A la espera de ir unos días de descanso a Menorca, según la tradición, ciudad poética donde las haya, estoy releyendo a Pere Gimferrer. Cuando cayó en mis manos, en 2006, Interludio azul, sentí cómo una persona después de tanto tiempo podía embriagarse de tanto amor. Sinceramente me sorprendió. No conocía el Gimferrer entregado, sumiso, embebido por una mujer. Solo había leído su poesía, y, sobre todo, el libro estandarte de una generación: Arde el mar.
El libro Interludio azul, lo he vuelto a leer de una tirada, me absorbía esa prosa poética tan detallista que no lo abandoné una vez iniciado. Qué importa que el relato sea autobiográfico, qué más da que se entrecrucen la narración y el ensayo, lo primordial es esa gran pasión amorosa. Cuando alguien se enamora, debemos tocar las campanas a gloria, hay que felicitar, y si nos llega, atraparlo para que no se escape. El poeta parece como si no contento con una historia real contada en prosa la homologa, dos años después, en verso en Amor en vilo. Otra vez, el amor en la atalaya, otra vez la perfección en la palabra para referirse a ese huracán sentimental que lo llevó en volandas, para al final decirnos: «la mujer de mi vida», cuando ya el invierno llamaba a la puerta.
Félix!
qué maravilla Menorca! es un lugar para reflexionar y para explorar a la vez.
Respecto a Gimferrer ¿puedes creer que nunca leí nada de él? ahora con este par de sugerencias ¡ya sé por donde empezar!
Esta tarde comienzo mis vacaciones también, así que le dedicaré mucho tiempo a la lectura de tu blog y sobre todo a la última entrada 🙂
También aprovecharé para leer unas cuantas sugerencias que he visto por aquí y contar mis impresiones.
¡Que disfrutes mucho de tu viaje!