Personales

Curso de verano. Francisco Umbral: el último de la fiesta

¿Por qué personas que se creen más allá del bien y del mal no tienen seguridad en la oralidad y recurren a la lectura de unos folios en los cursos de verano? ¿No empezaron estos cursos como otras formas de impartir docencia fuera de las aulas tradicionales? No es una reflexión solo singular sino también de otros/as que se matricularon con la esperanza de hallar otras fuentes del saber.

Acostumbro a ir a conferencias, cursos, homenajes, presentaciones de libros, etc. ¿No se percatarán de que la gran mayoría aburren? ¿No sería mejor que se prepararan, explicaran lo que quieren decir oralmente y luego dar la palabra al público? ¿No es más enriquecedor? Todos  aprendemos de todos.

Solo he asistido este verano, por motivos varios, al de Umbral, en San Lorenzo de El Escorial, pero solo a la conferrencia inicial de las 10.30 horas y a las 10 del segundo día-y último- por lo que mi opinión puede ser sesgada. Las dos fueran leídas; la primera, consistió en una carta leída a Umbral de cosas que ya sabíamos con el añadido de sacar la daga de vez en cuando y a veces sin cuidar la palabra al recurrir a expresiones barriobajeras que desdicen en un texto escrito, que evidentemente no transcribo, pero que sí tengo en el cuaderno de notas. El conferenciente pidió que la prosa de Umbral fuera considerada como «Patrimonio de la Humanidad».

El segundo día, hoy, con una prosa más culta que el día anterior la conferenciente nos  comunicó que leería 12 folios con letra «Times Roman» con interliniado de  uno y medio. Se basó en una recopilación de las mujeres de Umbral en sus escritos. La frase última: «Con esto he leído mis 12 páginas». Lo mejor: el breve diálogo entre la confereciante, el director del curso y la mujer de Umbral.

No pude asistir a la conferencia de las 12 de Raúl del Pozo ni por la tarde al debate sobre el columnismo por lo que no puedo opinar, pero sí me llena de satisfacción que hoy después de las doce de mediodía han entrado en mi página-«blog» varias personas y han pinchado lo que  pienso de la columna en «Pétalo al columnismo» (20 de noviembre de 2012), «La columna literaria» (6 de julio de 2012) y en «Homenaje a Vázquez Montalbán» (22 de abril de 2014).

Personales

Es tiempo de reflexión. Tempus tacendi. Don´t talk. It´s better

«Tempus tacendi» when

no acertamos con la abreviatura de etcétera (no es etc sino : , etc.).

Cuando escribimos con una rayita  tercero en vez de 3º.

Cuando escribimos UD en vez de U. D.

Cuando entrecomillamos las obras ( no es «La Fontana de Oro» sino La Fontana de Oro  o La Fontana de Oro (subrayada).

Cuando entrecomillamos una revista o un periódico («El País», «La Gaceta Literaria» en vez de El País, La Gaceta Literaria). No vale decir «es que me lo han enseñado así».

«Cuando no sabemos acentuar (por ejemplo no es Galdos,fué,vió sino Galdós, fue,vio).

Cuando no distinguimos entre » si no » y «sino».

Cuando usamos el gerundio de posterioridad, reprobable no solo para el profesor/a.

Cuando creemos que sabemos más que el que examina.

Cuando no distinguimos entre realismo y naturalismo o escribimos que es doña Emilia quien introduce el naturalismo en España. Antes de sus novelas La tribuna (1883), Los pazos de Ulloa (1886), La madre naturaleza (1887)-aun reconociendo que estas dos últimas están consideradas como las más representativas del naturalismo- ya se había publicado La desheredada (1881) del más grande todos. La propia Pardo Bazán la encomia como la primera novela naturalista y destaca el talento magistral «en la expresión de sentimientos y pasiones». Sin olvidarnos que también permanecen en este cajón Lo prohibido y La Regenta, y sin echar en saco roto que el naturalismo español es un realismo trascendido o una fase de nuestro realismo.

Cuando escribimos que La sombra  es una novela corta.

Cuando dejamos en blanco la «polifonía textual».

Cuando no aportamos bibliografía del tema elegido.

Cuando la experiencia no nos ha sevido para hacer un buen ejercicio, hacemos fe de la idea de B. Shaw: «lo único que se aprende de la experiencia es que no se aprende nada de la experiencia». Hay que demostrar al dramaturgo que no es así.

Cuando escribimos los años con punto (no es 1.881 sino 1881).

Cuando escribimos los meses del año con mayúscula (salvo a principio de una oración o después de punto).

Cuando ponemos punto en un título.

