Personales

Desde Santurtzi a Bilbao.La que me faltaba

Hacía tiempo que quería participar en la carrera internacional desde Santurtzi a Bilbao, pero nunca encontraba cómo combinar con otras.Este año me decidí. Del  País  Vasco es la que me faltaba. Como todas las que se celebran por esos lares estuvo bien organizada, aunque hay detalles que habrá que mejorar después de treinta carreras, no el entorno que es paradisíaco a lo largo de la ría. La belleza paisajística no se sustituye.

Con música de las «famosas sardinas»  de Santurtzi salimos puntual-a las 11.15 horas- 3.500 atletas el día 25 de noviembre. A lo  largo de la ría fuimos pasando por los pueblos que la jalonan-Portugalete, Sestao, Baracaldo, Lutxana, Zorrotza, Deusto- hasta la estación de Pío Baroja de Bilbao. El paisaje es acogedor y te invita a que te recrees con la mirada. Merece volver, y los que no la hayan hecho que se animen, no se arrepentirán. A los/as que no pudieron terminarla, ánimo, otra vez será; y al atleta que vi tendido en el suelo, más o menos por el kilómetro cuatro, rápidamente atendido por los servicios de emergencia y después por la ambulancia, espero que no le haya pasado nada grave y esté recuperado; y si puede que vuelva el próximo año a intentarlo.

Por mi parte, fui tranquilo con la mente en que iba a terminarla; y así fue, aunque no puedo olvidar a las dos jóvenes-una con la camiseta de la carrera de san silvestre de Villanúa y la otra en la camiseta estaba escrito «Formation»- que supieron  mantener   un ritmo ágil-rápido al menos hasta el kilómetro nueve, que ya no pude aguantar el ritmo alto y no volví a verlas hasta la meta. En esos nueve kilómetros primeros estuvimos como el gato y el ratón; en muchos momentos las adelantaba y después ellas-sobre todo en los repechos- me cogían; y así estuvimos hasta el kilómetro nueve en el que bajé el ritmo. Me sorprendió que estuvieran hablando todo el tiempo-no me enteré porque ejercitaron el eusquera de viva voz, aunque algunas palabras las repitieron hasta la saciedad-.Dada su juventud a buen seguro que participarán de nuevo. Tampoco me pareció que fueran novicias en el arte de correr.

Si cuando terminas una carrera de «running» la purificación se adueña de tu cuerpo, en las que se desarrollan en el País Vasco hay algo más, es como si todos los participantes y los que te aplauden sintiéramos esa comunión, ese espíritu, ese oreo de solidaridad, de cercanía, de ensamblaje humano, que ya lo llevarás para siempre y te invita a que regreses..

Si la generosidad es una virtud de los atletas tengo que hacer cumplir-con gracias mil- a esa persona que me pagó el tranvía desde la parada Pío Baroja hasta los Sagrados Corazones. El motivo fue por el cambio de la meta debido a que coincidía con un partido de fútbol del Athletic de Bilbao. Resulta que yo había elegido el hotel NH Collection Villa de Bilbao porque la meta en un principio estaría en la Gran Vía alrededor del hotel por lo que no llevaba dinero ya que de Bilbao a Santurtzi fui en cercanías-Renfe y este trayecto lo pagó la organización que es de donde salía la carrera. Al preguntar en meta cuál sería el trayecto más corto, andando, para volver al hotel me respondió esa persona-atleta- que estaba muy lejos, al otro lado; y es cuando se adelantó-muy generosa- y me ofreció dinero para que cogiera el tranvía. Son anécdotas que nunca se olvidan. Le dije que  lo escribiría en este «blog». Que conste, por tanto, y le caigan dádivas por doquier. ¡¡¡Agur!!!

