Literatura

El comentario de texto como objeto de reflexión

La teoría literaria, el estructuralismo, a partir de las premisas del formalismo ruso y del Círculo de Praga, propició la ruptura con la enseñanza de la historia literaria. El Congreso de Cérisy-La Salle de 1969, dirigido por Todorov y Doubronski, constituyó un punto de referencia en el proceso que llevó a la creación del modelo didáctico centrado en la explotación interpretativa del texto. En los países, por ejemplo, anglosajones, se obviaba lo que entendemos por manual histórico, se situaban más en la escuela pragmática, expresión del “New Critiscism” y de la crítica objetiva en el campo de la pedagogía, volcada, primordialmente, al “reading”. El aprendizaje volcado, sobremanera, al análisis estilístico del texto y a la lectura. En los Estados Unidos se fue más lejos al inculcar una enseñanza centrada en la experiencia individual de los estudiantes.
En la actualidad somos muchos los profesores los que encontramos en el comentario de texto los cimientos de una gratificante educación lingüística y literaria. Incluso, en el mercado editorial, hallamos diversos manuales que recogen las distintas vertientes del comentario de texto. Sólo nos resta a enseñantes y alumnos /as reflexionar y trabajar en él. En definitiva, ser lectores, que no es poco. Huelga cualquier comentario sobre los que todavía se resisten a considerar el hecho literario como fundamental. La finalidad no puede contemplarse a corto plazo, salvo el placer del lector ante lo bello.

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Personales

Celebración incompleta

Faltan unos minutos para salir hacia el Madrid galdosiano para anticipar la expresión de anteayer «Ha llegado un ángel» que alguien, en alta voz, me comunicó cuando estaba en la cocina. Ya de vuelta, hemos quedado satisfechos por la  comida y el trato recibido, pero el entusiasmo esperemos se confirme el día de Navidad, sinónimo de amor, de amistad, de entrega, de compromiso, de solidaridad, de luz, y tantas cosas que nos deseamos para estos días, pero que yo añado: «ojalá todos los días sea Navidad». Es el carácter connotativo de la expresión lo que yo deseo, pero extensivo a todas las personas que pueblan la tierra; si fuera así predominaría la bondad que en todo ser anida; pero parece que para que exista el bien debe también convivir con el mal. ¿Es la predestinación de la humanidad por no haber querido permanecer en el paraíso , porque queríamos más, o, simplemente, porque sólo el gozo dado es insuficiente y queremos también luchar con otras formas de vida en las que el mal sea la otra cara de la moneda?

Ese paraíso al que me refería ha sido cantado por muchos poetas, en estos momentos recuerdo a Rafael Alberti con ese dístico tan famoso :»No habían cumplido años ni la rosa ni el arcángel/todo anterior al balido y al llanto…..»,  a J. Milton con su Paradise Lost, y, tangencialmente, el verso de Pedro Salinas «¡Qué gran víspera el mundo!» del libro La voz a ti debida.

Mañana será otro día en el que intentaré motivar el carácter poético de Shakesperare en sus dramas, sobre todo en un fragmento de su obra más repetida, leída, soñada, hecha carne: Hamlet. Luego bucearé en el homenaje que hizo José Hierro a otro grande en la poesía y en el drama: Lope de Vega. Aunque sólo hubiera escrito el poeta madrileño/santanderino el poema «Lope. La Noche. Marta» de su libro Agenda es más que suficiente para figurar en una antología de la segunda mitad el siglo XX. El último verso nos tiene que hacer sentir la poesía: «Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar».

¿Motivaré a mis alumnos/as? ¿Caerá en tierra abonada uno de los axiomas que mantengo desde que me dedico a estos menesteres de que la vida es literatura y ésta vida?  La literatura nos tiene que servir para nuestra formación, si no, no tendría sentido. ¿Y dónde la encuentro? En la lectura, en la lectura, en la lectura.