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Desde mi ventana 7

Mañana es el inicio de la alborada para los deportistas; únete también; venga, sin complejos, ponte pantalón corto, zapatillas y camiseta; a corretear, al menos. Eso sí, si vas acompañado vete a una distancia de unos veinte metros-no olvides, es individual-;a buen seguro, al final te sentirás feliz y tu cuerpo lo agradecerá y, sin duda, con quien convivas. Transmite tus sentimientos, tus emociones, tus sensaciones; cuando corres, creas, desarrollas tu mentalidad y tolerancia; haces partícipe al tú que sientes o añoras. Hasta la saciedad, desde la antigüedad, nos han dejado la expresión «la felicidad también se entrena»; frase ya manida de tanto tiempo transcurrido; hazla tuya en el siglo XXI. El confinamiento con deporte aminora tu aislamiento y ensancha tu espíritu. Hoy, estamos ante un día soleado en Madrid. Mañana, hasta, tal vez, pique. No importa, el cuerpo necesita también vitamina D natural , y si es corriendo mucho mejor. Buen día hermano/a, y como termina en su columna titulada «Anormalidad» en el diario El País, hoy, Juan José Millás, «Dios nos asista».

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Desde mi ventana

Han pasado diez días desde que nos invitaron al enclaustramiento; ahora soy feliz, y más desde que escuché a Francisco-Su Santidad para los cristianos-católicos- en el programa de la sexta «Lo de Ébole». Se necesitaban sus palabras después de tanto «sabidillo/a» que pulula para criticar sin sentido, por no decir ignorancia. Por qué no dejarán, de una vez, que hable la ciencia y se atienda a la comisión elegida, encabezada por el Presidente del Gobierno. Tendría que reinar la meditación, el silencio y, sobre todo, la solidaridad, lo demás hojarasca.

Escribía que ahora estoy feliz en este Madrid, de hoy, lluvioso y soleado a ratos; pero me costó el primer fin de semana inesperado adaptarme; para mí fue terrible no poder ir a correr, a entrenar, para las dos pruebas que tengo pendientes-ya inscrito- en Cuenca y Londres. El lunes me dije: «levanta Félix ese espíritu». Así lo hice; me propuse desde las ocho a las nueve, todos los días, hacer ejercicios deportivos en casa; después ducha y cambio de ropa todos los días como si fuera a salir, y luego a desayunar. Y fui llenando día tras dia quehaceres, con lecturas, escritura, música, alguna obra de teatro en el ordedenador-gracias a esos autores o directores que nos permiten en estos días convulsos verlas–, limpiar y un nuevo orden de mi biblioteca de 3.260 volúmenes, seguir lo que ocurre en el mundo, sobre todo en Londres ya que tengo una hija trabajando allí, videollamadas casi todos los días y no ver la televisión-salvo algo concreto como «lo de Ébole» o «saber y ganar» y no siempre. Ahora resulta que me falta tiempo para lo que me he propuesto.

A los dos o tres días, pensé que esto iba para lejos; en concreto, me dije hasta el 15 de abril no empezará otro estilo de vida, aunque será mayo cuando despertemos que la vida hay que vivirla que para eso está, lo demás florecillas que marchitan. Ojalá mayo sea florido y hermoso para, una vez más, corroborar lo del mes de las flores. Esta experiencia nos servirá para afrontar que esto va en serio, que el vacío no contribuye a la felicidad; tenemos que ser y expandirlo, liberarnos de tanto acto inútil; hay que abrir la ventana para que entre aire purificador y más si es la interior, el ahondamiento nos hará más fuertes. «La loca de la casa» en expresión de santa Teresa hay que desentumecerla, hacerla vívida, que sea luz, antorcha para todo este año galdosiano. Venga, ánimo.

