Poesía

Augurios de inocencia de William Blake

Letras universales de la editorial cátedra ha publicado Augurios de inocencia de William Blake (1757-1829) en edición bilingüe. Quizá convendría recordar sus últimos días: «murió el domingo 12 de agosto de 1827, mientras cantaba himnos de alabanza, de alegría y de triunfo por haberle llegado la hora (pág.43).

En estos tiempos de tribulación no está de más que volvamos a los clásicos y si es de poesía mucho mejor. Las lecturas de estos poemas te enriquecen, hacen que tus pensamientos se agolpen, que volvamos a la época de inocencia al contemplar que el tiempo pasa.

Se trata de diez poemas «de las obras más características y hermosas del poeta londinense (pág.43). Al principio, estos poemas fueron pasando por diversas manos, claro, previo pago. En esta edición de la editorial Cátedra podemos ver el manuscrito en once hojas y veintidós páginas (155-176). Convendría antes de leer los poemas ver los tres apéndices que aparecen casi al final por si su luz nos ayuda a destejer el pensamiento del poeta de viva imaginación ya desde niño, difícil de entender para los que le rodeaban. Su inconformismo existencial no le llevó a la ruptura con la iglesia de Inglaterra, al contrario, se mantuvo dentro de esa iglesia. Intentó aunar imaginación y realidad, al estar convencido de su necesidad como inherente a lo creado. Todo lo percibe como obra de Dios. Primero la inocencia, y después la dura existencia. El bien y el mal, dos polos necesarios en los que el común denominador sería la relatividad.

Lo primordial de este manuscrito es qué pretendió y si hoy nos ayuda en este camino que nos obligan a recorrer una vez hayas nacido. El primer poema The Smile nos sumerge en la dualidad sufrimiento-alegría. Lo que tantas veces pensamos: por el dolor a la alegría. El final del poema es sobrecogedor: «That betwixt the Cradle & Grave/It only once Smild can be/But when it once is Smild/Theres an end to all Misery.

Manuscrito de de Auguries of Innocence

El poema angular para el editor es precisamente Auguries of Innocence. El título es elegido por su importancia. Es el deber moral. Los primeros cuatro versos (To see a World in a Grain Of Sand/And a heaven in a Wild Flower/Hold Infinity in the palm of your hand/An eternity in a hour) nos afirman la relación entre lo individual y lo universal. El primer verso desnuda toda la concepción: la contemplación del mundo en un grano de arena. El final es bien elocuente:»God Appears &God is Light». Lo placentero o lo doloroso tiene un fin. Es lo existencial ante la misericordia del Hacedor. Es la fe la que nos hace más felices. La predestinación como conocimiento ante las adversidades.

Antes, el poeta se había referido, incluso podíamos decir que denunciado, a la sociedad inglesa por hipócrita y desdeñosa ante las miserias de los que sufren. También se preocupa de las aves, que de igual manera el dolor las embarga al estar enjauladas (» A robin, Red breast in a cage»). ¿Es el mundo así o podemos cambiarlo? Nítido es el destino del poeta(«It is right it should be so /Man was made for Joy&Woe.

La tríada verbal confianza, duda y sufrimiento se hermanan en Blake. En días como estos, y en la estación que iniciamos merece adentrarse en su pensamiento con sosiego.


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Literatura

Otra vez Campos de Castilla

Otra vez Campos de Castilla
Despertad, cantores:
acaben los ecos,
empiecen las voces.

