Pérez Galdós

Pérez Galdós en el Ateneo de Madrid

Ayer por la tarde se presentó un nuevo libro del que es considerado, no solo en España sino en el resto del mundo, el novelista más importante español después de Miguel de Cervantes. Es un dicho que se repite continuamente allá donde vayas o asistas a una conferencia de altura: «después de Cervantes, Galdós». El salón de actos del «templo espiritual» como lo denominó Galdós estuvo lleno; eso sí, la gran mayoría- entrado en años- hombres; también había un puñado de gente joven; me sorprendió que hubiera menos mujeres entre la gente mayor porque casi siempre es lo contrario, al menos a las conferencias y presentaciones de libros  a las que asisto y que se desarrollan en Madrid.

Se insistió en que el libro es como un avance de los hechos que se realizarán en el centenario de su muerte, por lo que el 2020 se considerará como el año galdosiano; leamos su obra, comprendamos su fuerza creativa-los tullidos antigaldosianos que se aparten aunque solo sea en este año-. No sé si estos con el paso del tiempo serán recordados, desde luego están muy lejos de la expresión «nuestro contemporáneo, además de clásico» que podemos aplicar sin duda a Galdós en el que hallamos la novela interminable.

Fue socio del Ateneo durante 55 años y aventó la expresión  «altar de mis sueños» urbi et orbi en consonancia con la idea de Espronceda : A todos, gloria, tu pendón nos guía, / y a todos nos excita tu deseo: / apellidarse socio ¿quién no ansía / y con las listas estar del Ateneo? 

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Ensayo

Meditaciones de Hispano-América

Con retraso leo el ensayo Meditaciones de Hispano-América de Agapito Maestre, una de las voces más exigentes en el campo de la filosofía por el carácter intelectual que nos aporta su habla, su escritura y docencia-Catedrático-. En su momento, sí leí El placer de la lectura (2007) y El fracaso de un cristiano (2010). Dos libros capitales para entrever los entresijos del egregio profesor.

Una de las ideas que sostiene es la referente » sin literatura no hay pensamiento», clave en el campo de la filosofía que con acierto Agapito Maestre hace suya y la extiende ya dede el primer capítulo del libro. El dístico literatura es filosofía o filosofía es literatura lo aprendí en el bachillerato; en aquel tiempo, el profesor nos hacía pensar, leer y debatir en clase; si traigo esto a colación es para ser agradecido con quien entendía la literatura como vida, como algo inherente a la persona; en este «blog» creo haberla repetido en otra ocasión, que en realidad es el sustento del mismo.

Ya en la portada nos invita a qué pensadores recurre para exponer sus ideas, basadas en esa relación entre literatura y filosofía para llegar al conocimiento y pensamiento; el hecho de que elija  la expresión significativa «no hay pensamiento sin soneto» (pág. 55) lo dice todo para interrelacionar lo que suscribe. Sorprende que recurra a Sor Juana Inés de la Cruz como estandarte de la poesía hecha de trozos de cielo («la más grande poetisa que la Nueva España haya parido»,pág.61) al no ser estrictamente filólogo; eso demuestra su gran preparación y lector de aquellos que denominamos clásicos. La galería de autores en los que incide son como el maná que todo lector debe tener como canon más allá de su ideología. No podemos, por ejemplo, dejar de leer la Historia de los heterodoxos españoles  de Menéndez Pelayo; es la otra orilla en la que se cimenta parte de nuestra cultura, bien histórica o literaria. La envidia o la ignorancia no pueden sepultar la otra cara que con sabiduría plasmó el santanderino. El sectarismo de una orilla o de otra nos lleva a la sinrazón, propio de los iletrados que cada vez abundan más; eso sí, sacan pecho y no se percatan de su ignorancia.

Alegría, cómo no, cuando cita a Galdós varias veces- además de dedicarle cuatro páginas-; en una de ellas: «uno de los más grandes novelistas en lengua española de todos los tiempos». Por mi cuenta añado: «el más grande novelista en lengua española/castellana después de Cervantes». ¿Quiénes lo han denigrado incluidos algunos críticos ramplones hoy? Sencillamente los envidiosos, los que no aceptan que tuviera voz propia, los que alambican su prosa, los tullidos, los salteadores literarios, los que no tienen ideas y se columpian con algún chascarrillo, que han oído, para salir del paso-y encima creen que es verdad y lo hacen bien-. Todos se opusieron-conservadores, progresistas- cuando la Academia sueca lanzó su nombre en dos ocasiones para que recibiera el Premio Nobel. Solo un puñado de jóvenes ateneístas encabezados por Pérez de Ayala protestaron ante las Cortes (hemos avanzado poco, porque antes sí se podía manifestarse ante el Congreso de los Diputados-Galdós lo recoge en varias ocasiones, por ejemplo en La fontana de Oro- (1870). Ahora nos tenemos que contentar en los aledaños, y no pidas justicia o cultura que raudo te denominan «populista», «radical»; hoy, a Galdós le crucificarían y le denominarían igual- no olvidemos que se adelantó al Concilio Vaticano II- léase Gloria- y a Francisco- léase Nazarín). Por favor, no opines si no la has leído y comprendido, que de estos abundan.

Del capítulo II llama la atención María Zambrano: «la más grande pensadora de España», pág. 129. La tríada «libertad, tragedia, historia» recoge todo un pensamiento que hizo suyo  la Exposición conmemorativa que se realizó a la filósofa en el año 2000. Rotundo es el profesor Agapito cuando escribe que «Zambrano es la gran exiliada de nuestra filosofía, pues su gran verdad, su gran descubrimiento, está al margen de la España actual», pág.132. Insiste el ensayista que hoy, todavía, la que fuera discípula de Ortega, está en la «orilla de España, en los márgenes del debate cultural».

