No está olvidado el personaje, ya mítico, Galíndez. La editorial Cátedra con buen criterio nos lo recuerda para que primero lo leamos y después cada uno/a es libre para pensar de este profesor exiliado, representante del Gobierno vasco en Nueva York. Missing since 10.30 p. m., march 12 th, 1956. City of New York.
Hago una relectura de la que hice allá por 1990. Ahora con más conocimiento y, sobre todo, con las ideas de la edición de Colmeiro que yo desconocía, tal vez, he pasado de una lectura superficial de aquel entonces a una entrega más profunda del caso ante la repercusión, en su momento, con el adjetivo desaparecido. No sabemos si algún día se recurrirá a otro adjetivo. Su desaparición nos conmueve; detrás, una vez terminada la lectura, nos revolotea tres palabras: secuestro, tortura y asesinato. ¡Quién sabe! Para adentrarse en la novela tenemos que partir de: don Jesús de Galíndez «acaba de presentar su tesis doctoral en la universidad de Columbia sobre el régimen del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo». Estamos, por tanto, ante una novela de investigación.
La novela nos hace ir muy lejos para saber qué pudo ocurrir a este profesor que defendió su tesis doctoral «La Era de Trujillo: un estudio casuístico de dictadura hispanoamericana» un 27 de febrero de 1956. Su análisis conmovió los cimientos en los que se basaba el dictador Trujillo. Al acabar sus clases el 12 de marzo de 1956 desapareció en las calles de Nueva York («¿Qué ocurrió el 12 de marzo de 1956 después de que la estudiante Evelyn Lang condujera a Galíndez desde Columbia hasta la parada del metro de la calle 57 con la Octava Avenida, de camino hacia su apartamento en la Quinta Avenida»?, pág. 38). El 5 de junio la Universidad de Columbia le concedió el título de Doctor in absentia-«Recibe in absentia doctorado de Columbia»- . Su estudio crítico de la dictadura de Trujillo («poco a poco fue quedando claro que Trujillo había orquestado un plan para eliminar a Galíndez a través de sus agentes en Nueva York», pág.40), sin lugar para la duda, es lo que está detrás de su desaparición.
Vázquez Montalbán se vale de una universitaria norteamericana-doctoranda- de la universidad de Yale- para descifrar todo lo que pudo ocurrir. Su nombre Muriel Colbert. El título de la tesis «La ética de la resistencia: el caso Galíndez» va más allá de una simple ocurrencia; encierra otros pormenores que la doctoranda irá descifrando a la hora de investigar sobre este personaje desaparecido. Cuando la rebeldía es virtud nos adentramos en lo que pudo ser verdad o, al menos, se va más allá de todo convencionalismo («Estoy solo, solo con mis angustias. Pero seguiré adelante, aunque nadie me comprenda en esta Babilonia«). El hecho de que se le nombre por parte del Gobierno Vasco como cabeza capital ante Naciones Unidas es algo que no puede ser desapercibido. Nueva York no es Santo Domingo de donde vino y en el que estuvo siete años.
Es evidente que la estructura de la novela nos conduce por caminos diferentes; ese multiperspectivismo con idas y venidas al pasado y al presente la hacen más enriquecedora para acercarse al caso de lo que pudo ocurrir ante tantos asesinatos, incluido el del dictador Trujillo unos años después. Tiempos convulsos, de espías, de malhechores, de la violencia del poderoso inmune. Se parte de cómo pudo ocurrir: la imaginación nos sitúa «en el episodio del secuestro, tortura y agonía de Galíndez, en la cárcel privada de Trujillo en la República Dominicana», pág.46. Muriel-la investigadora- indaga desde varias vertientes ya que recoge las diversas manifestaciones de testigos, entrevistas, archivos. Eso sí nos deja claro que no investiga toda la verdad sino qué le motivó («Tal vez por qué se la jugó). Es decir, sabiendo que le podía costar la vida-«sintió a veces que Nueva York era su Getsemaní». Es la clave del título de la tesis. Un hecho que preocupó, entre muchos, fueron las diferentes formas con que se describía al personaje que se acercaban a lo contradictorio; por otra parte, propio de los agentes en los que predominan las traiciones, las verdades a medias o dobles verdades. Galíndez también fue agente del FBI, «Rojas ND507». El hecho de la separación supuso un doble juego para distraer, para que nunca hubiera pruebas fehacientes («Mientras una pate de los servicios secretos luchaba por investigar la vedad de los sucedido, otra parte trabajaba para borrar las pocas pruebas que quedaban»),pág. 621.
La circularidad de la novela nos hace pensar que proseguiremos con la memoria de un muerto sin sepultura. En la penúltima página, de nuevo, se nos recuerda el pueblo de Amurrio como un lugar emblemático para la historia (« El recuerdo más hermoso que ahora tengo de Muriel fue el del día en que fuimos a ver el pequeño monumento que le han construido a Galíndez en su pueblo, Amurrio, sobre una colina que se llama Larrabeode, en la que han puesto un sencillo pedrusco con su nombre y poca cosa más»). Retrocedamos: se abre la novela también con estos parajes: «En la colina me espera…en la colina me espera…»– versos de Jesús Galíndez-, la circularidad que desprende la novela desde los inicios con la idea de aunar presente, pasado y futuro con la doctoranda, Galíndez y Ricardo nos insta a pensar que la memoria permanecerá, y de alguna forma revoloteará esa «colina empinada, / bajo el roble de mis sueños», dístico, soñado por Galíndez. Sin duda, su alma pajareará por Amurrio ya que al ser desaparecido no pudo dormir en el pueblo como soñó-…»y algún día me tenderé a dormir junto al chopo que escogí en lo alto de la colina…».
Conviene, finalmente, dejar prístino el mensaje del autor que no es otro que la ¨la ética de la resistencia» en una persona que quería llevar a los demás con detenimiento en sus ideas-el nacionalismo vasco y la libertad-. Es el compromiso. Probablemente sabiendo del peligro que corría, tanto por los servicios de información estadounidenses como por los agentes de Trujillo. Así como mantenerse firme ante las injusticias y corrupción del poder, su impunidad, sea el que fuere. Muriel es clave para pregonar la solidaridad entre los pueblos. Una modalidad diferente al poder omnímodo. En estos casos la rebeldía es verdad. Es una actitud ante el poder. Su ejemplo es el que pervive. Es la memoria de Galíndez-«ilustre mártir de la patria vasca»- que defiende Muriel con su entrega, su otro yo revestido de enamoramiento («La señora viuda. La viuda de un muerto sin sepultura», pág.149) de Galíndez ante un hecho que la historia venteará y permanece en la conciencia de las personas libres.
Vázquez Montalbán, M., Galíndez. Madrid, Cátedra, 2023, 639 págs.
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