Teatro

Otra vez ELS JOGLARS en Madrid. El Rey que fue

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Anoche estuve en el teatro Infanta Isabel de Madrid. Como siempre que nos visita ELS JOGLARS teatro lleno. Un público acogedor que aplaudió como merecen este grupo que hace de la realidad arte, no tan fácil como pueda parecer. Pero ahí están venteando lo que apasiona, lo que forma y divierte.

En una paella en alta mar se desarrolla una estampa de quien fue Jefe de Estado en España. No podía faltar un elemento primordial en el grupo: la música; en este caso Schubert, que no le gusta al rey; prefiere a «Los del Río». Esta escena primera nos asombra por el realismo que se observa al ver a la persona renqueante con su bastón en mano para poder sostenerse. No es sátira., al menos, al principio; es algo viviente de Juan Carlos. Fontseré ha sabido captar el papel del rey con una perfección que llena al personaje y lo hace cercano; de impresión.

Es evidente que a lo largo de la obra nos sobresalte la risa al ocupar la sátira la imagen y las palabras, juntamente con la ironía. Es la vida con sus sombras, pero también se valora lo que está en su mente; capital para entender y esclarecer el pasado y el presente; coadyuba lo que se puede denominar el joven-una especie de bufón como en el teatro clásico- con verdades en versos que son contestados, primero con el silencio, la vestimenta o las palabras adecuadas.

Es un repaso a su niñez, a su juventud, a su escasa formación, a sus relaciones amorosas, a su fortuna, al engaño a Hacienda, a frases hechas que pasarán a la historia. Es al final un monarca que dialoga con varios personajes familiares, amigos y políticos; me llamó la atención sus disculpas al presidente Suárez; sin duda fue la etapa más dura del paso de la dictadura a la democracia, con una transición envuelta en tinieblas. Ahora un rey en el exilio-queramos o no-, anciano, recuerda su pasado, muy lejos-allá por el Golfo Pérsico- que no entiende lo que le pasa o no quiere; pero en el fondo puede pensar que la historia le absolverá de tantos desmanes y quedará que contribuyó a que creciera una monarquía parlamentaria en medio de tantas sinrazones y absolutismo, aunque también tendrá sus dudas si proseguirá; la vida da muchas vueltas.

Las felicitaciones para EL JOGLARS son pocas por mi parte, que ya desde mi época estudiantil hasta hoy he visto todas sus obras-las que se han representado en Madrid-; son la perfección suma; cuando sales del teatro prosigues pensando en cómo la sabiduría se hace realidad de lo que ocurre en las tablas.

Teatro

ELS JOGLARS: la suma perfección en «¡Que salga Aristófanes!»

Anoche estuve en los «teatros Canal» de Madrid para ver la representación ¡Que salga Aristófanes! Como siempre el grupo se esforzó hasta conseguir la perfección en el ritmo, en la musicalidad, en la palabra, en el movimiento, en un escenario desnudo de ornamentos , un teatro basado en la palabra para que los/as espectadores captásemos con claridad lo que proponían. Es decir, un teatro con cimientos del verdadero teatro dramático, del teatro de siempre que Els Joglars ha sabido transportar en estos 60 años; se consideran y son «los herederos de Aristófanes» como pregonan; el teatro hecho arte es la verdadera estampa y así se entendió con los repetidos aplausos con un público entregado, ávidos de certezas aunque fuera con esas sátiras e incluso con utopías llenas de inteligencia.

Sin duda, el público esperaba esa sabiduría con que Els Joglars sabe adentrarse en los problemas cotidianos de las personas; lo sublime de la representación ya lo esperábamos, sobre todo, los que no hemos querido perdernos ninguna de sus obras cuando arriban al «rompeolas de todas las Españas» para ventear la libertad del arte, sobre todo en los tiempos en que es cercenada, arramblada por tantas cosas inanes que conducen a la inquietud, a la amargura. Nos anuncian, nos recuerdan que «veinticinco siglos más tarde, Aristófanes sigue siendo un símbolo libertario con sus risas,, sus críticas y sus fantasías utópicas». Precisamente en estos 60 años han apostado para lanzarnos el grito de la libertad, inherente a las personas; pero, al mismo tiempo decirnos que sin cultura no puede haber libertad.

¡Cuántas verdades encierra ese centro de «Reeducación Psicocultural! en el que es internado un catedrático de clásicas «destituido de la universidad» (el actor añadió de la Complutense) por las secuelas mentales con que ha quedado debido a su cese! La admiración por el mundo clásico hace que se convierta en el mismo Aristófanes, y es aquí donde la dualidad ficción realidad hace que bebamos en ese mundo admirable y recordemos al dramaturgo griego «como modelo de libertad frente a una sociedad cada vez más repleta de tabúes intocables». No dudes en ir a ver esta obra que estará hasta el 6 de marzo. No te arrepentirás. Son ochenta minutos de sabia redentora. Es como la miel de brezo o de encina que cuando la pruebas quieres más y no quieres deshacerte de ella para empaparte de felicidad, de belleza, de existencia.

