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Acercamiento, por vez primera, a la poesía china

Ya he escrito en más de una ocasión que el «twitter» y mi «página web» tienen como sustrato el conocimiento, y, muy tangencialmente, la información,  sobre todo si esta es sapiencia. Debido a estas redes globalizadas se me ha invitado a que conozca la poesía china por parte de una lectora a quien doy las gracias por leerme, y cómo no, por dejarme Segunda antología de la poesía china, edición de Marceloa de Juan(1905-1981). Se llama Irma, que ha dejado constancia en mi página con sus comentarios tan acertados a mis apretadas líneas en verso y prosa.

El fin de semana me he enfrascado en la Antología; a ser sincero, me ha sorprendido, esperaba otra cosa. Como casi siempre, las introducciones son pesadas, sobre todo cuando comienzan con las subdivisiones, clasificaciones, las dinastías, las muertes, las familias; es decir, el emperejilar, el follaje que nos dificulta para embebernos el cáliz de la poesía. Pero, ya lo que me pareció chocante fue, «inclinose demasiado con intención de abrazar a la luna que reflejaban las límpidas aguas del lago, y pereció ahogado. Sería una lástima que fuera una leyenda. ¡Qué muerte más bella para un poeta. La última oración, y encima con admiraciones, exigiendo que fuera verdad, primero quita el sabor poético, y en segundo lugar no creo que un ahogamiento, en ningún caso, sea algo positivo. ¿Por qué no lo dejamos como los «cuantacuentos» lo han transmitido de boca en  boca? La leyenda es más poética. Ahora bien, Marcela de Juan nos ayuda, sin duda, a entender la sensibilidad, la actitud de los poetas chinos ante la realidad, y a veces, consigue líneas excelsas.

En líneas anteriores escribí que me había sorprendido la Antología, sobre todo por la sencillez con que enhebra las ideas. Esto no quiere decir que no sean profundas; al menos algunos versos nos llevan muy lejos, destellos abigarrados existenciales; otros no tanto, sobre todo cuando se queda solo ante el paisaje, cuando se evoca solo la naturaleza. No esperaba que los poetas chinos amaran tanto la floresta como algo vivificador. Hay versos que nos incitan al canto, a participar, a recordar lo que los cristianos cantaban o cantan la noche del sábado al domingo en la pascua florida. Me refiero al «Exultent». Poema literario donde los haya, embellecedor, agradecido, al que  me he referido en otra ocasión.

Hay un tema que es común a las literaturas, como es el paso del tiempo que cala en las personas, en las cosas y en la naturaleza («las plantas y los árboles que existen en la tierra / tiene contado el tiempo del nacer y el morir. / La hoja marchita echa una mirada de nostalgia / a la rama aún enhiesta, / y siente que ha perdido su color primitivo»); pero hay un detalle que casi pasa desapercibido como es el vagabundear del espíritu, la búsqueda de algo que anhela. El morir también se conduce al mar por lo que la copla manriqueña nos viene  inmediatamente. Lo humano nos inunda de pensamientos, de búsqueda.

Las poetisas chinas se asemejan a las de occidente ante el dolor, ante el tiempo que hiere, el amor que termina, el desarraigo, el hecho de ser mujer («Me miro al espejo y me espanta mi rostro». / ¡Me horrorizo a mi misma! / A cada primavera que retorna me invade siempre una gran / laxitud pareja al malestar de una grave dolencia»).

El recuerdo de las Rosalía de Castro, Ibarbourou, Agustini, Storni, se hace presencia según vamos desgranando la poesía de Chao Su Cheng, Fang Chen Ta, Li Ts’Ing Chao.  Me ha conmovido que una poetisa nos advierta, en el siglo XII, de la dura vida de los campesinos, es lo que hoy denominamos poesía social («El implacable sol agrava su miseria. Les arden sus gargantas. / El esfuerzo les hace sudar gotas de sangre. ¿Quién hablará por ellos»? Todo un alarde de pesadumbre, de solidaridad ante el que sufre. Pero este sufrimiento es igual cuando para la poetisa Chao Su Cheng, llega la primavera, repleta de pesar, turbadora («Entonces, ante los esplendores de la naturaleza, no hay un / solo momento en que no se desgarren mis entrañas»). Ante esto, lo mejor es silencio; no sin antes recordar que si la literatura no es vida, no nos sirve para nuestra formación, no es nada. Vida y literatura están en el mismo campo semántico. Es lo nutriente.

Poesía

¡Qué pena!

¡Qué pena!

Quería darte una sorpresa.

No pudo ser.

Roto el silencio.

Fue por otros lares:

manchego, cubano,

alicantino, asturiano.

Enhorabuena.

La poesía es así:

«baldía espera» con el ««.

El otro, «aleluya», goza

de lo eterno, paraíso,

celestial acogida,

siempre presente.

Poesía

De Diario anónimo a Ropa de calle

En esta página hice un canto al poeta José Ángel Valente con el título «poeta recobrado», una vez terminada la lectura de su Diario anónimo, Gutemberg, 2011. En estos días acabo de terminar Ropa de calle. Antología poética (1980-2008), Cátedra, 2011, de García Montero. Solo tienen en común  la poesía como pan que nos alimenta. Valente es más profundo, más interior, más intelectual. Sin embargo, García Montero ya se le conoce con el marbete de «poesía de la experiencia», y, quizá, su poesía sea más sencilla, más cercana a las gentes que pululan por las calles.  Pero esto poco importa; lo primordial es que la poesía nos llene, nos inunde de pensamiento, de conocimiento, teniendo siempre presente la expresión machadiana «palabra en el tiempo».

