Novela

Edición crítica de El Jarama de R. Sánchez Ferlosio

Se necesitaba esta edición, aunque no sé si le hubiera gustado al mítico Sánchez Ferlosio su publicación a estas alturas. Estaba un poco harto de tanto como se decía de la novela; su éxito le sorprendió («A la vista de cómo han ido las cosas«); fui testigo en alguna ocasión. En concreto, yo admiré su prosa, era una delicia leerlo; incluso cuando se dedicó a lo lingüístico, lo tuve presente. Fue una voz crítica. Un inventor y renovador.

Conviene leer primero la amplia biografía con que nos obsequia el editor Mario Crespo; probablemente algunos aspectos ya se habrán leído; para mí, desde luego, son novedosos la gran mayoría, no su obra. La extensa introducción hace pensar que el editor quería abarcarlo todo, lo cual es de agradecer. No te asusten las mil trescientas sesenta notas; hay que tener tiempo y paciencia si quieres llegar a un conocimiento exacto. Al final, en tu mente dirás: este es el grande Sánchez Ferlosio más allá de los chascarrillos que suelen manifestar los que no leen.

¿Eran necesarios tantos datos biográficos?; yo creo que sí para disipar dudas de cómo su biografía está integrada en su obra, aunque al principio sorprenda que también se aluda literariamente a Industrias y andanzas de Alfanhuí, 1951; con el paso del tiempo dirá de la obra que «es mi única novela verdadera porque es un libro con espontaneidad, sin pretensiones», pág. 29. Es entonces, como lector/a, que estamos ante un ensayo distinto y necesario, y prosigues la lectura con más atención. Antes de llegar al desarrollo de El Jarama, pág.75, el editor se detiene y nos da a conocer hechos fundamentales de la vida del novelista: Aproximación bibliográfica a Sánchez Ferlosio, Escritores de los cincuenta, Industrias y andanzas de Alfanhuí, Revista española y neorrealismo, El Jarama premio Nadal y primeras ediciones, Altos estudios eclesiásticos, El testimonio de Yarfoz, El gran polemista.

Todas las flores que podamos recoger para Ferlosio son pocas. En la primera página se alude a las ideas que vertió otro gran nombre de la novela española: Miguel Delibes. Para el novelista vallisoletano está en la «inmortalidad literaria», y su obra «El Jarama se ha erigido en patrón de no pocos narradores que han ido apareciendo con posterioridad; esto es, ha hecho escuela». De ahí que podamos decir «es más que una novela», clave en un momento en que alboreaban otras formas de narrar en los años cincuenta.

Ochenta y nueve paginas dedicadas a la novela propiamente dicha parecen muchas, pero también podemos decir que todo lo que se diga es poco ante un referente primordial de esos años convulsos. Una vez terminadas, pensarás: la novela pervivirá para generaciones venideras. Toda se circunscribe a Ideas de Ferlosio sobre la narración. La crítica ante El Jarama. Redacción de El Jarama. El río Jarama. Tiempo. Temas, trama, anécdota. Estructura. Personajes. Muerte de Lucita. Radiografía del habla. Títulos en los que se recogen trescientas sesenta y seis notas a pie de página. No hace falta que se lean seguidos; se puede empezar por donde se quiera, pero es capital que se lean todos; son esenciales, abarcadores de una novela sublime, quizá única con lo que se propuso. La expresión «valioso documento lingüístico» revolotea por la mente, que no se alejará según vayas avanzando en la lectura.

El habla de los protagonistas nos sumergen en lugares en un tiempo con decires, modismos, sintaxis, apócopes, registros coloquiales, caracterizadores de las personas y épocas. La oralidad, la escritura, cobrará más importancia por el abundante diálogo. La radiografía de los personajes la veremos por cómo se expresan; lo coloquial adquiere la máxima cumbre lingüística. Ahí subyace el don de la palabra. Es la radiografía del habla en la que el oído cobra toda significación. La verosimilitud hecha realidad en boca de personajes diferentes. A esto habría que añadir «sus silencios» como ha distinguido la crítica.

Probablemente, el hecho de ahogamiento de la joven Lucita sea capital para muchos lectores de esa tarde de domingo, como si el tiempo no importara, como si el aburrimiento nos condujera a una tragedia. Disparate o no, como apuntó en su día el novelista, no podemos desprendernos de lo aciago en una edad tan temprana y cuando en ese tiempo lo que apetece es dar rienda al cuerpo, a divertirse, propio de la juventud. Caben todas las conjeturas para analizarlo. No se trata de destino existencial sino de que la muerte nos acecha y la naturaleza no da explicaciones. Es el final de una tarde que comienza con alegría y termina con tristeza que nos conduce a la fragilidad que poseemos. Es acción culminante. Tampoco podemos olvidar que las últimas líneas de la novela desprenden finitud cuando el río «…entra de nuevo en terreno terciario y recibe por la izquierda al Henares», y en Aranjuez «entrega sus aguas al Tajo», pág.758. Y ya pensamos que el agua tiene un final: la inmensidad del Océano Atlántico.

