Han pasado diez días desde que nos invitaron al enclaustramiento; ahora soy feliz, y más desde que escuché a Francisco-Su Santidad para los cristianos-católicos- en el programa de la sexta «Lo de Ébole». Se necesitaban sus palabras después de tanto «sabidillo/a» que pulula para criticar sin sentido, por no decir ignorancia. Por qué no dejarán, de una vez, que hable la ciencia y se atienda a la comisión elegida, encabezada por el Presidente del Gobierno. Tendría que reinar la meditación, el silencio y, sobre todo, la solidaridad, lo demás hojarasca.
Escribía que ahora estoy feliz en este Madrid, de hoy, lluvioso y soleado a ratos; pero me costó el primer fin de semana inesperado adaptarme; para mí fue terrible no poder ir a correr, a entrenar, para las dos pruebas que tengo pendientes-ya inscrito- en Cuenca y Londres. El lunes me dije: «levanta Félix ese espíritu». Así lo hice; me propuse desde las ocho a las nueve, todos los días, hacer ejercicios deportivos en casa; después ducha y cambio de ropa todos los días como si fuera a salir, y luego a desayunar. Y fui llenando día tras dia quehaceres, con lecturas, escritura, música, alguna obra de teatro en el ordedenador-gracias a esos autores o directores que nos permiten en estos días convulsos verlas–, limpiar y un nuevo orden de mi biblioteca de 3.260 volúmenes, seguir lo que ocurre en el mundo, sobre todo en Londres ya que tengo una hija trabajando allí, videollamadas casi todos los días y no ver la televisión-salvo algo concreto como «lo de Ébole» o «saber y ganar» y no siempre. Ahora resulta que me falta tiempo para lo que me he propuesto.
A los dos o tres días, pensé que esto iba para lejos; en concreto, me dije hasta el 15 de abril no empezará otro estilo de vida, aunque será mayo cuando despertemos que la vida hay que vivirla que para eso está, lo demás florecillas que marchitan. Ojalá mayo sea florido y hermoso para, una vez más, corroborar lo del mes de las flores. Esta experiencia nos servirá para afrontar que esto va en serio, que el vacío no contribuye a la felicidad; tenemos que ser y expandirlo, liberarnos de tanto acto inútil; hay que abrir la ventana para que entre aire purificador y más si es la interior, el ahondamiento nos hará más fuertes. «La loca de la casa» en expresión de santa Teresa hay que desentumecerla, hacerla vívida, que sea luz, antorcha para todo este año galdosiano. Venga, ánimo.