La Firenze que conocia era por los libros; ahora me he adentrado en su corazón viviente en el que los latidos de su arquitectura permanecen después de tantos siglos. Hoy, los que nos acercamos a la ciudad recordamos, emulamos y damos vida a las costumbres y a la cultura que nos ha precedido. Firenze es un todo, no vale decir esto o aquello. A pesar de la lluvia del 7 de diciembre hemos saboreado con el color de sus habitantes tanta grandeza como encierra. Se anunciaba para hoy lluvia, y el sol corona la ciudad. Lo esplendente contribuye al hormigueo de sus gentes en un ir y venir por sus calles con tanta historia y hermosura. Il Duomo es eterno, nos invita a la meditacion, a buscar el otro yo que llevamos. Tal vez a ser nosotros.
Como anunciba ayer en el twitter, hoy, a primera hora, he subido al «Mirador de Michelangelo» para entrenar. Pensé que no habria personas, pero ya estaba un grupo de turistas japoneses, y eran las ocho de la mañana; hice algunas fotos. El resto del día me adentraré en la Florencia que me falta por recorrer para imbuirme de la cuna del Renacimiento.
