No sé si se vuelve a leer a Dickens o siempre estuvo en el candelero; en mi caso, cuando la oportuinidad se presta-como ahora la novena edición que lanza la editorial Cátedra- me viene a la memoria la expresión galdosiana: «mi maestro más amado». Fue un espejo para el más grande novelista después de Cervantes del que también bebió. Tal vez no le faltaba razón a Pérez Galdós.
Que para muchos Great Expectations sea la mejor novela no es suficiente si no prende en los/as lectores y la traducción no es lo suficiente atractiva o no recoge el verdadero espíritu del autor. Por lo que a mí respecta, estamos ante un hecho esclarecedor por no decir radiante cuando acometemos su lectura; ya el hecho de que María Engracia Pujals haya realizado la traducción es más que suficiente para acercarnos a su lectura.
Del novelista inglés se han dicho tantas cosas positivas que solo nos resta leerlo aunque solo fuera por su innovación en el arte narrativo y cómo no por los ataques a la sociedad victoriana, y más clarificador fue que participara del gran momento de la novela, como género descollante en la segunda mitad del siglo XIX. Pero, más allá de estructura, de estilos, de detalles asombrosos de la sociedad del siglo XIX, disfrutemos de su lectura por su bien saber contar; en este sentido Dickens es un grande y de ahí el recuerdo perenne.
Dickens, CH., Grandes esperanzas. Madrid, Cátedra, 2016