Volver a Euskadi siempre es motivo de alegría desde que el atletismo se ha convertido en parte de mi ocio, aunque ya había estado de vacaciones y por otros aspectos personales. Participé en dos «Behobia», en «La clásica de San Sebastián» y en «dos media maratón de Vitoria». Abrigo la esperanza de ir a Bilbao cuando me cuadren las fechas.
El maratón quería hacerlo por varios motivos, pero, sobre todo por mi madre que pasa de un siglo de vida; la prueba es que unos instantes antes de la salida le mandé un «twiter» dedicándoselo. Aunque anunciaba lluvia, sin embargo, solo lloviznaba a ratos, aunque cayera más abundante sobre la una de la tarde. En cuanto a la temperatura fue ideal entre 6º y 7º. Como siempre, un público fervoroso animando a los corredores; a veces, se te ponía la carne de gallina ante tantos ánimos en Euskera y en castellano; la emoción, sobremanera, me vino cuando repetían mi nombre con el ya tradicional «ánimo Félix». Y sobre todo, cuando el «speaker» te felicitaba cuando pasaba la meta en el tiempo y te otorgaba la medalla del maratón que la llevé colgada toda la tarde por el casco viejo de la ciudad dando cuenta de los famosos pinchos; y no me la quité hasta llegar a Madrid e ir a dormir. Desde aquí, gracias por las felicitaciones y, sobre todo, para los que me siguieron durante toda la carrera desde Madrid e incluso ese puñado de «twiteros» que «retuitearon». Esta es la entrada triunfal en meta.

un blog muy interesante félix. un saludo
Gracias