¡Aleluya, para los/as desheredados de la fortuna, para los que es esquiva la felicidad, para los que añoran la cultura, para los que no pueden ser libres; para ti, también, que sientes la soledad acompañado/a y no hallas la tranquilidad necesaria en estos días de entrega, de dicha, de fraternidad, de alegría en constante comunión con los demás!
Creyente o no, respeta, y a ser posible recuerda lo que aprendimos de niños, al menos, en los pueblos, -desde luego, en el mío sí, enclavado en un cerro que además se convirtió en una puerta a la cultura-, el canto: «A Belén venid pastores que que ha nacido Nuestro Rey, envuelto en pobres pañales sobre pajas lo veréis»… Desgraciadamente, según las noticias que llegan, la Navidad no podrá celebrarse como se acostumbra en Belén; para todos/as paz. Y si te es posible rememora lo que tradicionalmente se llama «la misa del gallo» en la iglesia más cercana; de niño me encantaba, era a las doce de la noche. Sinceramente, es cuando más se llenaba el templo, incluso muchos se tenían que quedar en la explanada. Se vivía la Navidad.
Esta celebración pascual- la Natividad-, también, quiero hacerla extensible a las 204. 565 vistas en mi «blog» Cantando sobre el atril. Estas personas se habrán enriquecido de lo que escribí en mi salutación fruto de mis lecturas.
Me gustaría también ya que estamos en el año azoriniano leyeras el excelente artículo de Azorín, publicado el 24 de noviembre de 1896 en el periódico El País «La nochevieja del obrero». Tengas fe o no ahí caben todos.¡ Es Navidad! Alégrate.