Poesía

Poesía de José Agustín Goytisolo

Ante la poesía de José Agustín Goytisolo siempre me vienen a la memoria los versos «Prefiero que recuerden algunos de mis versos / y que olviden mi nombre. Los poemas son mi orgullo«. Se los oí, por vez primera, en los Cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid en San Lorenzo de El Escorial, y después los leí con una lectura más sosegada en el libro Cuadernos de El Escorial (1994). En el fondo dejaba entrever, de viva voz, que es el poema el que debe permanecer. El recuerdo de Catulo se trasluce como también manifestó. De hecho lo son después de tanto tiempo; leemos o canturreamos lo que lanzan al viento los diversos cantautores. Hoy, en esta excelente novena edición, Carme Riera nos lo recuerda en 2022 con detalle minucioso. Estamos ante una edición que fue «preparada por José Agustín Goytisolo». Aquí está todo su haber y tal como él quiso desde El retorno (1955/ 1996) hasta Las horas quemadas (1996).

Ejemplar es el itinerario poético que realiza Carme Riera en esta edición memorable y llena de sabiduría no solo de los versos, también nos adelanta sus estudios, sus compañeros, sus ideas que evidentemente van a tener una influencia capital en su vida y en su poesía. El éxito que obtiene con el premio Boscán, publicado con el título Salmos al viento constituye la base de su poética de lo que vendrá después con su compromiso poético ante la realidad que observa. Hay un hecho que no puede pasar desapercibido como fue el homenaje a Antonio Machado en febrero de 1959-como compromiso social- donde está enterrado, así como «Conversaciones Poéticas de Formentor» en mayo de 1959, y cómo no, los «Jueves poéticos» del Ateneo de Madrid en el que tenía plaza por derecho propio José Hierro. Por cierto, todavía se mantiene en el siglo XXI.

El encaje en lo que se ha llamado la generación de los años cincuenta cumple con lo que se proponía el poeta: elevar a categoría de la experiencia lo cotidiano, lo consuetudinario, sin perder de vista a Machado; como dato esclarecedor Veinte años de poesía española de Castellet estaba dedicado al poeta sevillano; la poesía social y compromiso se dan la mano con el realismo crítico, con un común denominador que llegue a todos.

Si queremos ser partícipe de esta poesía en toda su plenitud quizá sea necesario la lectura de cada uno de los libros que se nos traza en la edición para después adentrarse en el texto poético. Una vez leído el itinerario poético y El retorno, tal y como se nos muestra, es el momento de leer los versos que incluyen el libro del poeta, Y así con todos los libros; las ideas y comentarios son necesarios para poder entenderlos, de ahí la importancia y acierto de la edición; al menos para mí han sido capitales para llegar al jugo poético; por ejemplo, en El retorno se aclara que sin nombrarla está su madre; una evocación, pero también un vacío, una necesidad desde el primer verso al último. Comienza con el aleteo de muerte («lloré en silencio ante tanta muerte») y termina con la mirada profunda, verdadera («a través de mi cuerpo / tu mirada hacia el fondo se mantiene». Ya antes en otro poema había hecho alusión a los ojos (» Yo recuerdo tus ojos / cuando hablabas del aire»). La mitificación se trasluce en todos los versos, la memoria le emociona, la siente cercana. Sin duda me refiero a los poemas que aparecen en la edición.

Un vuelco nítido le absorbe; su poesía se enreda con lo satírico y publica Salmos al viento (1958-1980), uno de los libros más conocidos y bien tratado; lo quevedesco tiene su rincón. El recurso literario consigue adentrase más en la realidad a través de la parodia, la ironía, la sátira; esta impronta también la podemos observar en lo que se ha considerado la generación de la década de los cincuenta; admito con matices.

