Poesía

No quería contarlo…

He leído al declinar la tarde, hoy viernes, ya casi oscurecido, Un año y tres meses.

Las 69 páginas las he leído de golpe, sin parar, como si algo me empujara a ser partícipe de los acontecimientos. Una vez terminado, el recuerdo que viví se hace presente cuando allá por quizá a finales del invierno de 2021-no recuerdo exactamente- cuando yo subía por la calle Cea Bermúdez de Madrid a la altura de La Caixa, por el número 61, bajaban Almudena y Luis, bien abrigados, juntos los hombros, pero no cogidos de las manos, de rostros serios. Anda, me dije, qué sorpresa; pensé: les tengo que decir algo; primero, me vino «Completamente viernes», después «completamente tú», como saludo; al final, ante tanta seriedad, me salió solo «poeta…», y no me atreví a detenerme, proseguí calle arriba. Probablemente, ya el dolor anidara.

Sí me ha sorprendido lo de la silla de ruedas, pero no el hecho de que se colara como disfrazado médico hasta la habitación donde estaba porque una persona enamorada hace lo imposible por estar allí, a su lado, aunque la pandemia estuviera vigilante.

Todavía, de vez en cuando, me viene a la memoria su libro amoroso que puse como lectura obligatoria en la Facultad Completamente viernes. Y, cómo no, los debates en dos clases; verdaderamente fue un libro hermoso que cayó en tierra abonada en una juventud prendida de belleza como el libro, seguro a la espera de «completamente tú». Es algo que nos pertenece.

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Poesía

Un velero bergantín

Un velero bergantín[1]

Félix Rebollo Sánchez

Fui leyendo este ensayo hermoso, a salto de mata, en el metro, en el tren y en la calle porque son como pinceladas que nos atesoran ideas y estas nos conducen al pensamiento. ¡Qué bien que se recuerde a los que nos dedicamos a “leer, escribir y enseñar literatura…, todavía”! (pág. 150). En realidad, estamos ante la defensa de lo que nos hace libres, a lo que nos vivifica, a la necesidad comunicativa, al encuentro del otro.

Con este libro se nos insta a cuán importante es que hallemos lo estético en el texto literario y defenderlo como un instrumento primordial para nuestra formación en un radio de acción múltiple. Ya sé que comprender esto es difícil hoy en que el desperdicio-llamado, también, basura- asoma, incluso, en los medios de comunicación cuando deberían ser alfareros de la educación, del saber.

El aprendizaje no solo tiene que cimentarse en las aulas-tan fundamental- sino también en todo lo que nos purifica, en el entorno en que vivimos. Acertadas palabras se nos muestran en la contraportada: “Este ensayo es una reivindicación de la experiencia literaria y de la enseñanza de la literatura”, precisamente, ahora, cuando el hecho literario está lejos de la formación integral de las personas, y vamos a menos. Por eso, con tino se nos resalta que “El saber es la única riqueza que podemos transmitir, dar a los demás, sin empobrecernos” (pág. 146).

Y ya como lector del poeta del ensayo, me ha llamado la atención el que una amiga le recriminase el último verso del poema “Mujeres” del libro Habitaciones separadas, “que la vida te trate dignamente” (pág.136). Ante este hecho, García Montero quiso cambiarlo por “que la vida nos trate dignamente” (pág.142), pero, al final, desistió; hizo bien en no hacerlo, hubiera perdido todo su encanto, toda su fragancia, ritmo.

La última parte del libro es un decálogo poético que te conmueve, te seduce, te insta a la meditación, a buscar la palabra exacta, a la perfección; la suma del arte de escribir y leer.

[1] García Montero, L., Un velero bergantín. Madrid, Visor Literario, 2015

Poesía

García Montero en los cursos de verano de la Universidad Complutense

Con retraso-parece que es una norma en los cursos veraniegos-, en este caso no por el confereciante, de nuevo, la presentadora del poeta y profesor leyó unas líneas que traía escritas-duró un minuto- para adelantarnos que el encabezado de «Francisco Brines y la Generación de los 50» sería pregunta-respuesta; aspecto que sorprendió a García Montero porque había preparado una conferancia que traía en unos folios; después de un titubeo, el poeta quiso agradecer a Carlos Marzal la invitación, pero que en la forma no se habían entendido.

