Poesía

La poética temporal manriqueña

Una vuelta a la poesía temporal desde los primores albores de nuestra literatura castellana y cómo ha influido hasta en la poética temporal actual es un aspecto que nos recuerda irreversibilidad del tiempo; es la poesía hecha carne que pretende que estemos inquietos, alertas, al hacernos ver que muerte y tiempo son elementos básicos de la condición humana, parece como si la estela de Jorge Manrique nos mantuviera en vilo; y sin embargo, parece que cuando recitamos las coplas no fuera con nosotros.

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La poética manriqueña

Pérez Galdós

¡Siempre Misericordia! ¿Por qué no justicia?

Una nueva edición de la obra Misericordia de Pérez Galdós en Cátedra Base acaba de publicarse. Buena señal que se prosiga editando esta obra necesaria en el siglo XXI. En mi mente se agolpan muchas ideas de aquellas personas que cayeron genuflexas ante el novelista. Ya ha quedado mitificada la expresión «después de Cervantes: Galdós». Incluso el Nobel Saramago venteó en varias ocasiones la tríada imagen de nuestra lengua castellana: en el centro Cervantes, a la izquierda Galdós, y a la derecha Torrente Ballester. ¡Qué clarividencia tuvo el escritor portugués! No lo dudemos y aceptemos la realidad. Los alicortos-que los hay de muchos colores-, que se abstengan, que también abundan. Estas ideas y muchas otras las dejé plasmadas en una edición-ensayo titulado Galdós y MIsericordia, 1993.

Sin duda la obra es de las más leídas. Esta edición, escribe la autora, es para «animar a los jóvenes lectores a descubrir en Misericordia una propuesta realista que les acerque a la literatura realista y aun pasado relativamente reciente, a la vez que les permita reflexionar y establecer relaciones con la actualidad del siglo XXI.» (pág.31). En el fondo hay muchas verdades que no queremos oír ni aceptar; no importa que el autor tenga que recurrir a la ficción para comprender la realidad. Esa es la grandeza de la literatura, sin ella no es posible acercarse a la realidad que nos envuelve.

¿Qué se propuso Galdós? Sencillamente hacer suyo lo que veía y oía: «descender a las capas más ínfimas de la sociedad matritense, describiendo y presentando los tipos más humildes, la suma pobreza, la mendicidad profesional, la vagancia viciosa, la miseria…». Ser testigo de una realidad que le atosigaba para ventearla. Este año 1897-el mismo de la publicación de Misericordia- en su discurso de ingreso en la R.A.E. defendió que «imagen de la vida es la novela y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías…». En suma, analizar la sociedad de finales del siglo XIX desde el altozano espiritualista. Se apoya en cierta inquietud religiosa para escribir no solo Misericordia; al lado están Nazarín, Halma, Tristana y El abuelo. Es el Galdós intimista que le ha conducido de la interiorización personal hasta llegar a la corriente espiritualista. No se contenta con la «misericordia institucional»; por cierto que es un derecho; sino que va más allá con ese aldabonazo a las conciencias, y exige entrega, respeto, cariño, caridad entendida como amor (Ubi caritas et amor Deus ibi est).¿Qué es si no Nina ese gran personaje que crea Galdós apayándose en la lapidaria frase evangélica «Benigna sea tu misericordia»? Nina con su entereza busca la verdad, inculca la esperanza,el bien de los de los demás. Por desgracia, necesitamos muchas Ninas. La tríada adjetival-¡ingrata, ingrata, ingrata!- («reventó en un llorar ardiente, angustioso, y golpeándose la frente con el puño cerrado, exclamó: Ingrata, ingrata, ingrata», pág.291) casi al final nos tiene que llegar al sentimiento más profundo y acercarnos a este personaje hecho de trozos de cielo al que tenemos que llevar siempre. La literatura debe servir para esto. no para el entretenimiento. Si no te sirve para la vida, no pierdas el tiempo.

Al final de la obra, la editora recurre a 28 preguntas que te ayudarán a comprenderla con el rótulo «Después de la lectura. La realidad, reflejo de la ficción» para que ahora seas tú el que expandas tu creatividad una vez leída. Un ejercicio en el que se debe notar tu personalidad, tu estilo y si tienes conciencia social ante los desatinos de las relaciones humanas.

