Personales

Antonio Machado: otro 22 de febrero, ante los ochenta años de su muerte

Mañana otro 22 de febrero para recordar; ochenta años de la muerte de Antonio Machado «ligero de equipaje / casi desnudo / como los hijos de la mar»; pero no nos quedemos ahí y leamos su obra; es lo primordial, más allá de su vida; este es el mejor homenaje que podemos tributarle; inténtalo y si puedes ventéalo; no permanezcas, sin más, en el éxodo y llanto; esto ya es imposible olvidar para las futuras generaciones y siempre estará presente en las personas  de bien. En esta página escribí cuando pasaron setenta y cinco años, amén de unas líneas de un libro que publiqué sobre el poeta (Antonio Machado entre la literatura y el periodismo). Si tienes tiempo léelos también, y si quieres puedes comentar lo que creas conveniente; será bien recibido.

Huye de las anécdotas triviales y adéntrate en su pensamiento; a los sabios hay que leerlos para desarrollar nuestra inteligencia. Piensa, por ejemplo, cómo observa la poesía: «palabra en el tiempo»; otros la han bautizado como «canto y encanto» (E. Cardenal); «poesía eres tú» (Bécquer); «diálogo del hombre con el tiempo» (Juan de Mairena); «devolvamos / las palabras reunidas/ a su auténtico dueño» ( J. A. Goytisolo); » es nuestra última casa de la misericordia» ( J. Margarit); «una aventura hacia lo absoluto» (Pedro Salinas); «ese espacio de vida interior» (Keats), etc., y todo encorsetado en la frase lapidaria de Juan Ramón Jiménez: «inteligencia dame el nombre exacto de las cosas». Un buen fin de semana para dedicarlo al poeta de siempre.

https://cantandosobreelatril.com/2011/08/02/antonio-machado-entre-la-literatura-y-el-periodismo/

https://cantandosobreelatril.com/2014/02/22/75-anos-de-la-muerte-de-antonio-machado/

Portada del libro Antonio Machado entre la Literatura y el Periodismo
Antonio Machado entre la Literatura y el Periodismo
Novela

Las Brontë en parajes inhóspitos

Aunque tarde, como casi siempre ocurre cuando algo tiene valor, las hermanas Brontë están en el candelero con tres novelas que apasionan a los lectores, aunque para la posteridad nos sobrecoja Emily con su obra maestra Cumbres borrascosas sin que Jane Eyre-Charlotte Brontëy Agnes Grey-Anne Brontë- desmerezcan. Si puedes, intenta ir a Haworth, visita la casa en la que vivieron-casa parroquial-, recréate con el paisaje-«tan del todo apartado del mundanal ruido»-, y así quizá comprendas mejor el espíritu que destilaron las tres hermanas en sus obras. Después, ese oreo que imprime el lugar no te abandonará con un recuerdo perenne; y si te atreves a leer la poesía de Emily quedarás imantado para siempre. Haworth y  Yorkshire estarán presentes cuando oigas o leas a las tres escritoras después de que pises esos petrificados lugares agrestes-en los que acaricias el cielo- con acento literario; mejor en la primavera o verano que no en el crudo invierno.

Ahora en formato asequible, no solo por el precio, intenta leerlas y no tengas en cuenta las opiniones vertidas. Lo primordial es el lector/a ante el texto y si te sirve para tu formación; he ahí la grandeza de los libros. La creación literaria como algo necesaria para extender el conocimiento y la inteligencia. Aquí a buen seguro que los hallarás en medio de una época victoriana tan grandiosa de las que forman parte las tres novelas. Hoy, se consideran dentro del clasicismo literario inglés y eso que en aquel tiempo no era tan fácil que se publicaran y  leyeran.

Con una voluntad de hierro, CH. Brontë consiguió que Jane Eyre. An Autobiography saliera a la luz en 1847. Ante tanto éxito, se publicó la segunda edición ya con prefacio de la autora, todavía con el seudónimo Currer Bell. Aparte de los agradecimientos por la acogida del público, la prensa y los editores, arremete contra la intolerancia-«padre de todo delito»-. He sonsacado las frases : «El convencionalismo no es la moralidad. La santurronería no es la religión. Atacar aquellas no es defender esta. Quitarle al fariseo su careta no significa alzar la mano contra la Corona de Espinas». En realidad, todo el prólogo está lleno de verdades que incluso hoy gran parte de la sociedad no quiere oír, de ahí su vigencia.

Aunque ya la novela se publica solo con el título de Jane Eyre, en la primera edición aparecía An Autobiography. Sin duda, la realidad y la ficción se dan la mano, y parte de la novela atestigua la vida de Charlotte. ¿Se puede crear de la nada y más en un siglo tan convulso?, ¿y cómo no recurrir al sentimiento amoroso tan propio de las personas? El romanticismo que tanto bien trajo también se asomó al fracaso; son las dos laderas por las que cabalgamos las personas.