Cuando en la portada ponemos 2014., en vez de 2014

Cuando escribimos que La Fontana de Oro es una novela realista hay que decir por qué. No vale decir es «que una profesora universitaria»…, y que figura en algún manual (hay diferencias entre manuales). Hagámonos la pregunta: ¿he leído la novela, por qué no preguntas a esa profesora si la ha leído y que te explique por qué atestigua eso? ¿Por qué no escribir que las dos novelas históricas galdosianas La Fontana de Oro (1870) y El Audaz (1871)  le conducen a Los episodidos nacionales-historia novelesca-, y después al presente, a esa realidad contemporánea que conforman Rosalía, Doña Perfecta, Gloria, Marianela  y La familia de León Roch?

Cuando no engarzamos lo histórico con la realidad contemporánea…

Cuando escribimos VVAA y no VV.AA.

Cuando escribimos 60 ó 70 por 60 o 70 (no es normal tildar un elemento átono).

Cuando cometemos faltas de ortografía con reiteración.

Cuando citamos un párrafo y solo ponemos el autor pero no de dónde se ha extraído.

Cuando no aparecen citas a pie de página en una Programación, como si fuéramos los creadores de lo que escribimos; y lo que hacemos es copiar, copiar y copiar.

Cuando citas el Diccionario de dudas de hace quince años, y no el actual-2011- con las normas nuevas de la Academia.

Cuando no citas el Dicionario panhispánico de dudas

Cuando citas el libro de estilo del diario El País de hace veinte años, y no la última de mayo 2014 con las nuevas normas de la Academia.

Cuando obvias citar libros de técnicas de análisis y comentario de textos.

Cuando no recuerdas cómo  aplicar la didáctica de un texto.

Cuando exiges a los demás lo que no te exiges.

Cuando no innovas, no creas ante un tema. Recuerda el «Sé tú» de Píndaro.

Cuando después de puntos suspensivos pones minúscula; si quieres ponerla pon una coma después  …, (aunque la Academia dependiendo del contexto… se puede poner minúscula).

Sé humilde y reconoce tus errores.

Y, por favor, no nos apabulles con tus supuestas «Matrículas de Honor». Estas hay que demostrarlas en las pruebas.

Y, sin duda, reclama; es un derecho. Denuncia si te han maltratado de palabra. Nos debemos respeto, tolerancia.

 

Pérez Galdós

¿Cómo es posible que todo un profesor me diga «Galdós es pasado»?

Canto de desagravio. La expresión entrecomillada lo entendí como desdén hacia el escritor. Seguramente otro gallo nos cantaría si leyésemos al más grande de todos después de Cervantes, con sumo respeto al Fénix Lope de Vega.

Con esto de la elección de Francisco como Pontífice, hace un año, me acordé de Nazarín. Y en días posteriores y en la actualidad de igual forma. Nazarín, al igual que Francisco, son puro evangelio; es ofrecer la otra mejilla; son cristalino cristianismo. ¡Qué pena me dan aquellos que un día se consagraron para proseguir la senda de Jesús de Nazaret y no dan ejemplo! ¡Se nos enseñó, cuando despuntábamos a la razón, tantas cosas! Ahora me viene a la mente aquellas frases que motivaban a los niños de siete años:.. «me has mirado a los ojos y sonriendo has dicho mi nombre…».

Volviendo al tema de Francisco, él sí dejó en la arena su barca y siguió sus pasos. Observo una relación clara entre Francisco y Nazarin. Si esto es así, ¿cómo se puede mantener el entrecomillado del profesor? Veamos este breve diálogo de la novela en el que me baso:

– «Pues para mí, el Moisés que ha de guiarnos hasta el fin no puede salir sino de la cepa religiosa. ¿No cree usted que aparecerá, cuando menos se piense, uno de esos hombres extraordinarios, uno de esos genios de la fe cristiana, no menos grande que un Francisco de Asís, o quizá más, más grande, que conduzca a la Humanidad hasta el límite de sus sufrimientos, antes que la desesperación la arrastre al cataclismo?

– «Me parece lo más lógico pensarlo así-dijo Nazarín-, y, o mucho me engaño, o ese extraodinario salvador será un Papa.

                         (……..)

-¡Claro!….Pues lo mismo, exactamente lo mismo pienso yo. Ha de ser un Papa. ¿Qué Papa será ese? ¡Vaya usted a saberlo!» . Pero, lo deja bien claro «No basta predicar la doctrina de Cristo, sino darle existencia en la práctica e imitar su vida». (Pérez Galdós, B., Nazarín. Madrid, Rueda, 2001,págs. 110-111). Es exactamente lo que desea Francisco. Esperemos que el cirio Pascual esté encendido siempre; sería una señal  enriquecedora para la transformación de la humanidad.

Este pasaje galdosiano es muy ilustrativo para los tiempos que corren; es pura actualidad; ahí están sus escritos, leámoslos y veremos que el tiempo nos devora pero que los problemas, las preguntas siguen en pie; todo está en su obra. ¿Ahora entendemos por qué le fue negado el Premio Nobel en dos ocasiones? Animo algún estudioso/a que haga una «Tesis Doctoral» por qué se le fue negado. Hagámoslo vivo.

