Ensayo

Meditaciones de Hispano-América

Con retraso leo el ensayo Meditaciones de Hispano-América de Agapito Maestre, una de las voces más exigentes en el campo de la filosofía por el carácter intelectual que nos aporta su habla, su escritura y docencia-Catedrático-. En su momento, sí leí El placer de la lectura (2007) y El fracaso de un cristiano (2010). Dos libros capitales para entrever los entresijos del egregio profesor.

Una de las ideas que sostiene es la referente » sin literatura no hay pensamiento», clave en el campo de la filosofía que con acierto Agapito Maestre hace suya y la extiende ya dede el primer capítulo del libro. El dístico literatura es filosofía o filosofía es literatura lo aprendí en el bachillerato; en aquel tiempo, el profesor nos hacía pensar, leer y debatir en clase; si traigo esto a colación es para ser agradecido con quien entendía la literatura como vida, como algo inherente a la persona; en este «blog» creo haberla repetido en otra ocasión, que en realidad es el sustento del mismo.

Ya en la portada nos invita a qué pensadores recurre para exponer sus ideas, basadas en esa relación entre literatura y filosofía para llegar al conocimiento y pensamiento; el hecho de que elija  la expresión significativa «no hay pensamiento sin soneto» (pág. 55) lo dice todo para interrelacionar lo que suscribe. Sorprende que recurra a Sor Juana Inés de la Cruz como estandarte de la poesía hecha de trozos de cielo («la más grande poetisa que la Nueva España haya parido»,pág.61) al no ser estrictamente filólogo; eso demuestra su gran preparación y lector de aquellos que denominamos clásicos. La galería de autores en los que incide son como el maná que todo lector debe tener como canon más allá de su ideología. No podemos, por ejemplo, dejar de leer la Historia de los heterodoxos españoles  de Menéndez Pelayo; es la otra orilla en la que se cimenta parte de nuestra cultura, bien histórica o literaria. La envidia o la ignorancia no pueden sepultar la otra cara que con sabiduría plasmó el santanderino. El sectarismo de una orilla o de otra nos lleva a la sinrazón, propio de los iletrados que cada vez abundan más; eso sí, sacan pecho y no se percatan de su ignorancia.

Alegría, cómo no, cuando cita a Galdós varias veces- además de dedicarle cuatro páginas-; en una de ellas: «uno de los más grandes novelistas en lengua española de todos los tiempos». Por mi cuenta añado: «el más grande novelista en lengua española/castellana después de Cervantes». ¿Quiénes lo han denigrado incluidos algunos críticos ramplones hoy? Sencillamente los envidiosos, los que no aceptan que tuviera voz propia, los que alambican su prosa, los tullidos, los salteadores literarios, los que no tienen ideas y se columpian con algún chascarrillo, que han oído, para salir del paso-y encima creen que es verdad y lo hacen bien-. Todos se opusieron-conservadores, progresistas- cuando la Academia sueca lanzó su nombre en dos ocasiones para que recibiera el Premio Nobel. Solo un puñado de jóvenes ateneístas encabezados por Pérez de Ayala protestaron ante las Cortes (hemos avanzado poco, porque antes sí se podía manifestarse ante el Congreso de los Diputados-Galdós lo recoge en varias ocasiones, por ejemplo en La fontana de Oro- (1870). Ahora nos tenemos que contentar en los aledaños, y no pidas justicia o cultura que raudo te denominan «populista», «radical»; hoy, a Galdós le crucificarían y le denominarían igual- no olvidemos que se adelantó al Concilio Vaticano II- léase Gloria- y a Francisco- léase Nazarín). Por favor, no opines si no la has leído y comprendido, que de estos abundan.

Del capítulo II llama la atención María Zambrano: «la más grande pensadora de España», pág. 129. La tríada «libertad, tragedia, historia» recoge todo un pensamiento que hizo suyo  la Exposición conmemorativa que se realizó a la filósofa en el año 2000. Rotundo es el profesor Agapito cuando escribe que «Zambrano es la gran exiliada de nuestra filosofía, pues su gran verdad, su gran descubrimiento, está al margen de la España actual», pág.132. Insiste el ensayista que hoy, todavía, la que fuera discípula de Ortega, está en la «orilla de España, en los márgenes del debate cultural».