     En realidad, yo ya había leído bastante de la poesía que viene recogida en la Antología desde Y ahora ya eres dueño del Puente Brooklyn (1980) hasta Vista cansada  (2008). Pero, un libro que me llenó fue Completamente viernes (1998), por lo menos algunos de sus poemas; por encima de todos destaco «Hombre de lunes con secreto», quizá porque sea el más amoroso. El comienzo: «Este lunes de abril templado y diligente, / muy de mañana sin haber dormido», nos invita a la lectura, a la entrega, a buscar la esencia, a  libar el mejor tú.

Consciente de ello, lo puse como lectura obligatoria a jóvenes  19-20 años. Por el debate que suscitó a buen seguro que también la lectura les confortó. Entonces, los alumnos /as  que tenía en clase sumaban 170, en cada curso, y eran tres. Al ver después la segunda edición del libro, pensé entonces que había contribuido a su expansión. Hoy, en el Espacio Común Europeo los cursos son de 80 alumnos/as.   Pero, he de añadir también que del poema, al que hago referencia, no me gustó el último verso «Buenos días, soy yo, he terminado». A mi parecer demasiado frío, quizá distante. Otra frase, otro sintagma, hubiera dado más sentimiento, más cercanía. Ahora, con la distancia, al volverlo a leer, tengo la misma impresión. Claro, pero esto forma parte de la subjetividad lectora.

La introducción a la Antología no me ha llamado, en demasía, la atención, pero sí un libro que leí hace tiempo de Laura Scarano, Las palabras preguntan por su casa. La poesía de Luis García Montero. Madrid, Visor, 2004. Es lo mejor que he leído de la poesía del poeta granadino, ya afincado en Madrid, lejos de los problemas que a veces  acarrea la docencia. Tal vez, por eso, la introducción me parezca alicorta, más allá de los destellos que atesora en algunos párrafos.

Del libro Vista cansada (2008) se han seleccionado los más humanos; son memorables los poemas  «Rafael Alberti», «Colliure» y «Aniversario». Este lo destaco por la fuerza amorosa que desprende después de tanto tiempo; no sé si se puede entroncar o relacionar con el poema al que he aludido del libro Completamente viernes. Creo que debe existir. Si es así, el amor es completamente «tú». ¿Qué son si no los versos «dejando de ser yo / para llamarme con tu nombre, / mientras escucho la verdad del mar / y pienso en el futuro«?

Personales

Canto a la carrera popular Behobia-Donosti

Cumplí mi ilusión: participar en la carrera internacional de Behobia-Donosti. Más de 24.000 personas nos iniciamos en Hendaya-Behobia, con un sol de justicia-más de 22 grados- para una carrera en la que las rampas  son pronunciadas.

Imagen personal durante la carrera
47 Behobia-San Sebastian 13.11.2011

La alegría se convirtió pronto en agradecimiento a las miles de personas que nos esperaban en las calles, en las cunetas de las carreteras. Pero, especialmente, me cumple hacer constar mis «gracias mil» a las personas que me gritaron con la expresión «ánimo Félix», sobre todo en esas cuestas duras de Lezo. Va a ser difícil olvidar Lezo. Pero, estas gracias se deben extender más si cabe a las que esperaban en el alfoz de Donosti, sobre todo en el kilómetro que va del 16 al 17, cuesta durísima donde las haya. El recuerdo también será constante de una mujer, con ojos penetrantes, primaverales, que en esta rampa  prorrumpió con el «ánimo Félix«. Fue la única vez, que miré para atrás para quedarme con su rostro. Era una forma de corresponder a la dicha que entró en mí.

Gracias, también, al «speaker-animador en el final«, que ya en la recta de «la Concha», cuando faltaban unos 500 metros, voceó la ya clásica expresión «ánimo Félix» que retumbó en toda la planicie abarrotada de gente; aunque solo hubiera sido por esa mujer y el ánimo que recibí en la famosa «Concha» merece la pena volver.

De todas formas existen otras modalidades que te enganchan; desde luego la carrera es única; lector/a que me lees, inténtalo, participa y llevarás encima para siempre ese baño de multitud y música con que son acogidos los que participan.

Y, cómo no, otro canto a la parte vieja de la ciudad con sus únicos pinchos, el ir y venir de una juventud entregada-era la que más sobresalía-, pero también estábamos allí los que hemos cumplido años; después de tantos adioses,  todavía la primavera nos sonríe, y aún el invierno no llevamos a cuestas.

Novela

Otra vez, en el Ateneo de Madrid

Mañana intervengo en el Ateneo para disertar sobre la novela La golondrina. Después de tantas ideas como se han agolpado, un vez leída esta novela-ensayo, me cumple hacer constar, de nuevo, la verdad literaria, por lo que dejo a un lado la verdad histórica, que esta siempre la escriben los vencedores, por eso siempre está en suspenso, en duda, al estar cojitranca.

Tantas novelas se han escrito de nuestro último hecho bélico, que una más, tal vez, quede en el rincón como otras. Pero, a mí, me han llamado la atención dos aspectos; uno, el entorno en que se produce, y el otro la dignidad, la belleza, el arrojo del personaje primordial de los hechos narrados. Y además creo que es la razón  primordial de la narración al aunar realidad y ficción. Esta es la que llega a esos vericuetos que casi siempre se nos ocultan al evocar el orden establecido, como ha dejado escrito B. Brecht en su obra.

 Después de tanto tiempo hay que gritarlo ahora que ya no se esgrime con la fuerza de antaño. Pero no olvidemos que cuando la libertad se convierte en el axioma primordial de las personas y va más allá de lo que el poder establecido determina, llamarán a las «fuerzas de orden», y es cuando se produce el desorden del bien común. Esto es así; no es un pensamiento nuevo sino que está en los escritores que han ficcionado lo que otros han callado.