La contraportada del libro es significativa: «Estas conversaciones aprietan los afanes y quebrantos de un filósofo español que ha visto mucho y sabe demasiado como para contarlo todo». Si a esto añadimos que su pensamiento está sustentado en don Marcelino Menéndez Pelayo, Ortega y Gasset y Pérez Galdós, no puede ser otro que don Agapito Maestre Sánchez, catedrático, filósofo, escritor, tres licenciaturas entre las que destaca su Doctor en Filosofía con su tesis: La teoría crítica de la sociedad como reproblematización de la sociología del conocimiento, y actualmente imparte docencia en la Universidad Complutense de Madrid de Filosofía Moral.
Con este bagaje que te apabulla, he leído con miramiento su sapiencia en estas conversaciones con Jorge Casesmeiro Roger. No es para menos cuando ya en la introducción se nos avisa: «los libros de Agapito no se abren, se descorchan y embriagan», p. 11; y por si había alguna duda en la página siguiente se le denomina «miliciano de la inteligencia española». ¿Qué haces ante tanto? Solo queda un camino: enfrascarte en la lectura de los cinco capítulos ( «Sobre la razón apasionada», «Ser independiente o no ser», «Lecciones de radiovitalismo», «El fracaso de un maestro», «Memoria no es historia»). Finalmente un «Epílogo dialogado». Los muchos libros, que asciende a más de cuarenta y como estrella: Ortega y Gasset. El gran maestro, 2019.
Antes de comenzar la lectura de su faro, como es El gran Maestro, conviene leer la contraportada del ensayo; el comienzo es nítido: «Este libro nos sitúa ante una alternativa ineludible: o reconocemos que Ortega ha superado fórmulas filosóficas, intelectuales y políticas inservibles para construir una nación democrática o, por el contrario, seguimos instalados en la ideología que lo convierte en un pensador sospechoso de haber caído en todos los males del progresismo o del conservadurismo». Los tres apartados en que se configura el ensayo es una prueba lúcida de por qué su título. Solo resta, leerlo; pero antes Razón en vena para poder entender su magisterio, su simiente.
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Casesmeiro Roger, J., Razón en vena. Conversaciones con Agapito Maestre. Madrid, Unión Editorial, 2020
En estos tiempos en que la superficialidad ha creado un sendero, no está de más que de vez en cuando se publiquen libros con enjundia y el pensamiento trabaje para llegar a otros ámbitos más cultos como es el caso de este ensayo Estética de la novela publicado por la editorial Cátedra.
El autor aborda el espinoso tema de la evolución de la novela en el que afirma: «son muchos los intentos y son muchos también los fracasos» con una base: la estética. Al final de la introducción nos deja nítido su pensamiento: «de la descripción de una filosofía de la novela habría que deducir una filosofía de la historia. Esa es la enseñanza primordial de la obra de Bajtín», pág.17 .
Con esta línea se sumerge para analizar «el marco teórico», » La novela cortesana «, La novela popular» y «La novela moderna». Un período arduo desde los primeros albores que el autor nos desgrana para una mejor comprensión, que sirva para generaciones posteriores sin que sea el único maná al recoger otras voces en el » Epílogo bibliográfico», así como los diez puntos sobre «Tesis sobre la novela», que se agradece.
En las primeras páginas de «El marco teórico» nos adelanta: «El gran momento de la novela ha llegado con la Modernidad», p. 32. Es otra concepción del arte narrativo que gira alrededor del diálogo. Su papel cosiste en establecer «un puente entre la cultura popular-oral- y la cultura escrita», pág. 25, sin que sea un menoscabo por el espíritu tanto de una como de otra; las dos se necesitaban y así se ha entrevisto tanto en oriente como occidente hasta conseguir la pluralidad estética.
En el capítulo segundo se aborda «La protonovela», como síntesis desde los orígenes, casos, viajes, testimonios y vidas, materias históricas, simbolismo y religión, Tobías protonovela, y la novela en oriente. Todo un compendio que nos sirve como llanura para entender las cuatro partes que conforman el ensayo.
La cuarta parte está dedicada a «La novela Moderna». El autor nos recuerda una idea de Dostoievski de Los hermanos Karamázov: «Aquí lucha el diablo contra Dios y el campo de batalla es el corazón del hombre». Se parte de que la novela es un producto de fusión, e inmediatamente nos recuerda su planteamiento: una teoría «basada en las ideas de Alexis de Tocqueville y Fiodor Dostoievski», pág. 167, para después adentrarse en simbolismo y Modernidad, simbolismo del pasado, la novela del pasado reciente y de la actualidad, el simbolismo del futuro, y la novela popular moderna.
