Después de haber releído The waste land y escrito que dejaba por el momento el tomo segundo de Millenium sin fecha para proseguir, no he podido resistir el barbecho. Ahora que la carga docente aminora, me embargo, de nuevo, en la lectura de Larsson. Me esperan 749 páginas.
En el final del primer tomo, la nieve caía. En el inicio del segundo «: S. L. desplazó las gafas de sol hasta…». En las páginas siguientes se nos relatan los últimos hechos para que el lector/a recuerde el final del primero. Las acciones se van incardinando con ese estilo que te absorbe, aunque algo inesperado, cual es «Dimension in mathematics». Te sumerge en lo insólito. La soledad de la investigadora le lleva a huir, a cortar con todo; el amor le ha herido, o los celos.
En este Millenium 2, las relaciones son más descarnadas, más sinceras. Es el derroche corporal que llevamos, que se nos enciende y nos sentimos dueños; el sexo como salida necesaria, como algo formativo, sin complejos, con naturalidad; las convenciones se disipan. Te precipitas en la lectura; los acontecimientos te acunan, te columpian como barquilla en alta mar. Pero, seguidamente, llegan momentos pesados por tanto interrogatorio en que quedas saturado; son las páginas anteriores a la tercera parte en la que ya se apodera del lector la tensión por el descubrimiento de hechos asombrosos. A pesar de que tiene al lector atrapado, en vilo, por cómo los sucesos terminarán, sin embargo, no son las páginas mejores; el recuerdo del primer tomo y de que quizá hubiera sido mejor dejarlo tal cual finalizó con esa estampa romántica de Erika-Mikael, contemplada por L.S., y la imagen de la nieve; pero, para algunos quizá hubiera estado inconclusa la novela.
De nuevo, escenas duras, escabrosas, hasta llegar a lo que se pretendía en esta parte: «le tiró un cartón de leche lleno de gasolina», era su sueño («era la mujer que odiaba a los hombres que no amaban a las mujeres«). Con esta expresión se nos da un remanso, una quietud; aunque habrá momentos de violencia después, sin embargo, nos deja una puerta abierta para que nos adentremos en el final con el tercer tomo.
Después de tanto desasosiego y supense, necesito descansar; ya veremos qué pasa, cómo terminan los acontecimientos. De momento, necesito que pasen tres o cuatro días.