El poeta se adelantó a la importancia del verbo y del sustantivo, ya clásico, que repetimos cuando lo leemos o lo escuchamos; es el camino como senda que nos conduce hacia la meta en ese «andar» tan rápido y seguro. Otro verano pasó y el tiempo nos alcanza para despojarnos de lo mental, de lo físico, de todo lo que nos concierne. Sin duda, es una necesidad, ese ir abandonando nuestro yo sin darnos cuenta; ni siquiera el amor, el sentimiento, mantiene lo eternal.
El mañana ya no será igual, no está escrito. Es, otra vez, el incio de otro curso, y en la puerta los «cross» universitarios, «Madrid corre por Madrid», el Maratón de Donosti que espero con ilusión contenida, pero, sobre todo, el M. Maratón de Gotemburgo, el mismo que describe Larson en quizá uno de los libros mejor escritos y estructurados del año pasado. Mis impresiones quedaron reseñadas en su día en esta página «web». Por encima de todo, está un recuerdo emocionado y viviente.