Que sirva como ejemplo la frase que debe llegarnos al alma: “que aún lanzaron dos o tres quejidos de socorro antes de callarse para siempre”.
La frase entrecomillada la resalté en la presentación de la novela La golondrina, sin adelantar a qué se refería para que los lectores /as sintieran el dolor, la imagen llena de palabras, con que el escritor plasmó unos hechos que acontecieron; que hoy, ya sin miedo, reverdecen.
Después de unas vacaciones cortas en una isla hecha de trozos de cielo, como es Menorca para el que suscribe estas líneas, me encuentro con un correo en el que se me invita a proseguir la presentación de la novela, comenzando en el pueblo del escritor, situado en las estribaciones de los Montes de Toledo, puerta, también, para adentrarse en la Siberia extremeña.
El género humano no está preparado para la muerte de los inocentes; en este caso me refiero a los que todavía no han adquirido nombradía o no tienen uso de razón; más en concreto: lo que denominamos los cristianos, en el mundo occidental, «los santos inocentes».
En esta misma página «web» dediqué una poesía titulada «Aleluya» a una hermana que murió a los seis meses, que ya antes le había dedicado un libro. Su recuerdo es constante; no he podido entender su muerte, la llaman súbita. Las imágenes del sacerdote en la puerta de mi casa revestido con roquete blanco, bendiciendo el ataúd blanco lleno de rosas blancas y rojas, y cómo era transportado por verdaderos ángeles (niñas que no llegarían a los cinco años) es difícil olvidar.
Cuando leí en la novela el párrafo con que comienzo este escrito se me nublaron los ojos. Es la muerte de dos niños/as inocentes, acribillados en el seno materno sin que supiéramos el sexo, además de la madre. Que nadie se asuste del verbo; los hechos, al parecer fueron así. Es para que pensemos hasta dónde nos puede conducir, la barbarie, la sinrazón. Y eso sí, enterrados en lo que se denominaba fuera del «camposanto», al lado. Esto tiene un nombre, señores alfareros de la religión cristiana, : «anticristianismo». ¡Cuándo se va a rendir un homenaje a aquellos cristianos que fueron enterrados fuera del «camposanto» simplemente porque eran republicanos, o tenían otras ideas! No seamos hipócritas, esta idea que lanzo es más cristiana que muchos actos inanes que vemos en la jerarquía eclesiástica.
Para que no ocurran más recordamos esos actos criminales; la red es una palanca no solo para la información, sino también para el conocimiento. ¡Quién le iba a decir a esa madre que sus hijos en su vientre serían homenajeados como paradigmas de la sinrazón, de la violencia!
Si me decido a ventear la novela por esos pueblos limítrofes de mi tierra, ya lo tengo decidido, comenzaré con la frase entrecomillada y en rojo del encabezamiento.