Poesía

Senderos

Hace algún tiempo me mandaron por correo el libro Senderos, lleno de vida; es esta la que nos lleva a la añoranza de lo que fue canción; a buen seguro que la autora fue más lejos, algo más de los/as lectores, ya en el siglo XXI; tal vez no lleguemos a alcanzar su total sentimiento por el tiempo transcurrido desde su publicación en 1957; ante el acto poético, en todo caso, debemos estar genuflexos si es que la naturaleza te ha dado esa cualidad humana como es el sentir la poesía. La pasión por la palabra hermosa, juntamente con su vitalismo, es el sustento de la poesía.

Con motivo de «el centenario de El miajón de los castúos» se han reeditado varios poemas de María Victoria Chamizo con el título de Senderos por su hija Victoria Díez Chamizo-nieta del poeta universal Luis Chamizo-, como homenaje a su madre, que falleció en 2019, María Victoria Chamizo, además de poeta, tuvo una columna habitual durante muchos años en El Faro de Ceuta. Me cabe hacer constar el espíritu que anida en la mente de su hija al leer el prólogo, y, sobre todo, el final: «Querida madre, ¡cuánto me hubiera gustado que hubiera visto esta edición!». Victoria Díez Chamizo. Barcelona, junio de 2021.

A la edición de 1957, José María Pemán coronó la poesía con un poema en que pregunta en los tres primeros versos «Dime, Victoria Chamizo, / ¿de dónde viene el hechizo / de tus cantares?». Exactamente es lo que sentimos cuando abordamos cada uno de los poemas, que son canción, humanismo, sensibilidad, espíritu que aletea; no hay forma mejor para expresar la exactitud, sintiéndola dentro de sí para alcanzar la lucidez en ese peregrinaje poético desde Senderos– primer poema- hasta Un día sin ti-el último. En todos anida una cierta preocupación, más allá de lo estético. La introspección que subyace en sus poemas es necesaria para después sacarlas y elevarlas al papel, convertirlas en anécdotas creadoras para encajarlas en ese «sendero blanco, donde solo irán lo poetas»; ese sendero que es la elección y, al mismo tiempo, la cúspide en la que se desea llegar, «el sendero de los que sueñan, pág. 11.

Adentrarse en esta poesía, hechas de trozos de cielo, requiere sosiego, limpidez, que se detenga tu tiempo, si no, no llegarás a sacar el mejor tú de cada uno de los poemas de los que entresaco «Tristeza» («Y fue todo una mentira, / por otro amor me dejaste / poniendo luto a mis sueños, / poniendo luto a la tarde…»). No podía faltar un poema a su tierra extremeña que tuvo que abandonar, «A mi tierra»: «…que forjé en tu hermosa cuna, / que lejos marcho, y clavada, / me llevo en el corazón, / junto a su imagen amada, / la espina de mi dolor»). También eleva a lo poético su espíritu religioso con «Plegaria«, ( » Aquí, estoy, Señor, postrada a tus plantas»), con «Oración a la Virgen Inmaculada«. » La noche», «A la Soledad«, («Y que lloren tus ojos, Virgen mía»,,,). «Ceuta a Jesús Nazareno», (….»sangrando su cuerpo, / siento que mis lágrimas / se tornan en fuego». Y cómo no, el amor que nos aprisiona, que nos exige, que nos aprieta, «Cuando menos pensaba»: «…sucedió, y fue sin darme cuenta, / yo creí mi alma liberada / de un amor que ahora me atormenta». «Comprensión», «…tú necesitas mi sol, / yo necesito tu frío», Mi último beso. Maldición. No puedo quererte. Pasión. Alma y cuerpo. Sed de amor. Cómo te lo diría. Y lo más grande: lo que enardece, lo que nos hace vivencia, libres, fuego, espíritu, como es la poesía: «Al poeta«, («¡ Pobre loco!, le dice el que no siente / el batir de las bellas fantasías: es mejor para él vivir ausente, / que soñar y sentir melancolías»).

La última parte viene encabezada con «Pequeñas poesías de amor», y los últimos poemas son un conjunto con el título Un día sin ti, págs.68-92, en los que es el alma que supura llanto, querencia, desconsuelo, primavera, olvido, beso, tentación, sueño, ilusión, lejanía, tiempo, soledad, fuego, pesadumbre, camino, corazón, nubes, obscuridad, talle, azucena, herida, dolor, paso del tiempo, arrepentimiento; son palabras que te mantienen en vilo según desgranas la lectura desde el primer verso «Soledad, llanto, obscuridad», hasta «que no tendrás otra más / parecida a la mía». Este final dirigido al Señor al recordarle las penas y las alegrías » de valor tan desigual». En el fondo es la necesidad, en este caso, de tener fe; de dirigirse al Altísimo para ofrecerle cómo fue su vida. Esta ha sido, en tus manos me encomiendo.

