Novela

Homenaje a M. Roig

Hoy se ha celebrado en el Centro Cultural Blanquerna de Madrid un homenaje a la novelista y periodista M. Roig. En algún momento en esta «página web» he hecho alusión a la escritora, incluso contaba una anécdota en la que explicaba mi primer acercamiento a su novela La hora violeta.  Vayan estas líneas como recuerdo a una mujer culta, inteligente e independiente. Así lo escribí en el capítulo «El espacio literario de M. Roig» en el libro Letra de mujer, 2008. He vuelto a releerlo y a pesar del tiempo transcurrido lo mantengo.  Entonces comencé el capítulo con unas expresiones que pudieron chocar a algunos lectores. Si fue así, es que no distinguieron el trigo de la paja, ni los ecos de las voces. Fueron estas: «No necesitó leyes para encumbrarse y ser reconocida en la literatura y el periodismo. Tampoco el ser mujer fue obstáculo para destacar en ambos campos. Es más estaba orgullosa de serlo...».

Las ideas fundamentales allí las vertí, pero no está de más que recordemos sus tres novelas clásicas: Ramona, adiós, Tiempo de cerezas, La hora violeta. Esta última es en  la que Montserrat se encuentra en todo su esplendor. Es el triunfo de las mujeres, pero no, para masacrar a los hombres sino para ser ellas. La hora violeta. La hora en que si no podemos cambiar la sociedad, que quede escrito que ella hizo lo posible. La novela fue el final de una etapa, pero más que una reivindicación feminista es una reflexión sobre el aspecto humano de la mujer, sus señas de identidad, que sin algarabías lo sintió y lo propaló en la tríada novelesca aludida. Pero, al mismo tiempo, se trasluce el rechazo a la mujer resentida, histérica, vengativa, traidora, calumniadora, la mujer víctima, la que intenta imitar lo negativo del hombre, la mujer enemiga de la mujer («Mi madre no podía soportar a las gatas falsas y melosas, a las mujeres que se encogían por nada entre sus maridos pero que después a sus espaldas, los destrozaban con palabras», en Ramona adiós, pág. 18). Por encima de todo defendía el ser humano, más allá de los sexos. Pero ella estaba con la mujer que observa el futuro, la que reivindica, la que actúa, la que planta cara, la que busca la verdad para ser libre. Un pensamiento que muchos/as deberían tener presente: «El día en que las mujeres sean, a la vez, cometas y colas de cometas y los hombres acepten también los dos papeles, entonces la palabra ´compañera´se reconciliará con su verdadero significado». Todo un testamento para la posteridad.

La libertad de criterio fue un axioma que llevó siempre consigo, quizá en una época en la que no era tan fácil, por eso, su obra, hoy, nos inunda de luz y existencia.