La tríada -prosa excelente, habla, lengua- forman un todo tan típico en la narración con que Ferlosio se descuelga; si las tres no se aúnan falta algo necesario. Lo narrativo se desvirtúa. Su pasión lingüística se deja entrever. La disciplina del narrador es consustancial con sus ideas más allá de lo que se trate o experimento que se quiera conseguir. Después de tanto tiempo, la lectura que hago de «Críticas a la novela», pág.86, en su momento, incluida la del autor al comentar que «ha sido un error», me extraña en las puertas del siglo XXI, quizá en lo que esté de acuerdo es que es demasiado larga para lo que pretendió el autor. Se obvia que fue muy leída-no lo digo por el editor que nos ha dado una excelente aproximación a la obra– por la crítica recogida en esta edición; por cierto, mucha la desconocía, de ahí mi sorpresa después de una relectura atenta.

Al final te quedas en lo que parte de la crítica recogió: es una nueva forma de novelar como si pusiéramos «una cámara cinematográfica» y de hecho cuando la terminas lo piensas. Ferlosio fue un gran renovador, queramos o no. Esta cristalización se dio como cimentada para ese momento, como la cúspide a la que había que llegar. Bien es cierto, como nos recuerda el editor, que pone en boca de Baquero Goyanes, que la objetividad basada en el diálogo ya Galdós la entrevió en sus novelas Realidad y Casandra, pág.96. El adjetivo «irrepetible», según Marsé, llenaba todo el espacio conseguido.

El todo fluye heraclitiano se hace realidad en la dualidad río-juventud; cómo esta, como el agua, se diluye en una tarde de domingo junto al río que será testigo del paso del tiempo para advertirnos de que el instante se nos escapa. El existencialismo se alza con una simbología en el que el río-lugar nos insinúa. El comienzo, al describir el río-«empezando por el Jarama», y el final- «y el ruido del agua sonando allá abajo en la compuerta se dejaba de oír súbitamente»- es revelador para todo lo que se pretendió con ese «pelotón de modorra» que se subraya con excelentes diálogos y frases atinadas en todo momento. Una verdadera obra artística con esa gente-los jarameros- que van «a bañarse en el río» para pasar los domingos.

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Sánchez Ferlosio, R., El Jarama. Madrid, Cátedra, 2023, 758 págs. Premio Nadal, 1955,


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Personales

El erial y sus islas

Con motivo del Premio Cervantes, se han publicado con el título El erial y sus islas (2015) los artículos y conferencias de los últimos años de Juan Goytisolo. Nos tenemos que felicitar; estos no podían permanecer en tierra de nadie; ahora los lectores pueden degustar no solo su prosa sino también ese espíritu emprendedor, diverso, rebelde con que nos recuerda tantas cosas que pueden pasar desapercibidas en el Parnaso de las letras. Son como ventanas privilegiadas para asomarse. Son algo más que » pecios» de otro premio Cervantes, ahora, también, con su Campo de retamas, excelente como todo lo de Sánchez Ferlosio.

Cantor que raya la excelencia de nuestra literatura; deberían aprender los que convierten sus clases en lo dicho y redicho; eso, sí, sin levantar la vista del papel. Pedir que la enseñanza sea creadora es una utopía; ni te atrevas a sugerirla. Ya era hora que le concedieran el Premio. ¿Cómo es posible que se haya otorgado el galardón a personas que no han escrito de nuestro primera pluma  algo significativo? ¿Cómo es posible que a Goytisolo se le admire fuera de España y aquí permanezca en el cuarto trastero, y si se le nombra siempre hay un «pero» por esto o por lo otro? Siglos venideros ahondarán en su prosa para entender que la literarura es algo más que el entrenimiento o el mercadeo. Tal vez, por eso, a Juan Goytisolo se les destierre a las tinieblas y sin embargo, el arte de escribir va con él; aunque solo fuera esto es suficiente para la delectación.

El libro está estructurado en dos partes. La primera con el título de «Cervantiadas» en la que elogia a nuestro Miguel de Cervantes desde «Un océano en la Mancha» hasta «Prisionero de la obra escrita» (pág.91). La segunda, con el nombre de «Lecturas, evocaciones y relecturas», es más extensa. Lo último es el texto leído en Santillana del Mar con el título  «Elogio del saber no rentable». Aquí hallamos todos los despropósitos, la degradación cada vez más del conocimiento («el lento pero imparable declive del alumnado que ingresa en el alma máter.Cualquier profesor titular de las disciplinas humanísticas puede atestiguar la verdad cuanto digo.Como me confió uno de ellos, los estudiantes que hace veinticinco años habían leído a Descartes y a Kant los conocen hoy solo de nombre y no saben deletrear ni escribir correctamente los de Nietzsche o de Schopenhauer. Desdichadamente acaece lo mismo en el campo de la literatura». Pero es como si fuera una voz en el desierto. He ahí la gran verdad, pero no lo digas porque entonces…..

En todo el ensayo se percibe el saber hilvanar con una precisión y justeza digna de cualquier ejercicio de redacción, la perfección suma.