Loa capítulos tercero y cuarto está dedicados a Nietzsche. Sobresalen el poema de Blas de Otero dedicado al filósofo (entresaco: «Amo a Nietzsche (…) /. España, patria despeinada, en llanto / . Ríos con llanto. Lágrimas caudales».), la reescritura, la angustia conquistada,  Nietzsheanismo de Ortega, de Gaos.

En el epílogo-basado «entre vivir y pensar», el autor vuelca su conciencia-con ánimo orteguiano- en el estudio, en la lectura y en la mirada antes de afirmar, leer y, sobre todo, hablar. En definitiva, en el clásico pindariano «sé tú» que tanta ciencia y cultura nos han traído. Y finalmente, realiza un panegírico al poeta Carlos Cano («murió la voz de la experiencia, de la vida», pág. 216) y al filósofo García Bacca, sobre todo por sus Confesiones («estas confesiones son quizás una mirada susceptible de caer en la maldad, pero jamás en la malicia», pág. 223).

Valgan estas espigas para remover cenizas por si hay rescoldo con que calentarnos.

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Maestre, A., Meditaciones de Hispano-América.Madrid, escolar y mayo, 2010

Ensayo

Nota del ensayo Regulación y control sobre contenidos audiovisuales en España

Entre mis manos un ensayo en el que se debate libertad de expresión y la ya manida expresión de poderes públicos como si estos fueran el maná que rompe con un derecho inherente de los humanos: la libertad como algo salvífico.¿Se puede ser persona sin ella? La regulación de lo audiovisual en el siglo XXI no es tan fácil; la globalización no ha traído lo que en un principio se esperaba como agua de mayo; las cortapisas y los muros ciegos, a veces, pueden con la transparencia como algo capital en la sociedad. Pero, todo hay que decirlo: en la sociedad democrática es difícil, aunque se intente un control. Tampoco las redes sociales trazan un camino certero en el que quepa todo.

El libro abarca e intenta clarificar lo audiovisual, hoy, en diecisiete capítulos divididos en tres partes rotuladas: «Democracia y control de contenidos audiovisuales en la era digital». «Principales ámbitos de protección y objetivos de la regulación sobre contenidos audiovisuales para una sociedad democrática». «Actores y protagonistas del control sobre contenidos audiovisuales en sociedades plurales y democráticas»,  mas una introducción en la que se visualizan los motivos por los que es necesario la regulación de lo audiovisual. Si se consigue que estos trabajos sean faro  se darán por satisfechos los hacedores de las diversas almenas que lo conforman.

El apartado primero, se desliza por la conexión entre «regulación y democracia» que con tino describe Elisenda Malaret apoyándose en noventa y tres notas a pie de página, necesarias en el trabajo de investigación y una amplia bibliografía. Todo lo investigado nos conduciría a «una mayor transparencia y responsabilidad tanto de las instituciones públicas de regulación como de las instancias privadas de autorregulación, pero sobre todo aumentar las capacidades y la formación de todos los ciudadanos» ( pág. 72). Es decir, a una sociedad perfecta, pero difícil de llevar a cabo, aunque haya que exigirlo.

Mabel López se detiene en los contenidos audiovisuales en internet. Problema arduo cuando nos adentramos en plasmarlos con el ordenamiento jurídico. La profesora concluye con cinco ideas que tienen como basamento «ni todo lo que se hace en internet supone el ejercicio de la libertad de expresión ni del derecho a la información» (pág. 93). Siempre se ha dicho que Gran Bretaña ha sido pionera en la regulación; en este hecho ha ahondado Manuel Pereiro; nos recuerda que este estudio se debió a una estancia de investigación en «London School of Economics Political Science». La primera parte termina con «El derecho al olvido digital» de Emilio Guichot. Al aparecer nuevas tecnologías de la información, los controles se han transformado. Lo más interesante son las reflexiones a que llega el autor al final del trabajo (págs.136-140). Entresaco, «la acuñada dogmática sobre la libertad de información y su ponderación con el derecho a la intimidad, a partir de los criterios de la relevancia y la veracidad, se ha convertido en la clave para el diseño del nuevo ´derecho al olvido´».

La segunda parte es la más extensa con ocho capítulos-189 páginas- en los que hallamos un conglomerado de expresiones y palabras que ya de por sí nos dejan pensativos: libertad religiosa, libertad de expresión. odio, discurso sexista, Código penal, regulación audiovisual, políticas de igualdad, educación, calificación por edades, redes sociales, facilidad para su transmisión, mundo globalizado, intransigencia, derechos humanos, publicidad, machismo, etc.

