Personales

Respuesta a M. Carmen Fortuna @carmen_fortuna

Cada persona es responsble de lo que escribe o habla; no vale columpiarse en los demás. Respondo a:

@carmen_fortuna

21 ago.

En respuesta a

@rebollosanchez

@RAEinforma

y

@victorguinot

Al día no estaban o no aprendiste tú bien porque la RAE cambió lo de la tilde diacrítica hace sólo unos años.

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Primero, respeto a los grandes profesores que tuve tanto en la E.G.B. como en el bachillerato. Desarrollo lo que aprendí y, por cierto, es lo que recomendaba la Academia. Investígalo, por favor, y no te columpies en lo que aprendiste de otros. Sé tú.

La reglas de acentuación de 1952, la palabra solo cuando equivalía a solamente-función adverbial- llevaba tilde; cuando era sustantivo o adjetivo se escribía sin tilde.

En las normas de 1959 se suprimía la tilde del adverbio, aunque podría llevarla si con ello evitaba una ambigüedad. En el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Madrid, Espasa Calpe, 1986 ( la primera de 1973, yo tengo la undécima de 1986) pasó a ser opcional y obligatoria en la ambigüedad («Es lícito prescindir de ella cuando no existe riesgo de anfibología-reglas 16 y 18 de las Nuevas normas de Prosodia y Ortografía que entraron en vigor el 1 de enero de 1959″). Es decir, nada nuevo bajo el sol, simplemente, ahora, la O.L.E.10 nos lo recuerda, que se evitará la tilde en dicho adverbio.

En la O.L.E. 10, la palabra solo, tanto cuando es adjetivo como adverbio es siempre tónica y llana acabada en vocal. Lo de la «cuestión diacrítica» no cabe-solo se pone en las palabras tónicas para diferenciarlas de las átonas que se esctriben igual-(ya sé que esto nos llevaría mucho tiempo y en los lingüistas hay posiciones diferentes o había). A partir de las últimas normas hay que evitar la tilde en el adverbio, incluso en la ambigüedad. Exactamente lo que se emanaba de las normas ortográficas de 1959. Ni siquiera es novedoso lo que ya se escribió hace mucho tiempo. Conclusión ; solo y solo (cuando es adverbio, adjetivo o sutantivo).

Pérez Galdós

Perez Galdós, padre de la novela histórica

En la mañana escurialense de ayer viernes, día 31 de julio, se impartió una conferencia sobre «Galdós, padre de la novela histórica» en el salón de actos del Real Centro Universitario María Cristina adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, ubicado en San Lorenzo de El Escorial. Me sorprendió que se iniciara la conferencia con atronadores aplausos a petición del presentador para el que hablaría sobre la novela histórica; para mí, fue algo insólito.

Don Emilio Lara fue desgranando aspectos de la vida de Galdós antes de arribar a Madrid; pero inmediatamente se adentró en los cafés literarios madrileños del que fue muy apasionado el escritor canario-madrileño-santanderino juntamente con el Ateneo; y a renglón seguido sacó a colación la expresión más banal que se ha podido decir: «nuevo periodismo»-que de nuevo no tiene nada- atribuido T. Capote por su libro A sangre fría, al menos en sus inicios. Como sabemos versa sobre el brutal asesinato de una familia de Kansas; la sociedad de aquellos años quedó conmocionada. Pues bien, don Emilio Lara, como yo escribí hace mucho tiempo, manifestó que Galdós ya lo había hecho en 1886 con El crimen del cura Galeote, y en 1888 con El crimen de la calle Fuencarral. Por cierto, lo de Galdós está mejor escrito e hilvanado, desde luego para quien escribe estas líneas. Tal vez porque sea una traducción. Me dieron ganas de aplaudir, pero me retuve para no interrumpir la disertación oral sublime que se estaba produciendo

Prosiguió con aspectos capitales, cómo a Galdós se le puede definir como «escritor total», cómo la documentación fue primordial para los hechos narrados desde La Fontana de Oro para detenerse en los Episodios nacionales y conseguir una obra excelsa en lo que se denomina como lo histórico. Insistió en lo viajero que fue y la capacidad de observación que hallamos en sus obras. Así como lo celoso que era de su vida privada, sin olvidarnos del gran lector que fue de la novela rusa, francesa e inglesa. Ahondó en una idea que apenas se dice o se intenta decir lo contraio: «fue respetuoso con las religiones, sobre todo con la iglesisa católica». También dejó entrever el poder político de la iglesia. sobre todo de los jesuitas. Estuvo equilibrado cuando habló sobre Dickens-Galdós. Eso sí dejó nítido que tanto Cervantes como Galdós brillan por sí a mucha distancia del resto. Si Galdós hubiera nacido inglés el orbe entero se postraría ante su tumba como hacen los peregrinos cuando visitan a Shakesperare; allí hallaríamos, sin lugar para la duda, la doble Jerusalén literaria.

Otras muhas cosas trató el conferenciante, por hoy valgan estas. Al final, con voz clara y fuerte: «proseguid leyendo a Galdós»; y añado: sobre todo los que hablan de él sin leerlo y se valen de chascarrillos, que abundan.

Los aplausos corroboraron la excelencia del orador. Entendí, en silencio, entonces, por qué se le aplaudió tanto antes del comienzo.