Son cuarenta y nueve poemas los que conforman este apartado: en ellos hallamos un itinerario, un camino con alegría pero también abrojos; dicha-tristeza, dolor-alegría; «música que al sonar / no ha conmovido!; «Goces que el corazón / no ha comprendido»; «aquella que no ha tenido / con un beso, el latido / del propio corazón». «Llegaste sin yo llamarte, / y ahora, sin porqué, te vas». En otros está la entrega, el aliento, el sentimiento, la querencia desnuda: «Por un solo beso tuyo / yo daría el mundo entero». «He soñado que eras tú / el amor de mis amores». «Te quiero como a nadie ha querido».»Por saber si me quieres yo daría / mi juventud, mis sueños, mi alegría». Pero también la llama de amor viva se apaga: «Quisiera verte de fuego, / pero tú eres nieve fría». «No me quieras, por Dios / no me quieras». «Tú no sabes querer, lo sé de cierto; / tú eres solo veleta de los vientos». «Quizá cuando yo muera / darías media vida / porque no hubiese muerto». La añoranza: «…para mí siempre de noche /será, cuando tú estés lejos». A solas he quedado largo rato; / he meditado mucho y he sentido», «…que eternamente perdura / cuando se amó de verdad».

En verdad es un libro que conmueve, que el tiempo no se detiene, que al final lo derrotamos de tanto como nos ha aprisionado, que seguramente María Victoria, a pesar de las dificultades que debió sortear, encontró luz y esperanza al mostrarnos e ir más allá del territorio de lo estético.

Contraportada


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Literatura

James Joyce: Dublineses

Después del centenario de Ulises, a buen seguro, que al final nos quedará un pensamiento literario si no único, sí distinto; pero si alguien no ha leído a Joyce lo mejor es que calle y se ponga a leerlo si quiere tener unas ideas propias; y desde luego no tenga en cuenta a los que hablan, hablan o escriben, escriben de oídas que abundan. Lo repetiré cuantas veces sean necesarias.

En la introducción se nos advierte de que aunque Joyce no es «estrictamente» poeta, sin embargo, rezuma. En concreto se recoge la opinion de Antonio Machado para recalcarlo: «Ni Proust ni Joyce pueden llamarse poetas, en el sentido estricto de la palabra, pero los poemas esenciales de cada época no siempre son la producción de los cultivadores del verso» (Antonio Machado).

Con esta nueva publicación en la editorial Cátedra se contribuye a que el escritor sea más conocido y sobre todo se lea. No esperemos un-Ulises- en ningún sentido; son doce relatos breves con el título Dublineses. Tardó en publicarse casi una década. El manuscrito es de 1905 y se publicó, por vez primera, en 1914 («Esta demora en su publicación sin duda afectó la recepción del libro», pág.33). Inmediatamente nos percatamos de que estamos ante un proyecto que proseguirá con Retrato del joven artista y culminará con una luciérnaga que invadió el campo literario, Ulises. De ahí la necesidad de leer las tres obras. No sé si exagero que el principio de la novela fue Quijote y terminó en Ulises. Lo demás, o imitación o nada. Sálvese quien pueda.

Con estos escritos, Joyce se detiene en un Dublín que describe como sucio, pero no de forma general; va a lo concreto, a lo más nimio para que los posibles lectores comprendan su radiografía; es el detalle el que busca para reflejar mejor esa «parálisis que muchos llaman ciudad» -pág.35-, como comentó el propio autor. El problema radica en que se queda con un tipo de sociedad: ni alta ni baja; es la clase media y de esta la más cercana a los bajos fondos de una ciudad; de lo que vino en llamarse la «pequeña burguesía».

Comienza con el relato «Las hermanas» y termina con «Los muertos», en este, tal vez, podamos ver a Joyce como nos adelanta la editora, pág. 37. Si el primero es el reflejo de una sociedad mortecina, aletargada, paralítica, en el último subyace su final, el conjunto de cómo ha sabido llenar las páginas de ese Dublín de principios de siglo, si bien con una mirada crítica, pero, al mismo tiempo, nostálgico; es en este en el que observamos que Gabriel es un trasunto de Joyce, por su estar y sabedor de todo lo que le rodea. La dualidad tradición-progreso es lo que quiere que permanezca y ser él el profeta, el que anuncie la buena nueva. Pero en «Las hermanas», también subyace la dualidad prersente-pasado e incluso la relación entre el niño y el sacerdote que nos aporta un conocimiento del pasado y en el que el niño queda absorto ante los comentarios sabios del sacerdote; claro, todo visto bajo el prisma religioso, hecho capital en Irlanda; de otra forma, no se puede entender ese pasado; la iglesia tenía un poder enorme. Por otra parte, se percibe el fracaso del padre Flynn ( «…y luego su vida, podríamos decir, fue una cruz…era un hombre decepcionado», pág.113) y solo la muerte trajo tranquilidad, hasta la vestidura transmitía dejadez; nos queda la duda en cuanto a la fe. La expresión «Dios tenga piedad de su alma, dijo mi tía piadosamente…», nos alerta de la duda.

