Esta mañana te vi canéfora blanca,
distante, con ese viento
autosuficiente, crecido,
sabedora de que
intuías el pensamiento.
Ni siquiera me dejaste decir:
¡qué arrulladoras vienes, qué esplendente!
Tu luz te la has llevado
pero, el alba prosigue arrullando,
ebria de una espera que no llegará,
ni cintura, ni manos.
I missed you.
Baldía espera, solo
espíritu, aleteo,
¿para no acabar nunca?
Sé feliz en tus cumbres.