Pérez Galdós

Al «dios de las palabras»

con la esperanza de que queden esmaltadas para siempre.

Canto de desagravio. No puedo callar ante el comentario de toda una profesora universitaria que tildó a la novela Tristana de “vodevil”  con tono despectivo. Esta palabra  me hirió, de ahí el canto. ¿Qué motivos le han llevado a semejante disparate? ¿Es que ella prefiere que la mujer sea súbdita, que no piense, que no tenga sentimientos amorosos-¿desde cuándo la relación amorosa es un delito-?, que no tenga derecho a votar, en definitiva que no sea persona?

Veamos. Pérez Galdós publica la novela en el año 1892. Es la última etapa narrativa del novelista en la que aúna los dos movimientos literarios de finales del siglo XIX: realismo y naturalismo. La técnica narrativa está basada en la observación de la realidad; la novela como medio de la comprensión histórica, pero también como forma periodística, como si novela y noticias se imbricaran, fueran una misma cosa. Con las nuevas formas estilísticas como la omnisciencia, el monólogo interior, el subconsciente, intentarán elevar el realismo a una esfera novelesca que se puede considerar de oro, no sólo en España sino en el resto de Europa.

Ya es sabido que una buena parte de la novela es biográfica. Tal vez, el sustrato esté en la relación amorosa del autor con Concha Ruth; aspecto que podemos atestiguar de la correspondencia que ambos tuvieron, por lo que en su lectura hallamos dos líneas que se van uniendo: la realidad y la ficción, muy propio de la novela finisecular.

Dos grandes apartados segmentan la obra, prácticamente de idéntica extensión, los quince primeros capítulos, por una parte, y los catorce por otra. Más allá de su estructura o resumen, quizá lo primordial sea si tiene, hoy, vigencia. Inmediatamente, nos tenemos que responder que sí, ya que Tristana expresa reiteradamente su afán de independencia, su rebelión de cómo está concebida la mujer en el siglo que la tocó vivir. Ella anhelaba una emancipación que la sociedad rechazaba. Tristana plantea la libertad de la mujer, en el sentido de que no dependa de nadie, por eso, defiende el poder desempeñar un puesto de trabajo cualificado, la posibilidad de tener hijos fuera del matrimonio y criarlos sola; en definitiva, vivir sin la protección de ningún hombre. Su idealismo fue tronchado por la sociedad; ésta no era partidaria de  la educación de las mujeres, y menos conseguir independencia económica; las relegaba a las labores domésticas.

Por eso, cuando Tristana conoce al joven pintor y se enamora, piensa que sus deseos pueden hacerse realidad, pero, sobre todo, huir de la esclavitud en la que moraba con don Lope. Pero, sus sueños se frustran cuando observa que Horacio tiene un concepto de la mujer convencional, y no es partidario de vivir en libertad, sin matrimonio ni ataduras de ningún tipo.

La intervención quirúrgica de Tristana es un pretexto novelesco. La amputación de la pierna es como talar sus ideas, asumir su dependencia del hombre. Su reclusión en casa es como una condena, y, es precisamente, cuando vuelve a ver a Horacio, le decepciona. Es todo lo contrario a ese idealismo que se había forjado. Se refugia en la música, en la religión, y, sobre todo, en lo que había criticado siempre: el matrimonio. Renuncia a su ser, a su pasado y se entrega en los brazos de don Lope. El narrador, al final se pregunta si serán felices; él mismo se contesta con una indiferencia fría, distante, con la expresión: “tal vez”.

La claudicación de Tristana nos tiene que entristecer; era el momento para el cambio, no sólo personal sino también político. Galdós así lo plantea; quería un cambio de la sociedad, transformarla, pero la burguesía que prometió ese cambio cuando llegó al poder se olvidó y miró al pasado, se columpió en el “mando y ordeno”. Pérez Galdós se percató de que poco cabía esperar de la burguesía conservadora que se había instalado en el poder con la anuencia de la iglesia, el ejército y la oligarquía. Se marchitaron las ideas de la llamada “revolución del 68”, cuyas consecuencias fueron la vuelta de la Monarquía borbónica, el fin de cualquier modernización política del país, apuntada por el foco renovador, que llegó a proclamar la I REPÚBLICA. La esperanza que con alegría se vivió con la revolución del 68 se frustró. El pesimismo se extendió.

