Personales

Monseñor Bargalló: con la esperanza de que estas líneas lleguen a esa Argentina en la que vive

Ahora que ya el ruido pasó, después de haber saboreado «ese cáliz de amargura», no por su proceder, sino por parte de los  de siempre, que no desean que los demás sean felices, le dirijo estas líneas de ánimo, con la esperanza de que lleguen y sirvan de sosiego, de paz, de tranquilidad, de camino en su vida espiritual.

No se achante, Monseñor, y enorgúllase de que es un hombre enamorado. ¿Desde cuándo el amor es delito? En esta sociedad hipócrita y  santurrona, en vez de «tocar a gloria» porque dos personas se han enamorado, sacamos la daga para flagelar. Me ha molestado que el periódico más leído de España, y entre los cuatro o cinco más importantes del mundo-según se dice- no haya sabido tratar la información y haya caído en decirnos algo más de su vida privada; no solo el periódico, también en varios programas estelares de la cadena más escuchada, que también pertenece al mismo grupo editorial, ha dejado su huella  con un «deje negativo». Me rebelo porque hay que ensalzar a los que predican el bien, a los que dan testimonio de Jesús de Nazaret, y sin embargo, son perseguidos. Me quedo con lo que usted dijo: que proseguiría anunciando la buena nueva, el mensaje de Jesús. Eso es valentía, porque por estos lares, se dice tan poco por los que debían ser alfareros del mensaje…¡Qué oportunidad ha perdido la Prensa para enaltecer sus virtudes y de todos aquellos que dan su vida, la sacrifican para extender el bien!

Si el Vaticano-«Ave María Purísima»-, con perdón Monseñor, lo suspende «a divinis», no se preocupe; lo primordial es que prosiga con su fe, que señale a los tiranuelos de turno, que levante la voz y exija justicia, no caridad, ante el que sufre, pasa hambre o tiene sed; o contra los que se enriquecen a costa de los demás; he ahí el verdadero evangelio.

Finalmente, un aplauso, también, al periodista que solo le hizo una pregunta como le había prometido; pero eso, sí, no me gustó que usted dijera que había sido una «imprudencia»; todo lo contrario; estaba pregonando el amor entre dos personas; la luz, el amor hay que ponerlos encima del celemín para que alumbren. Debería estar contento por disfrutar con la persona que ama. De todas formas, si ha dejado de ejercer el ministerio, en contra de su voluntad, espero que no sea un «rebotado» y prosiga, ahora más que nunca, venteando esa justicia y ese amor entre hernanos; sea luz, sal de la tierra.

Ensayo

María de Magdala

A todos/as los que me siguen en el «twitter» les escribo lo mismo: «Bienvenido/a al conocimiento«. Esta es mi almena y mi jardín. Uno de los motivos de acercarme a la lectura del libro La Magdalena de Juan Arias, publicado hace ya siete años, ha sido, precisamente, por alguien que me sigue en el «twiiter» y que llegará a Premio Nobel, y espero, ya está advertida, de que nos dé un ejemplo de cómo se pronuncia tanto en sueco como en castellano/español. Y a buen seguro que lo hará.

Al autor del ensayo lo leo en El País desde su comienzo, aunque reciba reproches de por qué sigo leyendo «a ese»; es la frase más lenitiva. Haciendo acopio, lo tengo como un «rebotado». Este término lo aplico a aquellos que un día se consagraron a Dios y después colgaron los hábitos, fueron suspendidos «a divinis», perdieron la fe, o quién sabe, añadamos un sin fin de apartados; de todo hay en «la viña del Señor». Sigue leyendo «María de Magdala»