Poco importa si como se ha escrito este último relato es primordial para poder comprender el espíritu que anidaba en Joyce; los demás, no desmerecen e igualmente entenderíamos las causas por las que se acercó el escritor; pero, sin duda, es la joya de todos, aunque solo fuera porque uno de los personajes se asemeja al escritor y, claro, y único no solo por su extensión, también por su estructura, dividida en tres partes; en la primera resalta la presentación de los personajes, y es Gabriel el que se nos queda en la retina como principal, pero con un dejo, con una mirada recelosa, como estando al acecho de lo que ocurre, pero en el fondo sabe que es él que representa las dos ideas que aparecen en la sociedad: la tradición y el progreso; él está llamado a discernir, a unir ambos términos; en la segunda parte sobresale el momento en que se reúnen como símbolo de hospitalidad, inherente al pueblo irlandés; pero es en este momento cuando surgen las dos opiniones contrapuestas del nacionalismo, el humanismo hecho carne, cobijo; ¿ se está perdiendo o permanece? La superioridad de Gabriel se percibe, pero le molesta que le digan unionista («y le susurró al oído: ¡Unionista!»), o que vaya de vacaciones al extranjero, En todo hay un común denominador: la hospitalidad irlandesa.

La tercera parte es la despedida con cierta simpatía, y cómo ya el frío y la nieve cae en las calles de la ciudad. Por si faltaba algo-acostumbra Joyce a recordarlo- el sexo, la excitación al ver a su mujer como un objeto sexual, aunque lo minimice con la pintura («la habría pintado en esa actitud»). La estética del cuadro como lo permanente; su excitación, aunque sea brutal, pasará; en su mente subyace la idea si ella también siente esa atracción suma por él. La objetivación como sexo, como la necesidad carnal que tenemos los humanos.

Casi al final me recuerda su novela Ulises cuando «Se tendió bajo las sábanas, junto a su esposa, procurando no despertarla. (…). Pensó en cómo la mujer que yacía a su lado había guardado en su corazón durante tantos años la imagen de los ojos de su amante mientras le decía que no deseaba vivir», pág. 349. No me percato si cuando sus ojos se llenaron de lágrimas es solo sentimiento o quizá amor; («Nunca había sentido eso hacia ninguna mujer, pero sabía que ese sentimiento debía ser amor»); las dos formas pueden caber, pero, también, diferenciadoras; el corazón es el que habla, tanto en una forma como en otra.

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Joyce, James, Dublineses. Madrid, Cátedra, 2022, 351 págs.


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Personales

Ante la carrera más antigua de España: Jean Bouin

No tuve dudas cuando leí que era la carrera más antigua de España; esta es la 99,

La portada ya te anima a que te inscribas y seas tú el que la realices como esos dos jóvenes. Una vez terminada, a buen seguro, que empiezas a pensar en la 100. La voluntad es primordial en el atletismo, el sí puedo debe ser una constante.

Con el espíritu de un joven primaveral comencé la carrera, consciente de que iba a disfrutar por las calles más emblemáticas por la ciudad de la cortesía-como escribió Cervanes-, Barcelona. Más de 10.000 personas nos dimos cita en el «Nou Circuit» a los pies de la avenida de Reus i Taulet; torcimos por C. d´Estenca, para después a travesar la larga Gran Vía y pasar por Passeig de Sant Joan y dirigirnos en la dirección del Arc de Triomf, y así por calles más estrechas, pero llenas de tradición y sabor a antigüedad llegamos a la Placa de Colón y después la señalada e histórica Av. del Paral.let, y a la altura del número 172 torcimos a la izquierda para adentrarnos por las calles Tamarit y Lleida, y finalmente, otra vez, la recta de la avenida » Reus iTaulet» en donde estaba la meta, y es aquí donde el púbico se atrevió a recibirnos con aplausos calurosos, que eché de menos en el resto de la carrera, salvo en algunas calles más estrechas con aplausos tibios y un ánimo Félix; probablemente alguien que me conocía o había sido su profesor; pero esto no resta para que recuerde esta mítica carrera; y tal vez como el año que viene es la 100, Mundo deportivo eche el resto para que se convierta en única por si faltaba algo.

