Primer día ( 1:10´)
Hoy para el atletisno ha sido un sábado de gloria; al menos, yo lo esperaba con alegría; hasta conté las horas que faltaban para el inicio; con este pensamiento me retiré la noche del viernes al dormitorio, y como hago siempe escucho «Hora 25» de la cadena S.E.R. Pero hete aquí que un tertuliano afeó la persimisividad del acto deportivo del día siguiente y no veía tan impropio la aglomeración en el Hospital de Ifema; es decir, una clausura oficial festiva y multitudinaria no le pareció tan negativa. Curioso pensamiento. Me pareció una barbaridad, y a lo mejor hasta cobra por lanzar al aire tal desatino. Malhumorado apagué la radio; esta gente ceniza no me interesan. No se entera que hay que vivir, que el deporte es limpieza de mente y que las normas están para todos, no para las que me gusten; no sé quién es, no me interesa, y quizá lejos del espíritu que ha mantenido la marca S.E.R. desde que se creó; por algo será que es la más oída. Desde que tengo uso de razón la he escuchado. Tomen nota los dirigentes….
Constato que dormí muy bien a pesar de ese golpe dañino; con tiempo me levanté, me aseé, me fui poniendo la ropa deportiva y una vez terminado, me dirigí a la cocina y me hice un café solo- de Etiopía- con miel extremeña de la sierra de Guadalupe (las Villuercas), donde nació mi madre que asaltó los cielos con más de 101 años. A las ocho, enfilé la calle Cea Bermúdez, camino de la plaza de Cristo Rey para proseguir por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo para adentrarme en la ciudad universitaria hasta donde da la vuelta el aire en el complejo deportivo Botella Llusiá de la Universidad Complutense; ya con espíritu crecido corrí hasta llegar a la carretera de la Coruña y me enfilé por la Avenida de Séneca con dirección al polideportivo de la Politécnica. Pasé por el Consejo Superior de Deporte; me encaminé después por el Colegio Santa Teresa y observé hacia mi izquierda la piscina de verano de la Universidad Complutense. Una vez pasado por varios colegios, entre ellos el de San Agustín, caminé a mano izquierda para coger, otra vez, la espalda del campo de atletismo y de rugby de la Universidad Complutense y pasar por la parte trasera del colegio brasileño. De nuevo estaba en el cruce de la carretera de la Coruña, pasé el puente y fui subiendo a un ritmo aceptable hasta la confluencia de las calles Isaac Peral con Fernández de los Rios para proseguir hasta Cea Bermúdez. Sin duda, una mañana plena de dicha con esos 70 minutos que realicé.
A quienes tuvieron la feliz idea de que ya tocaba el deporte después de esos 48 días enclaustrados, gracias mil; espero y deseo que se vayan cumpliendo las fases propuestas por la comisión de técnicos para que julio sea el mes bendito y podamos gozar del verano. Buena tarde soleada.