Ante una sala llena-escuchar a García Montero es una celebración, una enciclopedia poética viviente- trazó la tríada de esta generación que le había conmovido: Ángel González, Gil de Biedma y Francisco Brines. Cuando comienza su quehacer poético se vio envuelto, por una parte, con una poesía culturalista, y por otra, con una poesía social panfletaria. En esa encrucijada se decantó por una conciencia personal, de compromiso con la realidad sin consignas. La presentadora quiso ir más allá e incluso enhebrar la «Generación del 98», «Generación del 27», pero inmediatamente salió del atolladero manifestando que él no es un «sabelotodo», que se había preparado una conferencia; y se adentró en desbrozar la poesía como conciencia ética al traer a colación los pensamientos de Carlos Bousoño y Olivio Jiménez, y suturarlo con la dualidad la poesía como conocimiento y como comunicación; la toma de conciencia del individuo, bien sea el hacedor o lector es una de las peanas primordiales de la poesía. Evidentemente, habrá matices estéticos de cada poeta y el carácter personal

El poeta de Completamente viernes, Habitaciones separadas,La intimidad de la serpiente, Vista cansada, Un invierno propio, Ropa de calle,  entre otras, quedó un regusto poético en el aire como obra de arte. Marcó los senderos de la poesía, en los que debemos pararnos para leer. Cuando somos lectores nos hacemos creadores, admitimos lo bueno de los demás. La indagación y el conocimiento como baluartes de lo personal. Es, en definitiva, la capacidad de encontrarnos, de concebir la poesía como creación de efectos.

Si tuviéramos que buscar un adjetivo para el rato en el que se dibujó la conferencia, sería el de ¡admirable! Añadamos, también, el de ¡esplendente! por las sabias palabras con que terminó el acto en boca de Francisno Brines, en el que quedamos prendidos de la forma poética con que dilucidó aspectos de su poesía y por qué es agnóstico. Los aplausos corroboraron con sinceridad el agradecimiento tanto a García Montero como a Francisco Brines. Son las 11.35 del 23 de julio; el acto comenzó a las 10.30 horas.

Poesía

La poesía española/castellana desde los años setenta hasta la actualidad

Con estas líneas he intentado acercarme con pinceladas, sin más, al género poético desde lo que se denominó postnovísimos; son muchas las casas de la poesía; he pretendido ventear algunas.

La poesía espñola / castellana de los años setenta hasta la actualidad

Poesía

De Diario anónimo a Ropa de calle

En esta página hice un canto al poeta José Ángel Valente con el título «poeta recobrado», una vez terminada la lectura de su Diario anónimo, Gutemberg, 2011. En estos días acabo de terminar Ropa de calle. Antología poética (1980-2008), Cátedra, 2011, de García Montero. Solo tienen en común  la poesía como pan que nos alimenta. Valente es más profundo, más interior, más intelectual. Sin embargo, García Montero ya se le conoce con el marbete de «poesía de la experiencia», y, quizá, su poesía sea más sencilla, más cercana a las gentes que pululan por las calles.  Pero esto poco importa; lo primordial es que la poesía nos llene, nos inunde de pensamiento, de conocimiento, teniendo siempre presente la expresión machadiana «palabra en el tiempo».

     En realidad, yo ya había leído bastante de la poesía que viene recogida en la Antología desde Y ahora ya eres dueño del Puente Brooklyn (1980) hasta Vista cansada  (2008). Pero, un libro que me llenó fue Completamente viernes (1998), por lo menos algunos de sus poemas; por encima de todos destaco «Hombre de lunes con secreto», quizá porque sea el más amoroso. El comienzo: «Este lunes de abril templado y diligente, / muy de mañana sin haber dormido», nos invita a la lectura, a la entrega, a buscar la esencia, a  libar el mejor tú.

Consciente de ello, lo puse como lectura obligatoria a jóvenes  19-20 años. Por el debate que suscitó a buen seguro que también la lectura les confortó. Entonces, los alumnos /as  que tenía en clase sumaban 170, en cada curso, y eran tres. Al ver después la segunda edición del libro, pensé entonces que había contribuido a su expansión. Hoy, en el Espacio Común Europeo los cursos son de 80 alumnos/as.   Pero, he de añadir también que del poema, al que hago referencia, no me gustó el último verso «Buenos días, soy yo, he terminado». A mi parecer demasiado frío, quizá distante. Otra frase, otro sintagma, hubiera dado más sentimiento, más cercanía. Ahora, con la distancia, al volverlo a leer, tengo la misma impresión. Claro, pero esto forma parte de la subjetividad lectora.

La introducción a la Antología no me ha llamado, en demasía, la atención, pero sí un libro que leí hace tiempo de Laura Scarano, Las palabras preguntan por su casa. La poesía de Luis García Montero. Madrid, Visor, 2004. Es lo mejor que he leído de la poesía del poeta granadino, ya afincado en Madrid, lejos de los problemas que a veces  acarrea la docencia. Tal vez, por eso, la introducción me parezca alicorta, más allá de los destellos que atesora en algunos párrafos.

Del libro Vista cansada (2008) se han seleccionado los más humanos; son memorables los poemas  «Rafael Alberti», «Colliure» y «Aniversario». Este lo destaco por la fuerza amorosa que desprende después de tanto tiempo; no sé si se puede entroncar o relacionar con el poema al que he aludido del libro Completamente viernes. Creo que debe existir. Si es así, el amor es completamente «tú». ¿Qué son si no los versos «dejando de ser yo / para llamarme con tu nombre, / mientras escucho la verdad del mar / y pienso en el futuro«?