En el Congreso Nacional Obrero celebrado en Zaragoza en 1872 se afirmó que la mujer era un ser libre e inteligente y que relegarla a las tareas domésticas era obligarla a depender del hombre; sólo podía ser libre si trabajaba. Nota positiva fue que los republicanos federales propusieran una ampliación de los derechos civiles de las mujeres; pero, fue negativo para mí que estos derechos no se extendieran a los políticos; es decir, se demoró el voto femenino hasta la II REPÚBLICA, CON LA DEFENSA NUMANTINA DE CLARA CAMPOAMOR, he ahí una gran mujer.

La Restauración no contribuyó a que lo social fuera el común denominador de ese cambio. Es más, dos años antes de publicarse Tristana, en 1890, estalla una huelga minera en Vizcaya; y el mismo año de la publicación de la novela, 1892, se produjo una marcha campesina a Jerez. Sin embargo, en la novela hay escasas referencias históricas, tal vez porque Pérez Galdós quería destacar, sobremanera, el papel de la mujer en la sociedad de finales de siglo.

Galdós supo plasmar estos momentos en su producción.  Es exactamente lo que hace Horacio en la novela, desertar, acomodarse, huir del progreso, muy lejos de las ideas con las que se presenta ante Tristana. Los dos habían sufrido la tiranía, los dos son huérfanos; Horacio había estado sometido a su abuelo, y Tristana la opresión de su tutor; sin embargo, Horacio puede rehacer su vida, mientras Tristana se convierte en víctima del sistema social.

Uno de los aspectos clarividentes es cómo el personaje fundamental se da cuenta de la marginación en la que se encuentra; ante este pensamiento intenta hacer valer sus ideas; lástima que al final no tenga la ayuda, el empujón necesario que necesitaba en esos años convulsos. Y todo hilvanado con un estilo sencillo, enmelado, cercano, familiar.

Tal vez, sentí amargura, desesperación al final porque choca en demasía con esa expectación que te crea según iba leyendo la novela. Quizá el novelista sólo quiso plantear el asunto: ¿por qué la mujer debía estar subyugada al hombre? Abrió una ventana para que entrara aire fresco, y deja al lector/a para que participe y se oponga a esa tiranía doméstica, opresora. Pero, si se lee con detenimiento, subyace la idea de que la mujer y el hombre deben tener el mismo derecho; además, se percibe el derecho de ambos a ser personas, más allá de la diferencia de sexo. Esta idea me ha encantado: cómo Galdós describe al personaje no como género sino como persona.

De todas formas, tengo mis dudas de que hoy las mujeres o los hombres, en general, acepten las ideas liberadoras con las que Pérez Galdós se adentra en ese personaje femenino. El caso de la profesora es evidente.

1 comentario en “Al «dios de las palabras»”

  1. Yo tambien tengo mis dudas, Félix. Desgraciadamente aún hoy existen muchas mujeres con el mismo pensamiento de la profesora que aludes. Es tristísimo que aún hoy, las mujeres no sigamos al pie del cañón de esa lucha por la libertad que encabezaron tantas otras con su lucha y su sufrimiento. A mí me parece increíble que una mujer o un hombre no luche por su libertad. Me parece el bien más preciado del ser humano. La mujer ha conseguido mucho, pero hay momentos como el que comentabas tú ayer de la encuesta a jóvenes, que pienso que hemos dado pasos atrás, y esto me produce terror. Pues, se ha avanzado mucho pero hay que estar siempre ojo avizor y no descuidarse en el respeto y la libertad. Yo sí creo los datos de la encuesta. Yo veo hoy a los jóvenes que son muy machistas, me refiero a los adolescentes españoles, y creo que parte de culpa la tienen las jóvenes porque no hacen prevalecer su libertad, respeto e independencia. En este caso pienso que la mujer, las jóvenes tienen más que luchar y seguir manteniendo lo que ya se ha conseguido. Pongo por ejemplo a un deportista, Nadal. A Nadal le costó muchísimo conseguir ser el número uno, pero le está costando más mantenerlo, no? de hecho ya lo ha perdido y es en estos momentos el número 2 del mundo. Pues esto es lo mismo, las ideas liberadoras de la mujer no solamente se consiguieron, habrá que mantenerlas y extenderlas a todas las sociedades que aún hoy en el mundo viven exclavizadas a la figura del hombre y sus mandatos. Esto es lo dificil, no solo conseguir Afortunadamente tambien hay muchos hombres como Galdós y como tú que siempre defenderán la libertad del ser humano, sin distinción de género.

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