Personales

» Aguaviva» y «Los Lobos» en el Paraninfo de Filología y Filosofía de la Universidad Complutense

La frase mítica «la imaginación al poder» del año 1968 reverdeció ayer en la Complutense con un público entregado con los dos grupos musicales que levantaron el espíritu en los años setenta y ahora emocionaron después de tanto tiempo: «Aguaviva» y «Los Lobos». La Vicerrectora con motivo de los cincuenta años 1968-2018 de aquel tiempo en que se exigió una cambio total tuvo a bien juntar a estos dos grupos musicales que tanta alegría trajeron a la sociedad española al aunar música y letra. Era una necesidad. Ese mayo del 68 en París ha quedado en la memoria, como también quedará el 15 de mayo en la sociedad española sin que esto sirva de comparación, pero en los dos fue una protesta ante tanto desvarío y despotismo.

El público presente en el Paraninfo-las entradas para asistir se agotaron muy rápido- vibró con un entusiasmo propio de personas que sienten, que recuerdan vivencias pasadas, que se postran agradecidos a quienes todavía ventean mensajes de solidaridad, de entusiasmo, de alegría, de sapiencia, de cultura.

El grupo «los Lobos» comenzó con «La Muralla» de Nicolás Guillén en medio de un silencio que impresionaba ante las palabras del poeta cubano. Después de una hora, terminó con «Vientos del pueblo» de Miguel Hernández. La emoción aquí se desbordó; las estrofas finales fueron también cantadas por el público. Quedamos imantados con las expresiones «extremeños de centeno», «castellanos de alma», «catalanes de firmeza», etc. Se oyó una voz para que se convirtiera en «himno nacional». El aplauso fue ensordecedor.

«Aguaviva» se inició con su famosa canción «Cantaré»; pero la que enardeció más al público, con fuertes aplausos, fue «Poetas andaluces»; los versos de R. Alberti llegaron al alma.

El acto finalizó con los dos grupos juntos cantando estrofas de «Vientos del pueblo» y «Poetas andaluces». A la espera de que la Universidad conmemore los 75 años del afamado año 1968.

Novela

La actualidad de John Dos Passos. Manhattan Transfer

Los que hayan leído al novelista norteamericano a buen seguro que recuerdan sus ideas sobre España, quizá más certeras que algún diplomatiquillo que no ha mucho dijo sandeces, pero eso sí quiere vivir aquí, en España, con un gran sueldo y ciertos privilegios. A veces, la ignorancia es muy atrevida. Más le valiera que leyera a Antonio Machado como hizo Dos Passos que aprendió el español-castellano con una antología del poeta sevillano, ya universal («Por supuesto, toda poesía que valga la pena contiene la esencia de una lengua. Así que durante meses enteros anduve con los Campos de Castilla de Machado y un diccionario en el bolsillo»- Ínsula, núm. 347, pág. 12-). La segunda idea que nos viene es que ya ha sido bautizado el novelista como «el cronista de América», más allá de las técnicas narrativas que impregnaron ese devenir de la sociedad en un conglomerado para hacer más visible lo que vio a su alrededor que tituló con el cartel Manhattan Transfer que colgaba en una estación de ferrocarril.

La entrada o salida de esos pasajeros; es el momento crucial; es la permanencia de seres abocados a un destino a la búsqueda de sustento. Ahí es donde se incrusta el novelista y nos trasmite la cruda realidad, aunque se perciba «esa delgada línea que separa la ficción de la realidad», como apostilla la editora (pág. 36). Pero el hecho está en la que se consideró «como tierra de las oportunidades». Aquí arribaron a la búsqueda existencial, tan necesaria, desde otras tierras no tan fértiles.

Nada que objetar a la limpidez de una prosa en la que se nos descifra la dicotomía riqueza-pobreza, y esta incluso llevada a la mendicidad, impropio del género humano y más en una ciudad opulenta, en la que cabe la explotación. Doss Passos encierra con su prosa no solo la belleza sino también conciencia sensible ante los desamparados. Como ejemplo valga el tema de la emigración, candente a principios de siglo; Dos Passos no es ajeno a relatarlo en boca de un personaje, parece como si no hubiera pasado el tiempo: «Este pueblo es demasiado tolerante. No hay otro país en el mundo donde esto se permita… Primero levantamos este país y ahora permitimos a los extranjeros, la escoria de Europa, las heces de los guetos de Polonia, que vengan y dirijan por nosotros, en nuestro lugar (…), y así continúa con adjetivos hirientes como «sucios judíos» y «piojosos irlandeses» (págs. 189-190). Poco hemos avanzado en este aspecto.

