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La fuerza de una mirada

Mirada, gesto. Dos palabras que destrozan los corazones de las personas; da igual el sexo; esto es lo que algunos/as no comprenden o no lo desean. Con la fuerza de una mirada construye S. Zweigh una de las novelas más sentimentales, más sinceras de la literatura; aunque ya, en otro curso, hace algún tiempo, la puse como lectura obligatoria, de nuevo, en una avance de la programación «Literatura y Medios de Comunicación Social» la he elegido para el 2011 / 2012. Me estoy refiriendo a Carta de una desconocida.

Esa mirada casual, como casi siempre ocurre, esa mirada tierna que te desnuda, que te envuelve, pero para que se agrande tiene que permanecer en secreto, en algo sagrado. Quizá a la espera de decir: ¿Sabes que me gustas? El problema surge cuando no podemos o  no hemos tenido la ocasión de decirlo. ¿Qué hacer? En este caso la protagonista, toma la determinación de escribir la carta:

«A ti que nunca me has conocido».

Se sincera. ¿O no es entrega total, sin limite, cuando escribe:

pero, créeme, ninguna te ha querido tan devotamente como yo, ninguna te ha sido tan fiel ni se ha olvidado tanto de sí misma como lo he hecho yo por ti».

¿A quién no le gusta que digan esto de ti, aunque nunca llegues a saber de quién se trate?

Cuando la soledad te embarga no está de más acercarse a la poesía, a la búsqueda del sentimiento. Esta mujer desconocida  abre su corazón, y pronuncia:

-«Cada palabra tuya era para mí como el evangelio y el padrenuestro».  

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