Entre mis manos Avenidas del tiempo de Izara Batres. Un libro de amor como necesidad, como algo que llevamos los humanos, que en unos sale a flor de piel llevado a la palabra como es el caso, y en otras personas no florece porque necesitan el riego para despertar. La naturaleza premia a unos y posterga a otros. No es justa, pero en nuestras manos está el alba para hacerlo realidad; intentémoslo, seremos más felices.
Poemas de amor a dentelladas, densos. Un libro hermoso. El recuerdo como inherente, es cuando habla el alma; es cuando decimos: me has llegado al alma, es la cumbre del amor, a veces tan cicatero porque no hallamos reciprocidad y nos quejamos («me ha dicho que esta noche va a ser muy triste»). No podemos quedarnos ahí; la hora violeta con que nos fuimos a descansar hay que reverdecerla al amanecer.
El libro es un canto a la alegría, al gozo, pero también está el dolor ( «ya no tengo tu alegría en mis sábanas de cera. / Destroza este insoportable resquicio de la herida / corta el hilo del silencio»), tal vez el arrepentimiento («Ya no me des querer / porque no lo quiero»), la entrega sin fin («Desea, me decías, / hasta que tengas la eternidad en los ojos. / Siente, siente, anhela conmigo, / vamos a ser espíritu / por un momento, por hoy»), la confianza ( «Con inconsciencia mecánica, te confié mi cuerpo / . Creí en la luz de tu alma. / Solo se te olvidó un detalle»), la querencia soñadora («Ven camina a mi lado, / hasta el lugar en que los mundos se cruzan, / Ven , amor y late conmigo. / Déjame hablar consuelo en lo eterno»), la espera («A qué extraño tiempo te remites cuando me susurras amor» (—). ¿Esperaré una vez más a que salgas de ahí?»), la añoranza ( «Iré al sur / cuando no estés, / para ver el amor como lo dejamos. / Para que tenga tu aliento las calles, y las almenas llanto»), la sinceridad («Quiero decirte que nunca fue cierto….. Deja que te haga una pregunta: ¿la verdad solo es un detalle?»).
El libro de Izara es una reflexión existencial sobre la experiencia de la vida de una joven poeta que vuelca todo un repertorio de buen hacer al ceñir la ficción del yo poético a su experiencia personal. Tampoco importa si no fuera una crónica biográfica, porque es un sí, un yo tan excelso que nos inunda de sentimiento que lo ha vertido en la palabra justa. Es una consciencia poética abrumadora («Y oí tu murmullo: el verdadero amor es sufriente»), cada poema refleja un momento de la experiencia amorosa («y mi alma no quiere mirarte mientras te alejas. / El amor que me deja nunca ha existido»), un afán, la capacidad de sentir que nos la entrega a los lectores en estas Avenidas del tiempo.