Unidad cultural, unidad estética se retroalimentan. Oralidad, escritura y las fusiones de lo elevado y popular, de lo sublime y lo más bajo ( «Es la estética del individualismo, del mundo de la igualdad y de la libertad, que debe reunir todas las energías del imaginario de la humanidad para dar respuesta al gran reto», pág.172). El ensayista con esa fuerza que siente trae a colación a Dostoevski al observar » a propósito de la estética de La Leyenda del Gran Inquisidor de Iván Kazamázov: aquí lucha el diablo contra Dios y el escenario de la batalla es el corazón del hombre». La estética es capaz de adueñarse de todo, de lo pequeño y de lo grande; de bajar a lo más abyecto y de asaltar los cielos. Grande por poner como ejemplo a nuestro Galdós: «Incluso Galdós, que cautivó las mismas pautas simbólicas que el novelista ruso, nos legó un lema que bien podría ser el lema del simbolismo, aunque ha sido leído en clave realista: Ars, natura, veritas». La tríada presente, pasado y futuro, apunta el ensayista, nos conduce al simbolismo moderno. Sin ambages, es la necesidad creativa para mejor entender el existencialismo y todo lo que circunda. Aun teniendo en cuenta la diversidad de la novela, el individualismo fue el eje vertebrador de lo que podíamos considerar novela moderna de profundas raíces históricas. Recordemos la necesidad de la historia que como vemos se ha expresado, sobre todo, en la novela. De nuevo, el ensayista recurre a Galdós por su precisión en los hechos narrados en la novela Miau. «en enero del 78 el mismo día del casamiento de don Alfonso con la reina Mercedes». Con el añadido de los Episodios nacionales como novela histórica nacional. No se queda ahí al traer a colación Ivanhoe, Los tres mosqueteros,Guerra y paz, lo que el viento se llevó entre otras.
Capital son también las novelas de aprendizaje: El Doctor Zhivago . O mezcla de aprendizaje histórico con la parodia de aprendizaje individual (La Fontana de Orto, La desheredada. Dentro del pasado reciente y de la actualidad estarían las de educación (Grandes esperanzas, El amigo Manso, El árbol de la Ciencia, La montaña mágica, Juegos de la edad tardía). Sin olvidarnos de las novelas del «gran realismo» de autores como Flaubert, Galdós, Balzac, Sthendhal. Y así se va desgranando la novela provinciana, la biográfico-familiar, familia costumbrismo, el caso especial de Ana Karénina; el simbolismo del futuro (la novela de viajes, la infantil, la aventura moderna, la hermética, la de crisis, la satírica, cómica cultural, etc.). Me han llamado la atención las páginas 313-314 al encajar en el apartado-cómica cultural- a dos novelas que han trascendido época y lugar como son Fortunata y Jacinta y Tiempo de silencio . Por mucho que lea esas dos páginas, me es difícil asimilar ese furgón en que se las sitúa, aunque se valga del ensayo La palabra en la novela de Bajtín.
El último capítulo versa sobre «La novela popular moderna», hermética, sentimental, erótica, otros géneros-algunos géneros propios de la novela literaria tienen también su cultivo popular-. Dos ideas sobresalen, una: » la novela popular tiende a ser un fenómeno internacional sin renunciar a lo local típico». La otra: » la novela popular cultiva géneros con una estructura precisa, como fueron en las `pocas premodernas los géneros cortesanos», pág. 320 . Todo un compendio de por qué la novela ha significado tanto, incluso cuando lo nebuloso se apoderaba del existencialismo. La lectura de este ensayo nos recuerda un pasado que se hace presente con miras al progreso humano.
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Beltrán, L., Estética de la novela. Madrid, Cátedra, 2021
Ya no resulta novedoso la relación entre Periodismo y Literatura; es más, la crítica, en general, ha sancionado que, en su nacimiento, el periodismo fue el mundo de la literatura; los juglares, los trovadores, los pliegos sueltos forman parte del campo semántico de las noticias y estas revestidas de la perfección lingüística, bien oral o escrita.El embrión de la prensa literaria podemos cifrarla en esos pliegos sueltos-cuadernillos de dos, tres o cuatro hojas- que servían para informar; dichos pliegos fueron impresos en Barcelona, Valencia y Sevilla; después fueron pregonados por mendigos y truhanes en las ferias y mercados de Castilla, Extremadura, Aragón, Andalucía.
