Novela

Canto a la novela El beso de Dostoievski

Rubio Garrido, R., El beso de Dostoievski. Córdoba, Beredice, 2014.

Hará siete meses que tuve noticias de la publicación de la novela El beso de Dostoievski. Me prometí leerla-los motivos no vienen al caso-. Pero, hete aquí, que en el twitter leí hace unos días que hasta la universidad de Indiana la había reseñado para su biblioteca; ante tal  hecho, comencé a leerla en una tarde ventosa y gris en este Madrid invernal atípico.

Toda obra literaria  nos tiene que servir para nuestra formación o, al menos, es lo que he mantenido. Escribir desde las primeras líneas que me ha impresionado es llegar a la cúspide del arte de la escritura; esto es lo primero que exijo para proseguir con la lectura; pero es tal la precisión linguística narrativa que no te detienes para un descanso sino que te exige lo escrito que continúes. Es decir, la periodista Nadia te atrapa por su desparpajo, para que sientas como ella los aconteceres en carne viva, para que observes la dureza de este mundo ante el mantenimiento y el contento, o hasta dónde las personas caen genuflexas o muestran entereza.Detrás de este personaje hay muchos jóvenes que no quieren manifestar lo que piensan en una sociedad que extenúa, que te hace ver que el mundo del trabajo es otro; que la palabra explotación en otro tiempo de moda, hoy se da con más crudeza y nadie la pronuncia pero la piensa. Es un viacruces el realizado por la protagonista que te absorbe porque no esperas esa luz que mitigue ante lo excelso de su existencia. Eres como copartícipe, como el cirineo que intentas estar a su lado para conseguir esas «esteladas» con nombre de libertad.

Me llamó la atención  de la novela la capacidad narrativa de la autora. Cómo Rocio Rubio ha conseguido lo primordial de este género literario, que no es tan fácil; ella lo ha alcanzadio  con creces y como guinda de sus meandros narrativos se ha deslizado por la senda dialogal; aquí es donde halla la cúspide, la certeza de la necesidad de comunicarnos con un lenguaje cercano y brillante; hasta tal punto que derrocha belleza amorosa, y el lector se columpia en un asidero inmenso. En realidad, somos como peregrinos que pululamos entre el conocimiento y el sentimiento, más este porque junto a la libertad son las dos alas que poseemos los humanos. Nadia se ha desnudado; esta sinceridad nos cobija y nos obliga a ser nosotros; a rememorar el tanta veces evocado pindariano «sé tú».

Personales

La lámpara, que no muera (canto a Teresa de Cepeda y Ahumada)

Encabezo este canto con un dístico suyo, que también lo hago valer en mi salutación de mi «blog»(» Tened olio en la aceitera / de obras y merecer,/ para poder proveer / la lámpara, que no muera» ). Ante el cumpleaños universal de la doctora – 28 de marzo- no está de más que mantengamos, también, la lámpra encendida para que seamos, para que nos sirva de guía por si perdemos nuestras señas de identidad. ¿Qué mejor que leamos su obra? Yo me propuse releer Camimo de Perfección como escribé en otro canto a esta mujer andariega que fue más allá de definir a las personas por sexos como dejé entrever en «Ante los 500 años de Santa Teresa (Teresa de Cepeda y Ahumada)». No podemos olvidar un hecho que fue capital en su formación: su pasión por la lectura («era tan extremo lo que en esto me embebía que, si no tenía un libro nuevo no me parece contento»); esto que dicen que nos falta a los españoles.Obediente ella-en contra de su opinión- dejó de leer ciertos tratados por recomendación del Inquisidor Valdés; fue en lo que se vino en llamar Índice.

Una vez terminado el libro, ¿qué nos puede aprovechar después de siglos transcurridos? Sin duda el estilo musical con que entrelaza las frases para que «hagan efecto sus palabras», las tensa hasta el máximo; es el afán de exactitud en la expresión, la voluntad de estilo, la impronta de su alma. Su fibra de escritora se percibe en sus prosa sencilla, desnuda, prístina; tal vez para que el mensaje quedara límpido; para que los posibles dardos de opinión no la hiriesen.Fray Luis de León apostó por la elegancia estilística («error muy feo querer enmendar las palabras»).

Camino, he aquí la palabra capital para la santa; es la senda para la búsqueda de Dios para unirse. Este es el exhorto a sus hijas. Después advertirá de que “hay diferentes caminos por donde lleva Dios”. Es la libertad que debe poseer cada persona; la diversidad nos hace más libres, el convencionalismo destruye lo existencial; ahoga la libertad. El conocimiento coadyuva a lo más grande que tenemos, por eso la santa insistía en que “procure siempre tratar con quien tenga letras” a sus hijas, y que Dios las librase de los que no lo son (“si no es letrado”). Deseaba que escucharan a personas preparadas ( “gente de espíritu y de letras han menester tratar”).

Otra idea clave fue extender que la verdadera humildad “es andar contentas con lo que nos dan”, esta idea es muy fácil escribirla, la práctica es más difícil de paracticarla.