Novela, Poesía

Una ondina moderna

Al abordar el libro Una ondina moderna , narraciones y poemas me encuentro con una mujer pletórica de ideas nuevas en su novela, poesía y relatos de la primera mitad del siglo XX. Tres géneros que se resumen en una adelantada, creadora de una población que es la suya con el emblema de gentes que han recibido el señalamiento de afroamericanas; en este entorno hay que estudiar su obra; por eso debemos celebrar que tengamos acceso a su lectura.


Como nos adelanta el editor, el hecho de que proviniera de una familia » de origen multiétnico y en una ciudad en la que la sociedad estaba formada por gentes de origen muy diverso», hay que tenerlo en cuenta para comprender mejor lo que Alice nos quiere transmitir. Incluso se nos dice que podía encajarse en el grupo Brass Ankle, «quizá haciendo alusión a los grilletes con que se mantenía sujetos a los esclavos», pág.13. Si fuera así, el recuerdo se convierte en alarido y la emoción subyace en todos sus escritos.

Poco importa el rastreo que se pueda hacer, incluso delimitándola bajo el paraguas «Negro Literature», pág.65; lo primordial es la lectura y que pertenezca a una denominación no mengua su poderío singular, como una vez acabada la novela corta Una ondina moderna podemos pensar. Destaquemos esa destreza con que desbroza unos hechos que permanecen, por lo que hemos avanzado poco en lo que se considera primordial en las personas como es el humanismo, da igual desde donde lo otees. ¿Qué hay detrás de esa «ondina», es solo ficción o es una realidad que describe para mejor explicarlo? Las primeras palabras de la novela nos evocan un presagio: «El mar se mecía a sus pies con una tenue monotonía de vida y muerte». Lo simbólico se apodera de la narradora recurriendo a la mitología, a ese espíritu que subyace y que lo aclara en la última línea de la novela: «Lo enterraremos junto al mar, Madre». El mar como refugio, como canto constante para los indefensos, para los/as sin voz. Los recuerdos como evocadores de lo que fue, pero también como agarradores de las posibles caídas.

Ya en las primeras páginas la expresión «¿Qué habrá querido decir» es inquietante para quien acaba de casarse. El «perdóname, por favor» no fue acogido, ni siquiera el abrazo y los besos apasionados. Marion no respondió. Mucho tiempo después musitaba la misma expresión » ¿ qué habrá querido decir?». Su remordimiento no cejará, y estalla con otro pensamiento: ¿Me consideras encerrada y limitada?».

Lo que no entendería Marion es lo que ocurrió en la estación cuando Howard se apeó del tren y no ver el «trineo esperándolo». Este hecho y todo lo que ocurrirá en la novela será determinante. Nos llevará al nacimiento del niño; el dardo envenenado llegó al corazón. «Quería que lo supieras…., ya que es culpa tuya». La intriga de la narración te deja en suspenso hasta que se aclaran los pormenores de la relación y los «dimes». Al final, Howard tiene que partir y le dice: «Dios te bendiga, Marion». Terrible idea, casi al final: «De haber sido una mujer, por supuesto que habría tenido que quedarse y afrontar la situación, pero afortunadamente, en el mundo no se esperan tales cosas de los hombres, siempre se les permite la alternativa….» La estampa «Marion contempló largo tiempo la diminuta forma en su pequeño ataúd revestido de flores» nos sumerge en el silencio al preguntarnos ¿por qué? y no hallamos respuesta.

Me he detenido en el último y más extenso poema del libro («Harlem John Henry views the Armada»). Es en realidad un canto salvífico a una cultura propia inserta en lo americano; esta mezcla se consigue con la aceptación de la tolerancia. Precisamente esta dicotomía nos conduce a una excelencia poética, incluso cuando se añaden voces dialectales, Poco importa si fue verdad o se va lejos. El personaje se ha convertido en mito, como representante de la clase trabajadora, que venció a la máquina, al sacrificarse por los demás, y así es contemplado por la poetisa afroamericana. El comienzo del poema con Harlem mirando al cielo le hace musitar: «Beauty must be, must be, else life is dust». ¿Qué hacer ante las dicotomías «Beauty and peace. Beuty and war?». No puede haber otra senda que la titulada «Let us have peace! Tiene que haber un momento en que en la ciudad se adentre la luz para cantar («Beautiful the feet of them that bring us peace!).

El final es clamoroso: la belleza del dolor es un grito contra el odio; es el triunfo del bien sobre el mal, el día sobre la noche; es el gran día de la igualdad, de los justos. Ahora sí: » God´s goin´ to build up Zion ´walls! El pensamiento bíblico resplandece; es el Jesús de los cristianos el que estaba llamado a derribar y construir una nueva justicia, un nuevo Sión, la tierra prometida. El poema termina con el festejo y la gratitud: «Great day! Great day!».

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Dunbar-Nelson, A., Una ondina moderna. Narraciones y poemas. Madrid, Cátedra, 2021

Cantando sobre el atril by Félix Rebollo Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España License