Me cabe hacer constar, por los motivos que sean, que este libro es de los más nombrados, tal vez leídos. Las doce composiciones está precedidas de citas bíblicas-unas del Antiguo Testamento y otras del Nuevo-, y a partir de ese contexto reviste su poesía. Esta inclusión es esencial, y así nace la intención paródica. La intertextualidad se alza para aludir momentos, personas, ideas. No sorprenden los varapalos que intuimos y siempre basados en el pensamiento cristiano que aprendió en sus estudios en los colegios religiosos en los que estuvo: jesuitas y «la salle». Así, en «Los celestiales» con la cita bíblica «No todo el que dice: Señor, Señor, / entrará en el reino…«, alude a los poetas de bajo nivel y aposentados en el régimen: («…y componer hermosos versos vacíos sí pero sonoros / melodiosos como el laúd / que adormezcan que transfiguren / que apacigüen los ánimos ¡qué barbaridad!»). Su pensamiento es nítido. También en el último «El profeta» con la cita bíblica «Yo saciaré mi furor contra la gran pared…» arremete contra las instituciones culturales como lo académico universitario o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas («Entonces el profeta rasgó sus vestiduras /entró en ayuno y cubierto de ceniza y excremento / permaneció setenta días. Luego abandonó el llano / y caminó hacia la ciudad. Allí calle y paseo, plaza y plaza / arribó al sitio en donde los varones / sapientes se reúnen en donde son discutidos / los asuntos es decir al Consejo Supremo / de Disquisiciones Metafísicas»).

En esta edición, Carme Riera dedica treinta páginas a resaltar «Las entregas poéticas» con el título «Apéndice», para permitir «al lector conocer someramente la evolución del autor catalán, atendiendo especialmente a las primeras ediciones hoy inencontrables».

————–

Goytisolo, José Agustín, Poesía. Madrid, Cátedra, 2022


Cantando sobre el atril by Félix Rebollo Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España License

Poesía

A vueltas con el poema «La viña del Tinajero» en Valdearenales

Félix Rebollo Sánchez

«Endenantes fue la joya de los buitres, / de los lobos y los cuervos»

El dístico ya nos previene de la peligrosidad del lugar y de misterio; una persona como Joaquín Chamizo- padre de Luis Chamizo- que se atreva a roturar esa tierra es de alguien que su pensamiento vuela más que esos cuervos que pululan por los cielos y desean aposentarse sobre la cúspide  virgen; pero que quiera convertirla en una viña va más allá de lo cercano; esa fantasía que le vino quiere hacerla realidad; el jolgorio, la imposibilidad de tal idea corrió de boca en boca, y lo mínimo que se decía este tío «está pirao» («... fue la chufla de to´el pueblo«. El dicho «zapatero a tus zapatos» fue común, y encima un tinajero «Güérvete pa tu Sanroque deseguía,/ güérvete pa tus tinajas, tinajero»; qué sueño tan «estartalao», hasta a alguien se le ocurrió decir que «los lobos se reían, / ajullando desde lejos«.

Con la voluntad que poseía ante la adversidad, el tinajero fue haciéndose realidad lo soñado y lo más sorprendente «Jizo un jorno pa cochuras de ladrillos / y una casa para tener allí un socuello». No solo iba triunfando la voluntad, la perseverancia, también la creatividad se adueñó de todo; a esto no llegaban sus paisanos. No todo el mundo tiene las mismas capacidades, y sobre todo cómo el arte revela al alma del artista; y aquí es donde nace lo prodigioso del pensamiento, las manos y las herramientas.

La memoria no puede ser débil, hay que extenderla, hay que trabajarla para el recuerdo de lo que fue un momento de la historia. En una sociedad globalizada, el reconocimiento de un lugar y de unas gentes austeras hay que reverdecerlas, hacerlas vivientes; estamos ante el dibujo de una perspectiva del sentimiento humano (» …el que jizo que su nombre resonara / por la gran revolución der sus inventos / ondiquiera que las cepas dieran uvas, / muchas leguas en reondo de su pueblo, / no podía consenti que tropezara / su tresón, qu´era más jujerte que los jierros, / en los roscos, chaparreras y congojas / de la joya de los cuervos»).

Poco más de once kilómetros separan Valdearenales-Guareña: esa distancia asombra para los que se animan a practicar senderismo, ruta agradable a la vista con el recuerdo presente siempre de nuestros antepasados que hicieron más de lo posible, y a lo lejos el triunfo de un hombre hecho de naturaleza, ejemplo para los que no entendían, no sabían que la sabia nacería («...y las cepas dieron uvas / remojás con el süor del tinajero«). No podía faltar la música para que quede para la posteridad esta obra grandiosa, poderosa, para que el  verso anuncie la alegría, la placidez del lugar ( «El regacho Laguadú pasa cantando / cantarcinos y tonás que yo no entiendo«). Notamos cómo la naturaleza, en este caso el agua, produce una música natural, placentera entre veredas transfiguradas con meandros anunciadores de otras formas de vivir. Bosques y valles se dieron parabienes al oír la cadencia del manantial.