Personales

Media Maratón de Formentera (Islas Baleares). Del Faro de La Mola al puerto La Sabina

Por fin pude participar en una carrera que me ilusionaba. No conocía el lugar aunque el año pasado estuve en Ibiza en otra y quedé prendado de la isla. En esto del atletismo aprendes cosas nuevas que ni por asomo te las imaginas. El adjetivo paradisíaco lo he empleado en algunas ocasiones en lugares o en lecturas poéticas en las que el sentimiento-primordial en la poesía- es fundamental. El baño de paisaje que nos dimos el día 11 de mayo en la media maratón de Formentera ya queda en nuestras mentes como algo que llevarás siempre. En esto del atletismo somos como romeros sobre todo si te acompaña la naturaleza ante la dureza de la prueba y un sol infernal; pero los peregrinos del atletismo sabemos que la entrada en la meta es una alegría enorme que agradeces. Y así ocurrió cuando arribamos al puerto de «La Sabina».

Se comenzó en el Faro de La Mola. Allí nos dimos cita los 2.000 inscritos- no se permiten más-, de ahí que hubiera sorteo ante tantas peticiones. El ambiente se percibía en los rostros primaverales sobremanera; muy pocos éramos los que habíamos cumplidos muchos años más; sinceramente me extrañó; pero tanta juventud te invitaba a ser como ellos con esa alegría que brotaba de sus ojos. En los tres o cuatro primeros kilómetros solo nos acompañaba la naturaleza; y es ya en la bajada del faro cuando en un cruce con señal enorme de hotel Riu donde salieron a recibirnos unas siete u ocho personas; eso sí mudos. Los primeros aplausos-tímidos, por cierto- fueron en Caló de Sant Agustí de una treitena de personas en el kilómetro cuatro. Después, solo el paisaje como testigo. Los primeros ánimos que recibí fueron de un puñado de niños que apostados-subidos en pared me aplaudieron con rabia, con ese espíritu que no olvidas a la entrada de Sant Ferrán De ses Roques. Y en la calle central un policía municipal que guardaba seguridad me dio ánimos: así, así, que los veteranos también corremos; le di las gracias a pesar de que en mi tono se notó la sequedad por falta de agua. Sí es cierto, que en esa calle hubo algunos aplausos, sin más. Fue en Sant Francesc Xavier en donde se congregó mucho público, sobre todo en una curva donde me aplaudieron con ganas gritando mi nombre: ánimo Félix, que agradecí con los brazos abiertos. Más o menos sería el kilómetro 13, 500. Ahí me sentí con fuerza para proseguir.

Casi todos coincidimos en que que a partir del kilómetro 17 sentimos una dureza en nuestras piernas en las que el ritmo decaía. En el último kilómetro te sentías dueño de tu cuerpo y, sobretodo, cuando veías a lo lejos la alfombra y público que aplaudía y la música que se oía eran como el ángel de la guarda que te empujaba. Y en la meta mucho público y aplausos constantes cuando recibes la medalla de que la has terminado en el tiempo programado, que ya no me la quité, incluso en la estancia en el hotel, en el avión, en el metro, hasta que llegué a casa. Quizá no llegues a comprender la alegría que sentimos si no has hecho alguna carrera y la hayas terminado.

Al final, en la espera voluntaria para el que quisiera recibir masaje en las piernas, lumbares, etc., vimos cómo en la entrada de la carpa las ambulancias se llevaron en camilla inconsciente a una chica jovencísima; y a los cinco minutos a un chico también muy joven tumbado; los dos había participado en la carrera. También se desvaneció otra chica que no había participado y otra ambulancia se la llevó. Espero que ya desde Madrid no les haya ocurrido nada y estén repuestos del susto. Nos podía tocar a cualquiera, el sol no quiso ayudarnos; la causa fue, sin duda, por las altas temperaturas. No olvidemos que se comenzó a las 17.30 horas. También mi recuerdo y ánimo para esas más de treinta personas que no pudieron terminarla. Que lo intenten otra vez. y que tengan en cuenta a esas cinco personas que me adelantaron en el kilómetro 17 que llevaban inscrita en la camiseta «el mundo pertenece a a quienes se atreven». Bien es cierto que el poema de Chaplín es en singular («el mundo pertenece a quien se atreve»). Creo que esa era la frase. El atletismo es así: solidaridad, entrega, amistad, respeto.