Este Niño y Dios, Antón, que en Belén tiembla y suspira, con unos ojuelos mira que penetra el corazón. Este Niño celestial tiene unos ojos tan bellos, que se va el alma tras ellos como a centro natural. Ya es cordero y no es león, y como dejó la ira, con unos ojuelos mira que penetra el corazón. Antiguamente miraba en nube, monte y en fuego y en ofendiéndole, luego del ofensor se vengaba; mas después que vino, Antón, donde como hombre suspira, con unos ojuelos mira que penetra el corazón. No se dejaba mirar envuelto en nubes y velos; ahora en pajas y hielos se deja ver y tocar. Y como ve a los que son la causa por que suspira, con unos ojuelos mira que penetra el corazón. | ||