Personales

Desde mi ventana, 14. Una lectura del Libro de las Fundaciones de Santa Teresa en este otoño que comienza

Adentrarse en la doctora de la iglesia siempre es un refugio que te llena de sapiencia. En este caso, solo he leído las siete primeras fundaciones en edición cotejada con el autógrafo que se venera en San Lorenzo de El Escorial. Su prosa nos invita constantemente al pensamiento continuo, a la reflexión. Su lectura te ennoblece, te exige compromiso, solidaridad y entrega intelectual, no de otra forma se puede entender la entrega a lo que escribe.Cada pensamiento te exige una parada, por ejemplo («el aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho»). Pero no se paraba ahí sino que advertía «que no, hermanas, no; obras quiere el Señor». El recuerdo bíblico es caracterizador: la necesidad de que Marta y María estén al uníseno » para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo». He ahí una de las claves del género humano. La dicotomía constante entre vida de acción y vida espiritual, entre tierra y vida sobrenatural en la santa nos sobrecoge una vez que consigues centrarte en la lectura.

Este libro lo escribió a ruegos del padre Ripalda; recoge su actividad reformadora de los diez y ocho conventos que fundó; en realidad, estamos ante su vida, pocos meses antes de morir en Alba de Tormes. Precisamente en el que se trata de la Fundación de nuestra Señora de la Anunciación, que está en Alba de Tormes escribe: «en la cuenta de los años en que se fundaron , tengo alguna sospecha si yerro alguno, aunque pongo la diligencia que puedo porque se me acuerde. Como no importa mucho-que se puede enmendar después- dígolos conforme a lo que puedo advertir con la memoria. Poco será la diferencia, si hay algún yerro», pág.295. Humildad y rompeolas de la claridad, dos asertos que siempre llevó en su vida.

Parece que se percató de su final en la tierra, de ahí que pronunciara: «¡Señor mío! ¿Ya es tiempo de caminar? Sea muy enhorabuena y cúmplase vuestra voluntad». Y después, repitió el salmo de David: » Sacrificium Deo spiritus contribulatus; cor contritum et humiliatum, Deus,no despicies». El día de san Francisco, a la nueve, la llevó Dios consigo. Escribe José María Aguado: «Como aquel año, para comenzar la corrección gregoriana y subsanar los diez días en que la juliana nos tenía retrasados, se pasó del 4 al 15, voló al cielo el alma seráfica de la mística doctora en la noche del cuatro, esto es en las primeras horas del quince de octubre de 1582», pág.90.

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Coda: el Papa Francisco ha querido que su última encíclica Fratelli tutti, varapalo a ese neoliberalismo que nos invade, sinónimo de explotación-lo llaman globalización entre otras lindezas- propuesto por los de siempre con el único fin de enriqueserse a costa de otros, coincida con el día del santo, no en valde eligió el nombre de Francisco para su pontificado.

Cantando sobre el atril by Félix Rebollo Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España License

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