Ayer, miércoles Santo,estuve en la Sala Cuarta Pared a ver una representación singular como fue para mi Clausura do amor, espectáculo en gallego con sobretítulos en castellano. Me impresionó el silencio con que el público acogió los 120 minutos. Creo que ni pestañeamos. Estábamos como absortos ante primero el monólogo del actor que lo bordó con los gestos, con las palabras, con las cadencias, con los silencios. Una hora exacta. Después sin descanso fue respondido por otro monólogo de la actriz, igual de espléndido. Solo dos personajes cara a cara diciéndose las verdades que no queremos escuchar. Si hay un adjetivo que recoja estas dos horas sobrecogedoras es el de ¡admirable, admirable!
Más allá de la ruptura sentimental se percibe un aire acogedor con las palabras a borbotones pero significativas, con esa fuerza que imprime carácter y esa emoción que alimenta el hecho teatral.. Eso sí sin diálogo. Se expone. La réplica del personaje femenino al masculino no se deja esperar. Solo se incomodan de forma física y no siempre.
No recuerdo una obra que te invite tanto a integrarte, no a tomar partido. Hay que aplaudir, sin duda, también a los encargados de llevar a cabo los pormenores de la representación. Se cumplieron con minuciosidad los aspectos del virus que nos invade.