No podía faltar ya casi al final de la novela  la idea de que estamos imbuidos por el texto sagrado, como es la Biblia, al menos para los cristianos. La expresión «¿Sabéis cuánto tiempo tardó Nuestro Señor en destruir a Babilonia y a Nínive? Siete días» ( pág.504). De esta frase se parte para recordarnos que «hay más corrupción en una manzana de Nueva York de la que había en Nínive en un kilómetro cuadrado. ¿Y cuánto pensáis que necesitará Dios  para destruir Nueva York con Brooklyn y el Brons? Siete segundos». La nitidez nos sumerge en ese  afán de poseer aunque sea costa de los demás. Es lo que se denomina la escala social, unos bajando, otros subiendo; es el sino de tener más.  El espíritu cainita desde distintas cotas ha estado y está perenne en lo humano. Y casi con seguridad  que la descripción del hombre muerto  por ponerse el sombrero antes de temporada -solo se podía de  mayo a septiembre- nos parece absurda. El buen hombre quiso romper esa moda y ser él, usar de su libertad. Tal vez, como dice la editora,  Dos Passos se inspiró en el artículo «The Hat in Manhattan Transfer» que apareció en el New York Times (pág.540) por lo que puede ser verídico. El novelista recoge este hecho para que percibamos otras formas de la conducta humana en un mundo cargado de atmósfera maligna en esa sociedad opulenta en una cara, pero que en la otra anida la podredumbre. Es el fracaso sin más al que están destinados la mitad de la sociedad.

En suspenso nos deja el autor con el breve diálogo con el que termina la novela:

-Oiga, ¿me deja usted subir? – pregunta al hombre que lleva el volante

-¿Adónde va?

– No sé…Bastante lejos.


Coda. Para la compresión mejor de la  novela, la editora nos ayuda con  96 notas al final clarificadoras.

Dos Passos, J., Manhattan Transfer. Madrid, Cátedra, 2018, 542 págs.

Personales

III Carrera Go fit Vallehermoso de Madrid

Esta mañana he participado en la III Carrera Go fit de Madrid Vallehermoso. La mejor descripción que he sentido al terminarla ha sido como un baile sin música. No se ha avanzado ya que es la tercera vez que  nos convocan. Por otra parte, estas líneas también pueden llevar el título de la carrera del silencio, solo se oía el «run, run, run de los coches» que añadían más aire viciado para los/as atletas. Algunos vigilantes que controlaban la carrera nos aplaudieron. Y cómo no, gracias  esa persona que me gritó: ¡»animo profesor»! Se nota que los de «Go fit» son novicios en las carrreras; hay que exigir algo más.

Y a propósito de «La zona fantasma» de Javier Marías en el diario El País de hoy. No ha descubierto el mediterráneo cuando escribe «que los vientos del autoritarismo son demasiados contagiosos». Toda persona que ejerza poder se deja llevar por el autoritarismo no solo en política; también en la enseñanza, en el periodismo, en la empresa, en la familia, etc. Ahora bien, el señor Marías arremete contra un editorial del periódico y algunos partidos políticos. Lo primero, usted puede escribirlo; ahora bien, en cuanto al editorial para mí lo más importante es que se una  a las ideas del Ayuntamiento y podamos respirar un aire más limpio. Por ejemplo, esta mañana el aire estaba contaminado y para los corredores-por cierto que pagamos- es pernicioso. No sé de dónde se saca, señor Marías, los contenidos de las seis primeras letras del abecedario; en ellos, también hay un aleteo de autoritarismo, del que también discrepamos muchas personas del mundo en que me desenvuelvo. Por cierto, yo sí me alegro del impuesto de circulación a los automovilistas; es una forma de que con ese dinero se limpie Madrid.

Finalmente, olvide el carácter imperativo de «quieran o no» y quédese con el condicional «si se quiere proteger la salud». No se recueste en la frase ya manida «libertades individuales» a la que se recurre cuando nos molesta, y abandere el aire limpio que también deseamos otras personas.