Personales

Desde mi ventana 11 («detrás de los cristales llueve»)

Como todos los días, a primera hora, desafiando a la lluvia que arreciaba y a la llovizna después, la ciudad universitaria de Madrid, que estalla como un vergel, acogió a los atletas en este tiempo de confinamiento. Bien es cierto que éramos menos que los días pasados, pero ahí estábamos entrenando sin que la lluvia importara. Muchas carreras, sobre todo en El País Vasco, se revisten de fuerte viento, lluvia a mares y nieve. En mi mente pervive una Behobia «a cara de perro» y más cuando tuvimos que esperar con viento huracanado y lluvia torrencial; y además sin tener sitio donde guarecerte; en mi caso más de cuarenta y cinco minutos y no fue la última oleada; pero el ambiente, la música, ese caldo caliente que repartieron ante un temporal inesperado por su fuerza, el compañerismo y más de treinta y cinco mil personas se adueñan de un espíritu que supera todo, de ahí que esta mañana salí altivo, seguro que iba a disfrutar; la temperatura era ideal para correr: 10 grados. Eso sí, pertechado con un anorak para evitar al menos parte de la lluvia.

Como coda a estas líneas, hoy , 14 de mayo, se cumplen 200 años del nacimiento del Ateneo de Madrid («Ateneo Español, Sociedad Patriótica y Literaria»). Nació con ese espíritu que anida en las personas libres: sin cultura no hay libertad («sin ilustración pública no hay verdadera libertad»). Los de siempre cortaron de raíz esa simiente. La llamada «década ominosa» cercenó, ahogó todo lo que estuviera bajo el paraguas de cultura, de libertad al mando de » un aborto de la historia»-así lo denomina Pérez Galdós en la novela La Fontana de Oro-. Me niego a escribir el nombre de ese rey calamitoso, además de traidor.

Venga, residas en Madrid o en cualquier rincón del mundo hazte socio. Tu apellido quedará para siempre en las mentes lúcidas y testimoniales. Haz tuyo el pensamiento de Espronceda:

Literatura y Medios de Comunicación

En la «Docta Casa»

Ayer se presentó mi libro  Literatura y Periodismo en el siglo XXI en la «Docta Casa» (para Galdós «Templo espiritual«) . El acto fue presidido por Miguel Pastrana, representante de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid;  duró dos horas.

Sala de conferencias de la presentación  del libro

            Aparte de los agradecimientos, brevemente, desgrané algunas ideas; entre otras manifesté cómo la literatura me sirve de refugio, como huella, como meditación, como casa de misericordia, para sacar jugo de la existencia, para que las sombras se conviertan en primavera, única forma de ser feliz, de apostar por la vida. El jardín que día a día cultivamos debe tener como asidero la ensoñación, la utopía. He intentado que el arroyo literario pueda con todas las malezas que, a veces, quieren dificultar la limpidez del agua.

            La mayor parte de mi investigación está dedicada  a la dicotomía Literatura-Periodismo; he puesto todo el empeño para demostrar que en su nacimiento, el periodismo fue el mundo de la literatura. Primero, oral con los juglares que fueron los que pregonaron las noticias con su voz, memoria y donaire. Queramos o no, el embrión de la prensa literaria podemos cifrarla en los pliegos sueltos-cuadernillos de dos, tres o cuatro hojas- que servían para informar, aunque un siglo antes aparecieron “hojas volanderas”. En esta andadura Lemmard Davies ha escrito que la novela inglesa de los siglos XVI y XVII se asemejan a lo que consideramos los orígenes del periodismo. Sin olvidarnos de Andrés de Almansa cuando relata el viaje que hace Felipe IV por Andalucía; se puede considerar como prensa revestida de lo literario, aunque elija la forma epistolar. Quevedo sin saberlo estaba haciendo periodismo con un estilo conciso, improvisado. Era, como Umbral lo definió “periodismo de mano en mano”.

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