Mirada triste, reflejada;
el alma cicatrizada por el tiempo
sin que lo luminoso vuelva.
Son días de tumulto, de ángeles prendidos,
de aquí para allá revolotean, henchidos
de juventud, de esperanza.
Aleteo blanco en un cuerpo enjuto,
que balancea con su esbelta figura.
Hoy, su rostro sirve de contraste
con su blusa negra, amaestrada,
a flor de piel; canéfora silente en otro tiempo,
ahora soñadora.