Otro año más se han graduado –los últimos Licenciados en Periodismo– un puñado de jóvenes con el espíritu de desarrollar aquello que soñaron de pequeños: ser periodistas. Afortunadamente ellos pudieron elegir. La sociedad ha contribuido a su formación; ahora son ellos los que con su trabajo tienen que devolver una parte para que otros puedan seguir formándose.
En la planta baja de la Facultad se palpaba el ambiente festivo; los familiares y sobre todo, los padres contribuyeron a esa riqueza de felicidad no solo con el bullicio sino también con las vestimentas primaverales al ambiente acogedor, sincero, amoroso. Ojalá el trabajo no les dé la espalda y pronto les veamos venteando lo que un día acumularon en su pensamiento.
La formación de un periodista es el día a día; es interiorizar; es pensar, es leer-toda lectura nos tiene que llevar a la escritura o al debate-; si entendemos este mensaje todo os vendrá por añadidura. En el recuerdo permanente quedan miles de alumnos que se han ido graduando, para estos y aquellos mi más sincera enhorabuena y ojalá tengan como base la lectura-es el maná- y la escritura como tantas veces me escucharon en las clases teóricas y prácticas. Para todos/as van estas breves pero cálidas líneas y especalmente para Sofía en la que se detuvo la belleza para esmaltarse.