Como dije en el twitter me lo pasé en grande por el recorrido y fui feliz, y eso sí, el paseo por la «Rambla» me hizo recordar los tiempos estudiantiles y la fuente de Canaletas en la que casi era una obligación beber algo como señal de que suponía una nueva visita; en esta ocasión no bebí, pero en el fondo hay un espíritu que lo haré con una nueva carrera, que seguro será grandiosa. Me llamó la atención solo ver una «estelada» en el cuarto piso en la misma calle, y en la manzana siguiente, en la que está el Gobierno de la Generalitat Me cabe hacer constar, también, el trato que recibí de una de las nietas de Luis Chamizo, catedrática de la Universidad de Barcelona y su pareja economista. Gracias por la conversación y. cómo no, al restaurante que habían reservado en el que disfrutamos de una comida excelente.


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Personales

Homenaje a Almudena Grandes en el Ateneo de Madrid

Ayer en Barcelona; un día en donde disfruté y fui feliz. Por lo noche, a última hora, arribo al «rompeolas de todas las Españas» y al bajar del AVE leo: Madrid Puerta de Atocha Almudena Grandes; inmediatamente me viene a la memoria que al día siguiente a las doce tenía un asiento reservado en el salón de Actos del Ateneo de Madrid para asistir al Homenaje a Almudena Grandes. Efectivamente, en la fila 5, en la primera butaca estuve sentado; un sitio privilegiado para ver el escenario en el que se desarrollaría. Dos horas en las que el público asistente escuchó y aplaudió palabras certeras de los que participaron. Solo voy a citar a los dos últimos Luis García Montero y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En cuanto al director del Instituto Cervantes, solo nombrarlo, nos evoca poeta y, sobre todo, aquel libro que ha quedado en las mentes de las personas como un canto al amor: Completamente viernes. El mismo que depositó en el ataúd al final del entierro. Es un libro hermoso, amoroso; es un completamente tú. El final ya lo conocemos en el último libro del poeta, Un año y tres meses. Me lo leí de un tirón, casi como una novela; en verdad cuando terminas los ojos desprenden acuosidad. La sentimentalidad nos inunda.

En cuanto al presidente del Gobierno, me ha sorprendido esas palabras cálidas, ese saber estar con que nos dibujó a Almudena, Pero hubo dos ideas que quiero esmaltarlas en este «blog»: una, que se haría socio del Ateneo; en ese mismo instante empecé a aplaudir y unos segundos después, alguien de la otra parte prosiguió, y acto seguido el resto de los/as que abarrotaban el salón de Actos. Y la otra idea fue que citara al más grande escritor que vieron los siglos después de Cervantes: Galdós. Y más me sorprendió que recurriera al discurso de entrada en la Real Academia Española, leído el domingo 7 de febrero de 1897, con el título «La sociedad presente como materia novelable». Grande, Presidente; en los pocos ratos de ocio que tenga, lea a Galdós. A parte de que le aprovechará, también le embelesará y no haga caso a los que hablan de oídas, que estos abundan. No olvide que Almudena, además de novelista, fue galdosiana y ateneísta-muy tardía- pero entró en la «docta casa». Precisamente, recuerdo que nos conmovió en la conferencia que impartió en este templo intelectual con ocasión del centenario de la muerte del escritor.

Personales

Cross de la Universidad Alfonso X el Sabio

En este curso es el séptimo que se realiza; en general, los que participan son jóvenes primaverales, pero los que llevamos varios años tenemos adicción, quedamos pocos los que ya hemos cumplido años, pero contribuimos a que estos cross prosigan y crece una alegría enorme al contemplarnos con las manos o la mirada.

En una mañana propia del otoño, con mucho viento y frío, soleado, comenzamos a la hora prevista los 6 kms. del cross. Vamos avanzando en las formas: salimos juntos mujeres y hombres; esta modalidad ya lo solíamos comentar al finalizar las carreras hace años: por el momento, solo algunas universidades han entendido los motivos; no tenía sentido la división y la espera a que terminaran «las chicas» (término común que se oía por mujeres), El paisaje, aun siendo distinto, te anima a que continúes y saques fuerza de voluntad, primordial en el atletismo. Me sorprendió que solo participaran 204 personas; por cierto, como siempre abundaron más los populares que los / las universitarios. El próximo será el día 26 en el CEU. Me lo perderé porque participo en la carrera más antigua de España, en Barcelona: Jean Bouin, la 99. Será el día 27 de este mes de noviembre.