueva, el mensaje de Jesús. Eso es valentía, porque por estos lares, se dice tan poco por los que debían ser alfareros del mensaje…¡Qué oportunidad ha perdido la Prensa para enaltecer sus virtudes y de todos aquellos que dan su vida, la sacrifican para extender el bien!

Si el Vaticano-«Ave María Purísima»-, con perdón Monseñor, lo suspende «a divinis», no se preocupe; lo primordial es que prosiga con su fe, que señale a los tiranuelos de turno, que levante la voz y exija justicia, no caridad, ante el que sufre, pasa hambre o tiene sed; o contra los que se enriquecen a costa de los demás; he ahí el verdadero evangelio.

Finalmente, un aplauso, también, al periodista que solo le hizo una pregunta como le había prometido; pero eso, sí, no me gustó que usted dijera que había sido una «imprudencia»; todo lo contrario; estaba pregonando el amor entre dos personas; la luz, el amor hay que ponerlos encima del celemín para que alumbren. Debería estar contento por disfrutar con la persona que ama. De todas formas, si ha dejado de ejercer el ministerio, en contra de su voluntad, espero que no sea un «rebotado» y prosiga, ahora más que nunca, venteando esa justicia y ese amor entre hernanos; sea luz, sal de la tierra.

Ensayo

La columna literaria

En su gran mayoría, este artículo forma parte de un capitulo del libro El artículo literario: Manuel Alcántara. Madrid, Fundación Alcántara, 2008, págs. 68-82

                                                            

Me busco por el tiempo que he perdido

y en las hojas de ayer del calendario

pero no encuentro al alma por mi almario

ni rastro de aquel viejo conocido[1]

 El clasicismo es algo que se observa en la columna literaria; la forma de escribir, hoy, es algo primordial en lo que podíamos denominar género literario cuando hablamos, escribimos o discutimos sobre la columna periodística. La forma, como elemento primordial de la obra artística, se hace realidad en la columna. Lógicamente, no todas las columnas periodísticas tienen el aroma, la perfección de lo literario; de las que sí mantienen ese germen literario son las de Manuel Alcántara desde hace ya mucho tiempo. En ellas se da lo poético, que es lo más grande en opinión cervantina. Añadamos, los dos mejores premios que se pueden otorgar a un periodista: “Mariano de Cavia” y “González Ruano”. Más de 18.000 artículos-se ha escrito- son la tarjeta de presentación; en ellos hallamos trozos de vida que nos hacen pensar porque los mismos son retazos de conocimiento. Los poetas que consiguen a base de esfuerzo y sabiduría subir a la columna son dignos de ese paraíso literario. Son los que desconciertan por la adjetivación quebrada, los que se aposentan en la expresión de la belleza por medio de la palabra, los creadores.

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