El carácter mercantil lo llena todo con un referente nítido: la publicidad; el conflicto es menor; los poderes públicos si intervienen hay una estampa mucho más nítida, el control se hace llevadero y la autoregulación funciona mejor, sobre cómo establecerlos es el estudio que realiza María del Rosario Fernando, y los contenidos admisibles en materia publicitaria y cuáles no son analizados por Belén Andrés.

Los discursos de odio y los conflictos que sobresalen han hecho que el Código penal haya sido reformado, no olvidemos la discriminación sexista tan en boga en el siglo XXI impropia entre humanos y más en una sociedad avanzada. Cómo aunar educación y contenidos audiovisuales, más políticas de igualdad, el discurso de odio y la libertad religiosa, la protección de los menores de edad-la actividad sancionadora- son hechos que con sabiduría los podemos leer en los capítulos cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez. En realidad es el corpus que abandera esta segunda parte.

La tercera parte está conformada por reflexiones de la regulación-contenidos, limitaciones, riesgos- en España en las que se percibe el buen hacer y disposición de los que nos concierne. Así, no solo los contenidos audiovisuales sino también sus riesgos, y, a veces, sus limitaciones. Las herramientas jurídicas son esenciales para el desarrollo de los audiovisual, de ahí que la Administración pública debe estar atenta para superar cualquier anomalía.

Me ha llamado la atención de esta parte el capítulo catorce en el que Isabel Fernández Alonso desde la Universidad Autónoma de Barcelona analiza con nitidez e inteligencia «las actualizaciones más controvertidas en el contexto del debate secesionista (2012-2015)». El trabajo en sí rezuma sabiduría no solo porque nos acerca a un tema tan convulso y de actualidad sino también por el organigrama del mismo. Son nueve páginas que parten de la «Comunicación de la Comisión Europea al Consejo, al Parlamento Europeo, al Consejo Económico y Social y al Comité de las regiones» e, inmediatamente, aborda el «Consell de l´audiovisual de Catalunya», el primero en regulación audiovisual y «el que aúna más competencias, al ser, por ejemplo, el único que otorga licencias de emisión» (pág. 368). Para el que suscribe esta reseña ha sido una sorpresa que la autora haya tenido la valentía de descifrar y puntualizar lo que acontece en la Cataluña actual con claridad. Su capacidad intelectiva va más allá de un entusiasmo pasajero.

 

Teatro

La cisma de Inglaterra

Cuando me acerco a Calderón de la Barca recuerdo aquella frase con que el profesor-en el bachillerato- comenzaba el tema: «El arte teatral de Lope se hace ciencia en Calderón»,  que aprendíamos de memoria. Claro, ya habíamos leído y estudiado  al «monstruo de la naturaleza» en el que cayeron genuflexos el resto de dramaturgos de la época, incluido Calderón. La cisma de Inglaterra no fue una lectura obligatoria; ahora, es la primera vez que he leído con delectación, aunque sí  el enfoque de Shakespeare en Enrique VIII . La proclamación de la Iglesa anglicana y ruptura con la católica ( Iglesia de Roma) nace de los amores entre Enrique VIII y Ana Bolena-conocida ya como  «Anne of Thousand Days». Detrás está Catalina y el repudio del rey. Ellos son los personajes capitales de un hecho primordial para la historia de Inglaterra y parte de la humanidad. Si nos quedamos en lo manido que ha pasado de boca en boca: «que Enrique VIII fue un tornado de pasiones, que si Ana era  ambiciosa y frívola, que si María era la inocencia, el candelabro y la luz», es no entender nada de los problemas capitales de la sociedad inglesa, o cómo se ejercía el poder político y religioso.

El tema trajo para unos alegría, y para otros desencuentros en aquella época. Pasó como sabemos a la historia, a la literatura y al cine; cada uno dio un matiz. El diálogo que  ha

pervividio, siempre nos deja como embebidos por un destello si no distinto, al menos con las dudas por el paso del tiempo. Calderón de la Barca da el suyo sobre todo en la concepción del rey, que no legitima porque ha perdido la unión de la monarquía con la función «redentora de Dios». El fracaso como dirigente subyace, dado que Calderón de la Barca se emparenta con el concepto teológico-político de la casa de Austria como ya se ha descrito en otras obras. Más allá de imaginación del dramaturgo sobresale su pensamiento de unos hechos acaecidos históricamente impregnados de dramaturgia. El lector podrá tomar partido o no, pero no quedará yerto ante una estilo lleno de perfección, que hoy echamos de menos; lo literario, el saber elegir un adjetivo y un verbo;  aunarlos no es tan fácil como creen algunos con esa prosa mortecina que hoy nos apabulla, y lo peor es que creen que escriben bien cuando les falta ese engranaje tan típico de lo que ya denominamos clásicos. Esta lectura nos ayudará a comprender algunos aspectos de lo existencial, a conocer mejor lo humano de que estamos hechos.