Desde la cúspide se observa con estrofa cantarina y luminosa «el lucío plantonal del tinajero, / qu´endenantes fue la joya de los buitres, / de los lobos y los cuervos”. Aquella tierra feroz, ahora se ha convertido en feraz, fértil, paradisíaca para la vista, para el disfrute después de tanto tiempo. En aquel sueño ya el hacedor percibía fragancia. En ese sendero áspero también se pudo llegar a las estrellas que alumbran.

El paisaje como protagonista es capital en ese caminar en el que la imaginación se apodere del poema y surja el deleite hacia donde nos dirigimos, que es lo que está vinculado a la propia vida del artista. El hecho en sí es como una invitación a la lectura como alimento, siendo consciente de que todo es un valor social del patrimonio cultural literario que favorezca su protección, uso y disfrute. La mirada humana reflejada en la naturaleza, espejo de un espacio natural acorde con la obra artística, en este caso la viña descrita en el poema. Pero no es una mera descripción, sino que las palabras se combinan para producir un efecto claro; exactamente como las notas de la música nos producen armonía o hechos que nos hacen reflexionar para comprender mejor; en definitiva, algo que el poeta quiere cincelar en la mente de los lectores,

El poema nos tiene que servir para un turismo cultural sostenible con una idea nítida: ecosistema mejor, más estable. Esta aventura literaria empieza con la ilusión que nos ha creado la poesía de la viña de tinajero, y en el horizonte su alma, que es en lo que nos apoyamos en este caminar para orientarse al hilo de los versos que se erige en lo salvífico hecho canto como si brotara de la tierra roturada.

La realidad-ficción debe ser útil como una experiencia única y enriquecedora para volver pletóricos de naturaleza y podamos compartirla para que la dualidad paisaje-espejo sirva para mirarnos y sin miedo lo propaguemos. La búsqueda de la memoria histórica y literaria a través de unos parajes que en otro tiempo fueron hollados por otras gentes cercanas a nuestra forma de vivir. Vida real y ensueño que nos permite estar vigilantes.

Si “necesario es crear”, como nos apostilló Pessoa, estamos ante un Chamizo, ingeniero del verso, que nos invita a la contemplación y esta evocadora de un más allá con el ritmo sonoro en el que la naturaleza y mente se aúnan. Así, con la decantación de un estilo personal. la naturaleza se yergue. Seamos, por tanto, fieles a una época única, distinta. No olvidemos que la autenticidad de la poesía, es decir, lo que sentimos al leerla o declamarla- en este caso la viña del tinajero- sale de nuestro interior; el poeta García Baena escarba y ventea que ”la poesía hace que la libertad se derrame como un gran fuego sobre los hombres”. Lo que transmiten los versos chamicianos brotan de la observación del entorno y cristalizan en el proceso de la creatividad poética; es, en definitiva, la transformación de un paisaje humanizado. Es la celebración de la contemplación con la palabra para guiarnos hacia el conocimiento y la verdad; es la literatura la que perpetúa la historia del paisaje; lo perenne mece la mirada; es cuando, como nos recuerda Juan Ramón Jiménez “tiene el alma un descanso de caminos / que han llegado a su único final”. Si quedamos pensativos ante los versos machadianos en torno a Soria con sus «colinas plateadas, /grises alcores, cárdenas roquedas / por donde traza el Duero / su curva de ballesta…», también esa intensidad emocional la hallamos en este rincón extremeño exuberante de vida, de armonía con paisaje musical. Sepamos cantarla.

En el aire siempre quedará lo realizado, el alma del artista, que aviva, una y otra vez, cuando nos acercamos a la lectura del poema, como en perpetua fluencia al lado del creador para que no se extinga ese camino de sabiduría , que un día se trazó y hoy disfrutamos. Santo Tomás nos advierte de que «son hermosas las cosas que complacen a la vista». Muy lejos de nuestra imaginación subyacen, también, otras formas que nos inclinan a ser partícipes, aunque solo sea con la lectura y el recuerdo de un autor que tuvo la certeza vívida de haber compuesto lo que soñó; las imágenes se alzaron sobre él y la expresión se hizo realidad en unos versos que hoy perduran con prados verdes, soleados, vivientes que antes fue lugar salvaje. Pasarán los años, pero no se deshará la memoria del paisaje, hoy acogedor.

Cantando sobre el atril by Félix Rebollo Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España License