Pérez Galdós

Pérez Galdós en el Ateneo de Madrid

Ayer se representó en el salón de la «Docta Casa» la obra Santa Juana de Castilla de Pérez Galdós por el grupo La Cacharrería (.grupo de teatro de la sociedad ateneísta de aire libre). Antes de su representación pudimos ver en vídeo, además de los personajes históricos la primera edición y la última, por cierto, que hice yo-adjunto la portada-.La obra se representó, la primera vez, en el Teatro de la Princesa de Madrid el 8 de mayo de 1918.

En tiempos convulsos, el teatro es como una ventana abierta que ilumina, que nos hace vivientes, que nos une, que nos salva de tanto atropello inane. Esta obra vivificadora se alza como un oasis de otras teorías históricas que no pueden sostenerse por mucho que nos lo repitan, una y otra vez. El inmenso vacío con que se ha tratado al personaje histórico revive en lo literario. La necesaria ósmosis entre drama y realidad cobra todo su valor si entendemos el teatro como vida, como pensamiento que se alza en las tablas. Con estas palabras, Galdós nos lo recordó: «No hay drama más intenso que el lento agonizar de aquella infeliz viuda, cuya psicología es un profundo y tentador enigma». Con su teatro quiso poner de relieve sobre las tablas el fanatismo, la intolerancia, la incompetencia, el poder corrupto, el enfrentamiento.

El concepto religioso con que es tratada tal vez sea cómo pensaba el autor. Juana no acude a las ceremonias de la Iglesia, pero en su corazón anida una fuerza evangélica que para Galdós ha merecido el título de santa.La religión la llevaba en su alma e intenta transportarla a los demás y estar con los más humildes, con los necesitados. Juana está mucho más cerca del cristianismo que muchos otros que se basan en lo externo. Pérez Galdós se percató de este hecho y la eleva a los altares.

La importancia del personaje tuvo más repercusión en la dramaturgia. Así Martínez Mediero la ensalza como paradigma del amor verdadero( Juana del amor hermoso,1982). Martín Recuerda nos traza una imagen pletórica, de ansia de libertad, de justicia, del lado de los desposeídos, de los engaños de una sociedad en que los «cuerdos son ladrones» (El engañao). Los tres dramaturgos sintetizan la tríada en la que las personas debemos crecer y ser espejo: libertad, amor y santidad.

Pérez Galdós

Otra nueva edición de Doña Perfecta

La editorial Cátedra, siempre atenta, ha hecho una edición de una de las obras del más grande escritor-después de Cervantes-, que vieron los siglos. Ahí está contra viento y marea, y eso que los gobernantes de entonces se opusieron a que le concedieran el Premio Nobel de Literatura, pero a sus lectores siempre nos vendrá a la memoria el que más lo ha merecido en lengua castellana, se diga lo que se diga. ¿Por qué molestará tanto que la literatura «debe ser enseñanza, ejemplo» como apostilló siempre Galdós? Ahora acaban de conceder el Premio Nobel de literatura; simplemente elija una obra de este escritor japonés y otra de Galdós; al final de ambas lecturas, observarás la diferencia entre los dos; claro, la balanza a favor del canario-madrileño-santanderino. Hágalo, no hable de oídas.Yo ya lo he hecho.

Estoy ya cansado de tantas tonterías-incluso de afamados- que se dicen de Galdós, no solo en las conferencias sino en los libros. Cuando preguntas si ha leído algo, se quedan en suspenso; si te contestan-no siempre-, manifiestan que es lo que se dice. Estoy esperando coincidir con un escritor que ahora tiene un cargo institucional para rebatirle lo que le escuché en un  acto cultural- que no tenía nada que ver con Galdós- y soltó el latiguillo  que aparece en Luces de Bohemia; impropio de una persona culta y además con un cargo en el que debe ser luz; le recuerdo, aunque sé que no lo leerá, que Valle-Inclán admiraba a Pérez Galdós. Ya habrá otra ocasión de reprochárselo en otro peregrinaje literario, pero parece que reviste decir cosas negativas de los grandes, supongo que será para llamar la atención o como mecanismo de defensa cuando no se tiene nada que decir.

Doña Perfecta, desgraciadamente, sigue viva. El final de la novela es bien elocuente: «Esto se acabó. Es cuanto por ahora podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son». En este país han hecho mucho mal y hacen las «Perfectas», «Bernardas», «Lantiguas», «los P. Claret», etc. Aplíquese tanto el masculino como el femenino. Abundan en los dos géneros. La sombra cainita que con tanto tino dibujó Galdós en sus novelas, todavía prosigue, paradójicamente, en el devenir humano. La dicotomía novela – sociedad enraizada en la liberación humana para hacernos ver la tolerancia y el dogmatismo, la religión y la ciencia, el progreso y lo tradicional. Galdós supo plasmar el carácter de doña Perfecta: «No abemos cómo hubiera sido doña Perfecta amando. Aborreciendo tenía la inflamada vehemencia de un ángel tutelar de la discordia sobre los hombres». Perfecto símbolo de la intolerancia, la soberbia y la hipocresía. Lea la novela y observarás cómo necesitamos, hoy, un Galdós que nos libere de tantos incompetentes e intolerantes.