Poesía

Miguel de Unamuno,Teresa: saber que se ha vivido

Cuando me viene a la memoria la poesía de Miguel de Unamuno revolotea  El Cristo de Velázquez , la perfección suma; más de tres mil versos al crucificado no es fácil. La expresión con que Unamuno quería pasar a la posteridad o que le recordaran ha quedado ya esmaltada: «Fue todo un poeta»; así se lo confió en una carta a Clarín. No sé si hoy es reconocido el rótulo, fuera de los que nos dedicamos a la docencia.

Las Rimas y la Epístola están escritas en verso, el resto-presentación, notas y despedida-, en prosa». Combina prosa y verso para dar más lucidez a lo narrado, hecho que se ha dado con anterioridad en la literatura, incluso en el texto bíblico-la perfección suma-. Cinco partes conforman el libro. Poema romántico titulado Teresa». Es una historia completa, que versa sobre «amoríos que nacen como el alba»; es simplemente el recuerdo romántico que nos caracteriza a los humanos. Son sus Rimas-el recuerdo de las becquerianas es nítido-. Son 98 rimas y una epístola.Te puedes pasar una tarde leyéndolas de un tirón para ver el néctar-«es  viento loco el puro sentimiento» del poeta. Es la otra conciencia de Unamuno, la existencia amorosa, vivencial, intimista. Es un canto a lo terrenal, pero también a lo que trasciende («que estoy muriendo cantando: Teresa»-rima 97-. El poema viene precedido de una presentación en la que nos anuncia el mal de amor y muerte y nos adelanta los protagonistas: Rafael y Teresa.

La tercera parte lo constituyen «Notas». Miguel de Unamuno nos advierte de que «los que no busquen poesía-y Dios los bendiga-pueden muy bien ahorrarse su lectura y aun la de la Presentación. Pero hay otros lectores a quienes hay que distraer dándoles entremeses y sainetes. Y por otra parte soy yo el que deseo distraerme». En estas notas hallamos lo que entendemos por crítica literaria.

En la parte «Despedida», Unamuno comienza con ese latiguillo propio de la literatura: «Al escribir las notas de este libro manifesté que acaso no debí haberlas escrito, así como tampoco la presentación que le precede, dejando que las Rimas,  en su desnudez, dijeran por sí cuanto tienen que decir». El final está coronado con uno de los cantos extraídos del libro Don Juan de Lord Byron, que comienza: Yet there wil be bards: though Fame is smoke/Its fumes are frankincense to human thought».

Teatro

La gala de Medina, / la flor de Olmedo

De nuevo, pasó Lope por el teatro de la Comedia de Madrid. Su última función el día 31 de marzo-sábado de gloria-. Como siempre, lleno en todas. Tomen nota los tullidos, los que hablan o escriben del «monstruo de la naturaleza» sin leerlo; los que solo hablan de su vida sin llegar a leer no ya su poesía, sus epístolas o su teatro, tampoco a sus biógrafos. Solo cuentan chascarrillos que han pasado de boca en boca por envidia-esa lacra tan humana- o desconocimiento, que es común.

Si leemos El caballero de Olmedo, lo primero, quedamos atrapados, prendados, por lo bien que está escrito; qué más da la génesis de la leyenda del Caballero; simplemente, Lope hace una suya sin más en la que la sencillez y limpidez arropan a la trama para que llegue a los espectadores o lectores; quedamos como genuflexos al ver cómo trenza la seguidilla «esta noche le mataron al Caballero, / la gala de Medina, / la flor de Olmedo». Cómo supo hilvanar canto y muerte, júbilo y destino («si os importa, yo cumplí, / con deciros la canción. Volved atrás, no paséis / deste arroyo.»), «él te adora, tú le has muerto», «caro os ha costado / el tenerme amor». Varios siglos han transcurridos y no ha aparecido otro que se le asemeje. Loor, por tanto, al «Fénix», palabra viva. Lo demás, florecillas del camino, y, a veces, ni eso.

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