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Maratón y M. Maratón en Donosti

Más de 7.000 personas nos dimos cita el día 24 de noviembre, domingo, para participar en la Maratón, M. Maratón y 10 hms. El día anterior, sábado, estuvo lloviendo con fuerza, aunque lo peor fue el viento huracanado que nos empujaba a guarecernos donde se podía; con paraguas, era imposible, se rompían; las olas del mar chocaban con las paredes y el agua llegaba al paseo, claro no había playa; agua como protagonista; lo ocupaba todo. Nunca había visto cosa igual, aunque sí recuerdo una de las «Behobias» que corrí con viento, ventisca, etc., pero jamás con «viento huracanado», quería soltarnos todo el mal humor o quién sabe. Por la noche no dejó de llover; ya por la mañana proseguía, incluso a las 7.30 horas cuando esperábamos a los autobuses desde lugares distintos que nos conducirían al entorno de «Anoeta», arrecía la lluvia; no observé tristeza , todo lo contrario, un buen ambiente, comentarios, alegres, y ataviados con «anoraks» o prendas ligeras para protegernos de la lluvia.

Como siempre, puntualidad en la salida (a las nueve horas). Antes nos iban entreteniendo con música e informaciones, como los más de 7.000 personas que participábamos, venidos de todas las Comunidades autónomas, la Comunidad Foral de Navarra, Francia, Gran Bretaña, Noruega, Suecia, Finlandia, Estados Unidos, etc. Francia fue la nación extranjera con más participaciones, el 22%. Percibí en el ambiente los muchos llegados de Cataluña, no solo en la carrera sino también en las calles, en la estación de ferrocarril-largas colas para coger el tren a Barcelona-. En realidad, las carreras en El País Vasco son una fiesta; si en el atletismo, ya de por sí lo son, en estas tierras, bien en Vitoria, Bilbao y, sobre todo, en San Sebastián se visten de hermosura atlética. Se afanan tanto en la organización…, en sus gentes que salen a las calles para aplaudirte, a darte ánimo para que no desfallezcas y llegues a la meta con una sonrisa. Cuando terminas, piensas en volver. Esto no sucede en otras carreras, algo tendrán. La que se lleva la palma es la «Behobia», es única, un torrente de felicidad cuando llegas a la meta con tanta gente deletreando tu nombre con sonoros aplausos.

Me cabe hacer constar la emoción que sentí nada más oír el chasquido de salida. Se la ofrecí a mi madre que goza de lo eterno; me duró casi un kilómetro; me vino a la mente cómo esperó para morir-ella sabía que participaba en la Behobia aquel año-; murió al día siguiente ya rayado el alba; no quiso levantarse ni desayunar y sobre las 7.45 expiró, fue trasunta a los cielos aunque el cuerpo quedase en tierra. Cuando llegué a Extremadura la vi que no había perdido la belleza que siempre tuvo. Durmió para siempre, qué guapa estaba. Ya he dejado constancia en varias ocasiones en este «blog»no solo de su belleza sino también de su buen hacer. El recuerdo revolotea mi mente en muchas ocasiones.

Durante la carrera, si bien salimos con lluvia y prosiguió los primeros cuatro o cinco kms., después salió un rato el sol, seguro para felicitarnos. Alegres y confiados iba observando las hileras de participantes, despojándose de la ropa-no se esperaba más lluvia, y a ambos lados de las calles gentes aplaudiéndote. Por mi parte, gracias a los/as que me nombraron con esos «aupa Félix», «ánimo Félix», «venga Félix, así a tu ritmo», «así, así Félix que los veteranos también corremos», «ánimo, que se puede Félix»; también salieron de varias personas durante el recorrido palabras de felicitación-supongo que en vascuence- y que terminaban en Félix. Y cómo no, mil gracias al primero que me animó, allá por el kilómetro tres, que fue un niño-quizá tendría unos siete años- con ese «aupa, Félix» aplaudiéndome. Se te pone la carne de gallina; anécdotas de estas tengo muchas en más de diez carreras en en las que participé en El País Vasco».

El recuerdo, también, para los /as que no pudieron terminarla, bien por lesiones, o por falta de voluntad; hasta aquí, ya; supongo que dirán, no puedo más Se necesita ese ánimo y, sobre todo, voluntad de hierro. Inténtalo otra vez, que a buen seguro lo conseguirás y tendrás para siempre esa medalla que se otorga a los que llegan a meta en el tiempo oficial establecido. Agur.

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