Poesía

Un poeta prendido de amor: Pedro Salinas

El epistolario secreto del gran poeta del amor

Félix Rebollo Sánchez

Me esperan 151 cartas de Pedro Salinas a Katherine Whitmore, más el apéndice de la amada escrito en junio de 1979, muchos años después de la muerte del poeta. Me hubiera gustado que Salinas lo hubiera leído para matizar o, quizá, para reverdecer un pasado viviente; no ha sido posible.

Uno de .los poemas que me llenaron y sentí fue “¡Qué gran víspera el mundo!”  de La voz de debida. De ahí que me lanzara a comentarlo y después publicarlo ( «¡Qué gran víspera el mundo!» en Tejedora de palabras. Madrid, Fragua, 2013, págs. 267- 278). No sé si conseguí lo que el poeta quiso mostrarnos pero lo intenté. Ahora, entre mis manos, unas cartas que perfuman ya desde la primera de 1 de agosto de 1932. La primera palabra “Desgarramiento”, y termina con la lapidaria frase “Hasta mañana, ¿sabes?, hasta ahora, te escribiré”.

El lector, después de unas palabras certeras, está como en vilo para iniciarse en la segunda lo antes posible por si ya se ha conseguido ese hermanamiento que conduzca a la dicha entre dos personas que esperan fusionarse aunque solo sea en el papel. La añoranza, la búsqueda, incluso impartiendo clase se pregunta ¿“Dónde está mi sonrisa, mi rostro medio vuelto, mi inteligencia hecha persona, hecha delicia en atención?”. Es ese ser querido que añora, que necesita, que echa de menos.

Y así, he ido desgranando una a una las primeras veinticinco, todas amorosas, copiosas de dicha. Eso sí, muchas de ellas a la “lista de correo”, como prefacio de una relación que se quiere ocultar. Nunca entenderé por qué el amor no puede ser esplendoroso, que irradie a los demás, que se ponga encima del celemín.

En la carta veinticuatro, la ansiedad de su presencia raya lo indecible; el sufrimiento, el tormento si la separación fuera eternal: “And were you saved, / and I condemned to be / where you where not, / that self were hell to me.”. Los versos no son de Salinas sino de Emily Dickinson, en concreto están extraídos del poema XII que comienza I cannot live with you. Sin duda, se sirve de ellos para expresar lo que siente, pero esto poco importa, tal vez recurra al verso en inglés para que llegue con más nitidez o porque a Katherine le gustaba la poetisa norteamericana.

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