Loa capítulos tercero y cuarto está dedicados a Nietzsche. Sobresalen el poema de Blas de Otero dedicado al filósofo (entresaco: «Amo a Nietzsche (…) /. España, patria despeinada, en llanto / . Ríos con llanto. Lágrimas caudales».), la reescritura, la angustia conquistada,  Nietzsheanismo de Ortega, de Gaos.

En el epílogo-basado «entre vivir y pensar», el autor vuelca su conciencia-con ánimo orteguiano- en el estudio, en la lectura y en la mirada antes de afirmar, leer y, sobre todo, hablar. En definitiva, en el clásico pindariano «sé tú» que tanta ciencia y cultura nos han traído. Y finalmente, realiza un panegírico al poeta Carlos Cano («murió la voz de la experiencia, de la vida», pág. 216) y al filósofo García Bacca, sobre todo por sus Confesiones («estas confesiones son quizás una mirada susceptible de caer en la maldad, pero jamás en la malicia», pág. 223).

Valgan estas espigas para remover cenizas por si hay rescoldo con que calentarnos.

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Maestre, A., Meditaciones de Hispano-América.Madrid, escolar y mayo, 2010

Pérez Galdós

Pérez Galdós en el Ateneo de Madrid

Ayer se representó en el salón de la «Docta Casa» la obra Santa Juana de Castilla de Pérez Galdós por el grupo La Cacharrería (.grupo de teatro de la sociedad ateneísta de aire libre). Antes de su representación pudimos ver en vídeo, además de los personajes históricos la primera edición y la última, por cierto, que hice yo-adjunto la portada-.La obra se representó, la primera vez, en el Teatro de la Princesa de Madrid el 8 de mayo de 1918.

En tiempos convulsos, el teatro es como una ventana abierta que ilumina, que nos hace vivientes, que nos une, que nos salva de tanto atropello inane. Esta obra vivificadora se alza como un oasis de otras teorías históricas que no pueden sostenerse por mucho que nos lo repitan, una y otra vez. El inmenso vacío con que se ha tratado al personaje histórico revive en lo literario. La necesaria ósmosis entre drama y realidad cobra todo su valor si entendemos el teatro como vida, como pensamiento que se alza en las tablas. Con estas palabras, Galdós nos lo recordó: «No hay drama más intenso que el lento agonizar de aquella infeliz viuda, cuya psicología es un profundo y tentador enigma». Con su teatro quiso poner de relieve sobre las tablas el fanatismo, la intolerancia, la incompetencia, el poder corrupto, el enfrentamiento.

El concepto religioso con que es tratada tal vez sea cómo pensaba el autor. Juana no acude a las ceremonias de la Iglesia, pero en su corazón anida una fuerza evangélica que para Galdós ha merecido el título de santa.La religión la llevaba en su alma e intenta transportarla a los demás y estar con los más humildes, con los necesitados. Juana está mucho más cerca del cristianismo que muchos otros que se basan en lo externo. Pérez Galdós se percató de este hecho y la eleva a los altares.

La importancia del personaje tuvo más repercusión en la dramaturgia. Así Martínez Mediero la ensalza como paradigma del amor verdadero( Juana del amor hermoso,1982). Martín Recuerda nos traza una imagen pletórica, de ansia de libertad, de justicia, del lado de los desposeídos, de los engaños de una sociedad en que los «cuerdos son ladrones» (El engañao). Los tres dramaturgos sintetizan la tríada en la que las personas debemos crecer y ser espejo: libertad, amor y santidad.

Novela

Última novela de Luis Goytisolo: El lago en las pupilas

Cuando me acerco a los hermanos Goytisolo (Luis y Juan, José Agustín murió) bien para leer una novela, un artículo o un ensayo, me viene a la mente la expresión, que ya he escrito alguna vez, el castellano se viste de hermosura. Ahora, estos días navideños me he dado a la lectura de El lago en las pupilas (Madrid,Siruela, 2012, 156 págs.), y de nuevo hallo esa perfección con que el novelista cuenta unos hechos que no sorprenden, pero que la memoria ya decae por el tiempo transcurrido, o simplemente, hoy estamos imbuidos del materialismo más procaz. Su Santidad,en su alocución de año nuevo, lo ha denominado «capitalismo salvaje». Ya era hora.  Sigue leyendo «Última novela de Luis Goytisolo: El lago en las pupilas»

Personales

«Cantad, cantad, una copla del Arcipreste»

Así terminaba la representación en el Ateneo de Madrid el domingo día 15 de abril a las 21.20 minutos en el salón de actos abarrotado. Cantemos, pues, a una de las más grandes lumbreras de la literratura universal, que con verbo florido el dramaturgo Martín Recuerda nos recreó, en el año 1965, en una España mortecina, agazapada, pero brillante literariamente en la que se dieron a conocer una de las generaciones dramáticas difíciles de superar.

Pero, este canto, también, va dirigido a esos/as cientos de alumnos, de teatro y de literatura, que los días 14 y 15 de abril se acercaron al Ateneo de Madrid para después mandar al campus virtual la crónica teatral, que en estos momentos estoy corrigiendo. He ahí una práctica en la que solo el alumno delante del ordenador intenta, en un folio, con un estilo brillante, umbraliano, azoriniano, certero- que ya quisieran algunos periodistas que escriben en los «medios» y, cómo no, también algunos docentes universitarios tener- dar cuenta de lo que se representó en un salón de actos lleno de tanta historia literaria. Mi más sincera enhorabuena.