Félix Rebollo Sánchez
Cuando se recurre a los clásicos es porque recordamos lo que nos impresiona más allá del tiempo. A mí, uno de los poemas que se me adentró fue la carta poemática a “José María Palacio”, y más en concreto: “con los primeros lirios / y las primeras rosas de las huertas, / en una tarde azul, sube al Espino, / al alto Espino, donde está su tierra”…. Esa carga sentimental del demostrativo me llega alma; como también la dedicatoria del libro-dos meses antes de morir- “A mi Leonorcica del alma”, o los impresionantes versos “Mi corazón espera / también hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera”. Es el Machado que supo cincelarse en su autorretrato con sus últimos versos; “Y cuando llegue el día del último viaje, / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar”. El poeta García Montero manifiesta que es una verdadera poética, “la explicación del camino elegido en una encrucijada”.
No es de recibo que se le encuadre en generaciones; sabemos por carta a Ortega y Gasset que no lo deseaba: “soy más de su generación que de la catastrófica que Azorín fustiga”; pero, que quede claro que Machado a renglón seguido manifestaba su admiración por Azorín. Pero sí ha permanecido para la posteridad la opinión de Federico García Lorca, que había dos maestros: “Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. El primero en plano puro de serenidad y perfección poética; poeta humano y celeste (…). El segundo, gran poeta, turbado por una terrible exaltación de su yo” . La crítica más exigente lo ha definido como la más alta cima del lirismo, de emoción y melancolía. Ante esto, solo nos resta evocar cómo definía la poesía: “palabra en el tiempo”.
Su fervor por Castilla es nítido cuando publica el libro en 1912 y lo amplía en 1917. Si observamos su pasado hay como un cordón umbilical con la Institución Libre de Enseñanza; no en vano al morir Giner de los Ríos lo plasma en su poesía: “Su corazón repose / bajo una encina casta, en tierra de tomillos, donde juegan / mariposas doradas… / Allí el maestro un día / soñaba un nuevo florecer de España”.
El rechazo a la Restauración es patente; él veía otra España donde se atisba un temperamento fuerte: la del cincel y de la maza (“Una España implacable y redentora, / España que alborea / con un hacha en la mano vengadora, / España de la rabia y de la idea). Es el Machado de la soledad pero también de la esperanza. Pero, es la belleza de los versos la que purifica, la que es fuente de esa poesía desnuda en “¡ Colinas plateadas, / grises alcores, cárdenas, roquedas / por donde traza el Duero / su curva de ballesta / en torno a Soria”. O los versos tan señeros, hondos, sentimentales “ ¿No ves, Leonor, los álamos del río / con sus ramajes yertos? / Mira el Moncayo azul y blanco, dame / tu mano y paseemos”. La apelación a Dios: “Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería. / Otra vez, Dios mío, mi corazón clamar. / Tu voluntad se hizo, Señor contra la mía. / Señor ya estamos solos mi corazón y el mar”.
El largo romance “La tierra de alvargonzález”-unos 700 versos- nos sobrecoge (una leyenda de un labrador asesinado por sus hijos por herencia). El lector no puede quedar impasible ante esos hechos; leyenda que Machado recoge para la posteridad y sirva de acicate para hasta dónde el género humano puede llegar por los bienes materiales-envidia, codicia-, más allá de la forma poética con que lo reviste que posteriormente no prosigue.
Aunque no estamos ante un Campos de Castilla uniforme, es el Machado interiorizado, atento al existencialismo- tan en boga a principios de siglo- en el que hallamos dos segmentos nítidos: esencialidad y temporalidad, la poesía hecha carne, de trozos de cielo.

Novela

Canto a la novela El beso de Dostoievski

Rubio Garrido, R., El beso de Dostoievski. Córdoba, Beredice, 2014.

Hará siete meses que tuve noticias de la publicación de la novela El beso de Dostoievski. Me prometí leerla-los motivos no vienen al caso-. Pero, hete aquí, que en el twitter leí hace unos días que hasta la universidad de Indiana la había reseñado para su biblioteca; ante tal  hecho, comencé a leerla en una tarde ventosa y gris en este Madrid invernal atípico.

Toda obra literaria  nos tiene que servir para nuestra formación o, al menos, es lo que he mantenido. Escribir desde las primeras líneas que me ha impresionado es llegar a la cúspide del arte de la escritura; esto es lo primero que exijo para proseguir con la lectura; pero es tal la precisión linguística narrativa que no te detienes para un descanso sino que te exige lo escrito que continúes. Es decir, la periodista Nadia te atrapa por su desparpajo, para que sientas como ella los aconteceres en carne viva, para que observes la dureza de este mundo ante el mantenimiento y el contento, o hasta dónde las personas caen genuflexas o muestran entereza.Detrás de este personaje hay muchos jóvenes que no quieren manifestar lo que piensan en una sociedad que extenúa, que te hace ver que el mundo del trabajo es otro; que la palabra explotación en otro tiempo de moda, hoy se da con más crudeza y nadie la pronuncia pero la piensa. Es un viacruces el realizado por la protagonista que te absorbe porque no esperas esa luz que mitigue ante lo excelso de su existencia. Eres como copartícipe, como el cirineo que intentas estar a su lado para conseguir esas «esteladas» con nombre de libertad.

Me llamó la atención  de la novela la capacidad narrativa de la autora. Cómo Rocio Rubio ha conseguido lo primordial de este género literario, que no es tan fácil; ella lo ha alcanzadio  con creces y como guinda de sus meandros narrativos se ha deslizado por la senda dialogal; aquí es donde halla la cúspide, la certeza de la necesidad de comunicarnos con un lenguaje cercano y brillante; hasta tal punto que derrocha belleza amorosa, y el lector se columpia en un asidero inmenso. En realidad, somos como peregrinos que pululamos entre el conocimiento y el sentimiento, más este porque junto a la libertad son las dos alas que poseemos los humanos. Nadia se ha desnudado; esta sinceridad nos cobija y nos obliga a ser nosotros; a rememorar el tanta veces evocado pindariano «sé tú».