En café literario; un domingo sobre las 15,30 horas. Me llamó la atención que dos hombres de mediana edad entraran hablando en alto y prosiguieran sentados; parte de la conversación, desde que llegaron, se deslizó sobre Galdós.
– «Como te decía, este año se celebra el centenario de la muerte de Galdós, uno de los grandes universales; no lo digo yo, sino hasta los ingleses, fíjate bien los ingleses…; nosotros desdeñamos a los genios; es el sino nuestro. Para la posteridad: Galdós es una gloria nacional; quédate con la expresión en la memoria. Cuando terminemos de tomar el café te voy a llevar a la calle Hilarión Eslava donde murió, está a un tiro de piedra de aquí. ¿Sabes quién le atendió en las ultimas horas? Otro portento español: Gregorio Marañón. Ya te diré quién fue».
-No conocía estos cafés; cada uno con lo suyo; escribiendo, leyendo; somos los únicos que hablamos, tal vez, nos escuchen. No sé, habla bajo.
-Ahora, están de moda. ¡Cómo se nota que eres provinciano! A lo nuestro, venga, vamos a la calle Hilarión Eslava. Hace tiempo que no paso por ahí; leemos la lápida y nos fotografiamos para que tengas un recuerdo y te inicies en la lectura galdosiana y lo extiendas en tu pueblo.
Lope es como el mar. Otra obra que hizo delicias del público en su momento, y ahora la editorial Cátedra, fiel al conocimiento y a la expansión de una de las voces irrepetibles, juntamente con Cervantes y Galdós, nos invita a que nos deleitemos leyéndola con su sabor, y saber. Atrévete a leerla, no te arrepentirás.
La crítica ha enmarcado esta joya literaria en el llamado ciclo de «senectute» (1627-1635). En Lope de Vega, al ser inmenso y portento literario, poco importa la clasificación; lo primordial es lo que encierra su obra. Hay que leer a todo Lope, quedaremos como inquietos y oreados de su fragancia. Si en casi todas las obras pensamos ahí está Lope, en esta obra está detrás del personaje Fabio, «el alter ego del dramaturgo» ( pág.27) como apunta Ane Zapatero. Además es el que hace las paces al final de la Comedia y contribuye a que la justicia y el nombre de Diana quede en el frontispicio; eso sí, antes, fue el artífice («¡ Ea, que ya sale amor / por donde entraron los celos ! / ¿Para qué estáis mirando? / Qué sirve, si los deseos / están pidiendo los brazos, / poner los ojos al sesgo?»). En un alarde de sapiencia, la editora traza las líneas primordiales desde su inicio, bien documentado, tanto en los problemas textuales como en testimonios, transmisión, cotejo, amén de las colecciones y ediciones singulares modernas.
Con esta obra, Lope pretende dar a conocer la hipocresía, la codicia, la ambición, la mentira de la corte; hasta dónde se puede llegar por conquistar el poder. Al final, es precisamente Diana la que representa la destreza, el honor, la gallardía, la sutiliza, su inteligencia para conquistar lo que le pertenece por testamento o por ley natural; qué importa que naciera de una violación; para Lope no hay distingos, todos y todas son iguales ante el derecho, más allá de que haya nacido fuera de las normas establecidas por la sociedad; aquí la «la expresión hija natural» cobra todo su esplendor. Diana tuvo que luchar para reconocer que tiene sangre noble para ocupar el poder por nacimiento. Un hecho más del gran Lope para aupar a la mujer, como en casi todas sus obras,
En esta edición el apartado crítico es digno de alabanza por el trabajo arduo que ha debido suponer (págs. 225-247). Incluso la sinopsis de la versificación de los tres actos de que consta la comedia con el total de todas a las que recurre Lope, así como el tanto por ciento. La estrofa más usada es el romance (42,59%); la que menos seguidillas (0.28). El resto son redondillas, silva, octavas reales, romancillo, décimas y quintillas. Todo un acopio de perfección que solo un dramaturgo como Lope puede conseguirlo. Ante los diálogos nítidos y rápidos quedas absorto; te ensimismas con esos versos lúcidos, amorosos, ardientes, en continuo suspenso, pero con una lectura que se hace amena, y nos tiene en vilo hasta el final.
A Fabio le concede la despedida. » Aquí, sentado, se acaba / la boba para los otros / y discreta para sí; / y, pues sois discretos todos / perdonando nuestras faltas, / quedaremos animosos / para escribir, el poeta; para serviros, nosotros«.