Más allá de que es un trasunto de su vida enmarcada en Jane, los hechos del hambre, la intolerancia, la descripción de interiores por las cinco casas que pasó, los jardines, familias que trataban a las institutrices con arrogancia-rayando la ridiculez-, desolación interior, la búsqueda de identidad, el poder o porque lo mando yo es propio del siglo que le tocó vivir, y a eso se agarra la autora para darlo a conocer, pero también en su idea de ser ella, de ser libre, que siente, la lucha por la igualdad, de conquistar algo nuevo-tal vez por la monotonía de sus ocho años de profesora-, «desistí e hice un ruego más modesto, por un cambio»; incluso nos dice que rezó por conseguir la libertad. Claro que choca el final de la novela, aquí no se parece a lo biográfico; el porqué Charlotte se decanta por un matrimonio entre Jane y un hombre ciego y mutilado caben muchas interpretaciones, pero  esto no es lo fundamental.

Los que  leen  mi página se habrán percatado de que tengo una cierta predilección por Emily-de hecho cuando voy a Extremadura una de las mieles que compro es la de brezo- «La abeja danza entre las campanas del brezo»-, planta abundante, símbolo del páramo por excelencia-«en verano nada más divino que esos valles encerrados entre colinas y esas erguidas, audaces crestas de brezo», leemos en la novela y que tanto admiraba-, sobre todo desde cuando visité Haworth y descubrí que también había escrito una poesía excelente-nada de metafísica como se ha escrito-, sino cercana, sentimental, que te llena y parece que sientes como ella lo que escribe. Guardo con primor una edición en inglés de Wuthering Heights (Reissued by Macmillan Collector´s Library que me regalaron) y, claro, el libro de poesía The Brontës en el que están los 31 poemas que escribió Emily que compré cuando estuve por esos páramos de York, ya famosos («only twenty-one of her poems were published during her lifetime», aunque después he tenido noticias de que tal vez se le puedan atribuir 182; quizá conjeturas).

Todo lo que rodea en Haworth lo puedes leer en la novela con un detallismo que te impresiona; solo puede venir de una persona que ha hollado esos lares, y como en una colina nos presenta una apasionada relación amorosa que nos sirve de lumbrera para que estemos advertidos. Hasta dónde nos puede conducir el amor, incluso en este relato entreverado de odio, incluso brutalidad. Cómo es posible que ante la perseverancia amorosa exijamos la frase lapidaria «No descansarás mientras yo viva» (Catherine Earnshaw, may you not rest, as long as I am living! (…) I know that ghosts have wandered on earth. (…) Oh, God! It is unutterable! I cannot live whithout my life» I cannot live without my soul!). Por qué nos apropiamos del otro yo; por qué arrebatamos la otra libertad que no nos pertenece. La leyenda dice que ese espíritu amoroso prosigue por las parameras del lugar. Hay expresiones que van más allá de los imaginado («Si todo lo demás sucumbiera y él quedara, yo seguiría existiendo). Queramos o no, Brontë country es un territorio mítico; no importa que combinara lo real con lo imaginario para describir los páramos de Yokshire; la creación es necesaria.

La muerte de Emily, tan temprana-30 años-, fue injusta, quizá en ella se juntaron la soledad, la muerte de su hermano, su obra que no fue bien recibida y cómo no, algo que necesitamos, como es el amor (El verso “Sweet Love of youth, forgive, if forget thee /while the world´s tide is bearing me along”, siempre me hizo pensar en que algún día le llegaría la plena realización amorosa; tal vez se truncó o ni siquiera apareció). Algunos achacan al resfriado que cogió, la tuberculosis…, todo se juntó, quién sabe. Lo primordial es que hoy pervive y es un ejemplo en muchos sentidos. El devenir le ha premiado no solo con su obra cumbre sino también con su breve poesía. Hagámoslo posible también en el siglo XXI. Su espejo nos servirá de ayuda. A las personas de bien hay que enarbolarlas.

Detrás de la novela Agnes Grey, al menos en parte, subyace la vida de Annë Brontë. No entremos en si es «un diario», «apuntes autobiográficos» o novela realista. Eso poco importa. Son los lectores los que la valorarán. Es una historia más en la que sobresalen los quehaceres de una mujer en medio del siglo; es la suma de la realidad y la ficción. La autora quiso darnos otra historia de amor en la que por cierto ella no está inmersa, por lo menos en ese final propio de hacer felices a los demás, o tal vez lo que le hubiera gustado, aunque no fuera así como sabemos por su vida. Tres novelas que te harán pensar para que cada día entiendas la importancia de la existencia.

 

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Las Brontë, Tres novelas, Jane Eyre, Cumbres borrascosas, Agnes Grey. Madrid, Cátedra, 2018