Nota: al hermano profesor le conmino que lea en este «blog» «Al dios de las palabras» e «Ingrata, ingrata, ingrata», entre otros pensaminentos que también podrá leer en esta página «web» como canto desagravio, y luego que piense antes de hablar de Galdós. ¡Ay!, ¡qué bien nos vendría en estos tiempos de tribulación leerlo!

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Teatro

Teatro, teatro, en el Lara de Madrid. Los miércoles no existen

Lara 1Hacía tiempo que no visitaba el teatro Lara de Madrid-uno los teatros más coquetos, denominado, también, la «Bombonera de San Pablo»- situado en la Corredera Baja de San Pablo,15. Ante un público que en su gran mayoría rayaba juventud, desde la fila 2 contemplé la obra más perfecta en cuanto a lenguaje corporal, dicción, movimientos, play-back, sonido, escenario, la dualidad lenguaje culto-vulgar, gestos e incluso vestimenta de las cinco que he visto este año; es decir, todo lo que acompaña a una representación escénica; solo una brizna encontré en la pizarra que se mostraba en el centro del escenario: las abreviaturas de octubre y de septiembre les faltaba el punto (oct., sept.). Por lo demás, matrícula de honor. Mi más sincera felicitación.

Sinceramente fue una sorpresa, no lo esperaba; ni el título, ni su autor-lo siento, no tengo la menor idea- presagiaban un acontecimiento estelar, sí excelso. Dos horas para desgranar situaciones reales y ficticias de octubre de 2010 a septiembre de 2013. La brillantez hizo que el tiempo se detuviera en una sala que estuvo llena.

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Personales

Cursos de Verano, 2014. Conferencia inaugural

Después de una mañana de trabajo en que se dieron cita  el realismo y naturalismo de la novela española, Pérez Galdós y texto dramático, me fui a los cursos de verano de San Lorenzo de El Escorial a escuchar la conferencia inaugural de José Manuel Blecua, Director de la Real Academia Española-así reza la actividad extraordinaria para el primer día de los ya clásicos cursos de verano de la Universidad Complutense- el día 30 de junio a las 19.30 horas.

Sobre las 19.25 fueron apareciendo el Rector, el Director de los cursos, vicerrectores y gente del común; caras conocidas, que año tras año,  se asientan en el Aula Magna del Real Centro Universitario El Escorial-María Cristina, adscrito a la Complutense. Resalta la vestimenta primaveral de las mujeres, no así la de los hombres que predominan los grises y azules oscuros y eso sí algunos encorbatados; por otra parte, me percato del abuso de pantalones en las mujeres que, en general, no les iba por su constitución.

También, como siempre, la puntualidad no es una cualidad que prime, pero ya es endémico. Escasean los políticos-buena señal- porque cuando vienen sacan pecho, no guardan cola y se les asigna la primea fila; lo primordial sería que se impegnaran de más cultura, pero ni por esas (¡Cuándo habrá algún político que tenga la feliz idea de que las bibliotecas tienen que estar siempre abiertas! Esto es pedir peras al olmo). Por fin, a las 19.40 horas se aprestan a tomar asiento. El público asiste en silencio. Ante esta actitud, sin una presentación a corde con el acto, el Rector comienza  a leer, a leer sin mirar al público. Lo peor es que no es una excepción, casi ocurre siempre y no se percatan de que esto aburre. Nos da ejemplo el representante del Banco de Santander, que no lee, que se ha preparado el discurso; es una lección, aunque sean palabras oídas, sabe vender a su empesa sin perder de vista la relación Santander-Universidad.

La gloria correspondió a J.M. Blecua; era lo que esperábamos-no olvidemos que allí estábamos, sobre todo, profesores /as-. Cuando se dirigió al atril, ante un  silencio sepulcral, el Aula Magna parecía como si estuviera en vilo. Su comienzo fue emcionante ya que agradeció al Rector que se acordara en el acto de Ana María Matute, una gran mujer con una prosa que enaltece y nos hace soñar. Después fue desgranando hechos de la Academia: Se detuvo en el año 1726 cuando se crea el Diccionario de la lengua castellana ( seis volúmenes); antes nos había recordado la fundación de la Academa de la Lengua el 3 de agosto de 1713 por el Marqués de Villena. Destacó el trabajo arduo de los académicos por aquel entonces en el que se reunían martes y jueves, e incluso los sábados si era necesario («¡Hoy nos sonroja!«). Precisó las reuniones de las 22 academias, que pronto serán 23 con la incorporación de Guinea. Como broche destacó la informática, capital para digitalizar, y , sobre todo, que la lengua tiene que acomodarse a los nuevos tiempos ante una evolución constante de la sociedad.