De vez en cuando, los lectores/as tenemos que rebelarnos ante opiniones que parten de los que deberían ser luz por sus comentarios que no se sostienen. El domingo pasado fue Javier Marías en su «La zona fantasma» en El País Semanal (1-12-2013) del diario El País. Vaya por delante que es lo primero que se lee en casa porque se le admira como escritor.
La expresión «que a menudo me resulta acartonado, sobre todo en tantos diálogos impasables y en tantas estampas apegadas en exceso a la literalidad de su tiempo, es decir, al reportaje». Hace mucho tiempo en un debate sobre la novela anglosajona le dije si había leído a Galdós; en aquel momento dijo que no. Espero que ahora lo haya leído, pero desde luego está muy lejos de ese adjetivo fuera de tono: «acartonado». En el Diccionario podemos leer dos acepciones:- «que tiene el aspecto o la consistencia de cartón» y -que carece de vitalidad o espontaneidad». Por mucho que doy vueltas a sus cuentos, novelas, teatro, episodios nacionales, artículos en prensa, no me viene al pensamiento ese adjetivo; todo lo contrario, muy lejos de él. ¿Por qué lo ha escrito? El sabrá. No vale apoyarse para encumbrar a otro: » Yo veo mejor el Londres del siglo XIX en las obras de Dickens llenas…» Le recuerdo que Dickens fue un espejo para Galdós, recordemos la expresión con que lo definió: «mi maestro más amado».
La excelencia de Pérez Galdós ya la he descrito en este «blog» por lo que no voy a insistir en lo mismo. Pero como coda: si hay un Premio Nobel (con acento tónico en la /e/) merecido, aunque no llegó a recibirlo, en lengua castellana ese es el escritor canario-madrileño-santanderino.