El sábado pasado, día 1 de marzo, me regalaron el libro La mejor oferta, febrero, 2014. Me enfrasqué lo antes que pude en su lectura; se nos muestra como un relato en el que se cuenta «una historia de viva voz», advertencia del inicio. Cuando la relaciones humanas están por medio y, sobre todo, cuando intentamos dar rienda suelta a algo inherente a las personas como es el amor o una amistad del alma, lo desarrollamos aunque sea ficticiamente.
El relato interesa cuando uno de los personajes manifiesta, sin muchos detalles, «que se estaba enamorando de una mujer a la que nunca había visto, y que temía que la amaba precisamente porque era imposible verla». Hemos oído que de la ilusión no se vive, pero, al mismo tiempo, es necesaria como el cielo-tierra. ¿Qué hacer? Por consejo de otro personaje le advierte de que «no convenía enamorarse de espejismos y que tenía que hacer lo posible por verla, por conocerla». Y eso es lo que hace, pero en medio está el arte, la liberación, la soledad de una mujer. Una persona con agorafobia y un subastador.
¿Solo es la necesidad de comunicarse, de vender o es algo más como satisfacer al cuerpo? Pero, por qué se llega a pronunciar la frase «Pase lo que pase, quiero que sepas que te amo». ¿Se puede fingir cuando hay un sentimiento por parte de uno para contentar al otro o simplemente para tener una relación física como placer?