Tantas cosas se agolpan en nuestra mente cuando queremos hablar de literatura que, a veces, tenemos que aparcar algunas ideas para enaltecer lo esencial de lo que constituye lo primordial de nuestra existencia, como es el pensamiento. ¿Se puede dar este sin antes libar de nuestra lectura lo que otros han plasmado en el papel? Si se ha alumbrado el canto de la existencia, coadyuva; lo primordial es que canten las palabras, que el camino esté henchido de literatura, de poesía, de perfección, que nos sintamos partícipes de esa belleza con la que escribimos.
Desgraciadamente, la imaginación, la ensoñación cada vez ocupan menos espacio; las bibliotecas que en otro tiempo, nos sirvieron de reflexión, ahora se cierran por el falso concepto de la palabra «crisis» que nos anega. La belleza de la palabra poética es su música. Es el arroyo literario.
La literatura no puede sucumbir ante el mercado si la entendemos como libertad, como vida, como faro, como pensamiento, como luz eternal; la creatividad sólo es libre en la voluntad, en la imaginación del que escribe, del que piensa, del que realiza; es el tiempo de inocencia, la época del alma. Pero, también es soledad, aunque nos conduzca a la angustia existencial tan propia del género humano.
Si la expresión flaubertiana «escribir es una forma de vivir», ¿por qué no hacerla factible en nuestras vidas para orientarnos mejor por ese laberinto lleno de dudas que trascienden nuestras formas de conducta?
Defendamos el matiz para llegar a las riquezas de la realidad, ahí está el «miajón» de la literatura, la libación de las palabras, la esencia de las cosas. El soñemos forma parte de este jardín que debemos cultivar día a día, de lo contrario caeremos en la traición, en la calumnia, en la zafiedad, en el ya entronizado relativismo. Hay que apostar por la vida, sacar el jugo de la existencia para que las sombras se conviertan en primavera, para que cojamos el dulce fruto ante que el tiempo airado nos empuje, ¿hacia dónde?
Elijamos la literatura como refugio, como pan que nos alimenta, como meditación, como huella, como casa de misericordia.