Teatro

Els Joglars en el teatro María Guerrero

Ya es un aire purificado constante en la dramaturgia cuando el grupo Els Joglars visita Madrid con esas representaciones vivientes con un público entregado sea cual sea el tema. Raudo cuando me enteré de que de nuevo el grupo venía a representar Señor Ruiseñor compré entrada con anticipación, para el día 23. Fui con la alegría que siente una persona cuando sabe de antemano que no me iba a defraudar; sería algo impropio del grupo que tanto bien ha hecho a la escena desde los años sesenta. Gloria, pues, a quienes supieron acercarse al público y este siempre les correspondió. Ahora no iba a ser menos.

El espíritu catalán que anida en el grupo, de nuevo, se dejó sentir en el recuerdo de Santiago Rusiñol, una persona abierta al mundo que huía de la política, impregnado de cultura, de respeto, de tolerancia; en definitiva, la concepción de lo artístico como arraigo universal; esto es lo que realmente le importaba. Ese recuerdo se contradice con la Cataluña que observan hoy, y la mordaz crítica-por otra parte, un signo de identidad de la dramaturgia del grupo- con que parece que quieren comparar. La imagen de Rusiñol como «destructor de fanáticos» según Pla revolotea por la obra con tesón artístico.

La contraposición de la figura del artista catalán Santiago Ruiseñol es más que evidente, que fue ejemplo de una persona cívica, cosmopolita que nada tiene que ver con un nacionalismo dogmático, muy lejos de esa solidaridad en identidades poliédricas, propio de las personas; quizá por eso, el grupo se entretenga más en tiempos revueltos y confusos. No sé si la sátira con que se envuelve todo es exagerada, pero en esa grandielocuencia es cuando el público selecciona y se queda con lo primordial, como es que la simiente desde hace tiempo germinaría demasiado torcida, probablemente lejos del primer sembrador al recordarse en las escenas finales en las que se evocó al Honorable Pujol de manera prístina: la caracterización fue perfecta. La reflexión está al final. Eso sí con un alarde identitario de los personajes en su labor rayando la perfección como nos tienen acostumbrados. Es una necesidad ver la obra, ahí se percibe la Cataluña que fue y la que han querido imponer.

Todo, en una mezcla de belleza, verdad, sarcasmo, ironía, humor, arte, virtud, hicieron que al salir de la función nuestro pensamiento brotara, que la cultura nos lleva a la libertad, sin ella no es posible generar algo inherente entre  las personas. La representación fue ¡admirable!, ¡admirable!, ¡admirable!, así lo corroboró el público asistente con atronadores aplausos que exigió que salieran hasta siete veces al escenario a agradecerlos. El entusiasmo prendió en la sala-abarrotada, se colgó el cartel «no hay localidades para hoy»- en la que el arte se citó en el escenario del teatro María Guerrero de Madrid.

Si eres peregrino de la belleza, no dudes en ver la obra. Acércate al teatro y quedarás petrificado ante tanta magnificencia. En la conjunción de música, gestos, movimientos y palabra  no cabe más perfección.

Teatro

El teatro español de los años setenta hasta la actualidad

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En el teatro  hoy pervive una cierta memoria de lo que significó en los años sesenta y setenta; vivimos del pasado en la dramaturgia, sin que veamos un horizonte nítido; se salva con las representaciónes de obras clásicas.

El teatro español de los años setenta hasta la actualidad

Teatro

El teatro de 1939 hasta los años setenta

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Como el resto de géneros literarios,  el teatro está marcado por las consecuencias de la guerra de 1936. Ésta cortó todo atisbo cultural y el teatro no iba  ser menos.Es más, la cultura se convirtió en un acto de provocación. La lucha entre los españoles supuso un hachazo en la producción literaria española y, naturalmente, también en el teatro. La situación de España en el campo artístico, al principio, fue desoladora. Desde su terminación  hasta 1949, prácticamente no existe una obra teatral de calidad, y menos que sea crítica con el entorno. Durante este período se representaron melodramas que hacían reír a un público asustado todavía  por el acontecimiento fratricida.Sin embargo, hubo dramaturgos que prosiguieron escribiendo y representando sus obras como si no hubiera ocurrido nada; es evidente que son los vencedores de la guerra; querían que las gentes pasaran página, aunque políticamente, siempre estuviera presente.

En la década de los cuarenta triunfó un teatro de evasión, de huida de la realidad, y el que más sobresalió fue el “torradismo”; es decir el estrenado por José Torrado; fue el amo de los escenarios madrileños. Podíamos denominar al teatro de los años cuarenta como de entretenimiento . En estos años estrena, también, el dramaturgo José María Pemán; nos guste o no, fue uno de los más representados. Destaquemos Yo no he venido a traer la paz (1943), El testamento de la mariposa (1941) entre otras. Al lado del teatro español también sube a los escenarios el teatro extranjero, pero son aquellas obras que llevan la vitola de comedias de evasión, pero bien escritas, con un diálogo atrayente, que hacían las delicias del público.

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